martes, 7 de diciembre de 2021

Actualidad: Cerro Castillo / Cara Sur / Variante Americana

El verano del año 2015 le di un pegue a la cara sur del C° Castillo en compañía de mi amigo Guido Paredes. Lo avanzado de la estación no nos favoreció en absoluto, por lo que nuestro intento terminó en lo alto de la característica pala diagonal que cruza la montaña Lee aquí ese relato. De ahí en adelante nunca más volví a insistir en ella, priorizando otros proyectos. Sin embargo, lo único que tenía claro, es que no la había olvidado.

Esta temporada, las condiciones reportadas por nuestro amigo Felipe Maturana y otras cordadas que habían escalado por esta vertiente, nos comenzaron a llenar de entusiasmo e ilusión. Fue así como comenzamos a preparar el asalto junto a Albano y Germán, dos jóvenes amigos y cordadas con las cuales venia de hacer un par de cosas. El objetivo sería escalar la cara sur del Cerro Castillo por la vía conocida como “Variante Americana”, (dibujada en la imagen).

Analizando nuestras posibilidades decidimos que el estilo seria non-stop, iniciando la marcha a eso de las 22.00 hrs. Motivados, organizamos el equipo, la comida y nos fuimos para arriba. Entre bromas, silencios y concentración nos comenzamos a acercar a nuestro objetivo en una noche fresca, sin viento y tapizada de estrellas. En 3 horas estábamos en lo alto de la laguna, y luego de 3 horas más, accedíamos al pie de la vía.

No fue tan simple superar las grietas que custodian la cara sur. Superamos algunos puentes de nieve, varios metros en freesolo y, por fin, nos montamos en la pala de la cara sur. Escalamos varios metros desencordados, hasta que instalamos la primera reunión de la mañana a solicitud mía, ya que venia bastante agotado y somnoliento. El avance, para ser una cordada de tres, no era tan lento, pero la luz del día rápidamente nos iba pillando.

En total escalamos 7 largos de cuerda sobre una expuesta pendiente de entre 50° y 60° grados, hasta detenernos en la base de la “Variante Americana”. Aquí, la ruta continuaba ganando altura sobre un bello y estrecho canalón tapizado de hielo. Los tornillos comenzaron a girar y nosotros a hacer nuestro trabajo, el cual además de escalar, consistía en evitar los peñascos de roca y hielo que caían desde lo alto.

Las horas comenzaron a pasar muy rápido y los largos eran mas cortos de lo esperado, tanto por la fisonomía de la vía como por lo restringido de tornillos, ya que contábamos solo con 8. Estábamos en esa dinámica cuando un gran bloque de hielo golpeó la cabeza de Germán, dejándolo semiconsciente por un par de segundos. Esta situación, desde luego, nos alarmó y supuso la necesidad de salir de ahí lo más rápido posible.

El tramo superior de la vía, si bien ofrecía un alto grado de compromiso y verticalidad, estaba envuelta en un panorama sobrecogedor, un escenario de rebosante belleza y hostilidad en su máxima expresión. A esas alturas escalábamos a la sombra, disfrutando de un festín de hielo azulado que era constantemente arañado por nuestras herramientas. Había miedo y felicidad, concentración y euforia.

Albano escaló el largo que nos saco del canalón y nos dejó al otro lado de la fina arista donde se juntan las vías Japonesa y Hauf. Nos reunimos en una precaria reunión montada sobre roca para acometer los últimos 80 metros hasta el collao. Inicié esa escalada con una travesía hacia la derecha para conectar con una línea de hielo que me permitió proteger y ascender directo, hasta que decidí montar una reunión despejando el hielo que se escondía bajo 20 cms. de nieve cartón.  

Los últimos 40 metros hasta el collao los lideró Albano. Una zona alta, fría y anhelada donde finalmente nos pudimos reunir los tres y respirar tranquilos. Eran las 17.30 cuando alcanzamos este lugar que empalma con la ruta normal Relato ruta normal. La discusión sobre ir a la cumbre no nos tomo mucho tiempo, todos estábamos cansados y era muy tarde. Habíamos completado la vía y eso era suficiente para llenar nuestros corazones.

Cerca de 5 horas nos demandaría el descenso hasta el camino, completando 25 horas de actividad non-stop. Una jornada tan extenuante como satisfactoria y llena de camaradería. ¡Gracias Castillo! “Nuestra vida es así: llena de alegría, llena de tristeza, llena de añoranza, llena de éxitos y de amargas decepciones. Está tan llena de felicidad y de sufrimiento al mismo tiempo que a veces lo que sencillamente ocurre es que hay demasiado de todo. Es entonces cuando envejecemos”.    

martes, 2 de noviembre de 2021

Abriendo ruta en el C° Toqui: Directa "Canalón Oeste"

Este verano visité un valle cordillerano al interior de Alto Mañihuales, en la frontera Chileno/Argentina. En aquella oportunidad, junto con ascender algunos cerros de la zona, nacieron algunos proyectos que estimé, podrían ser objetivo esta primavera. A pesar de lo seco del año, quería aprovechar una ventana de buen clima, por lo que partí junto a mis amigos Albano y Germán a probar suerte al recientemente bautizado, cerro Toqui (2.060 mts.).

En febrero pasado había subido esta montaña en solitario, adjudicándome la 2da ascensión del coloso, luego de la cordada Cayupi/McDaniel. En esta oportunidad, mi motivación estaba puesta en la apertura de una nueva ruta por su cara oeste. En aquel sector un profundo y extenso canalón partía la montaña en dos, evidenciando en sus profundidades una fina línea de nieve y hielo que poco y nada coqueteaba con el sol.

Luego de las obligadas 3 horas y ½ de conducción, esta vez a cargo de la pericia de Albano, alcanzamos el final del camino muy avanzada la tarde del primer día. Decidimos montar nuestro vivac a solo 45 minutos de la camioneta (1.050 mts), y fuimos rápidamente constatar las condiciones de la ruta antes de que se esfumara la luz. Con algunas dudas por lo seco de la ladera, decidimos intentarlo. A las 22.00 estábamos todos en el sobre al abrigo de un cielo tapizado de estrellas. 

A las 04.00 am. dejamos nuestros “sarcófagos” y comenzamos con los preparativos. Respetando la hora acordada, a las 05.00 iniciamos la marcha con rumbo al objetivo. En una hora alcanzamos el limite de la vegetación y luego enfilamos con rumbo al cielo. Para entrar al escurridizo canalón rodeamos unos torreones por la izquierda para luego transitar por un estrecho pasillo hacia la derecha. En este último tramo “¡me cague de miedo!”, ya que avanzamos durante unos metros sobre una estrecha y expuesta vereda franqueada por un fantasmal abismo que no permitía errores.

Con el canalón a la vista y luego de un breve descanso, nos fuimos para arriba. Nieve dura y una pendiente promedio de 45° grados nos acompañaron por alrededor de 350 mts. Las buenas condiciones del terreno nos mantuvieron felices y motivados, sumado al luminoso día y escaso viento reinante. Paso a paso fuimos revelando los secretos de aquella virgen y prístina línea blanca que nos dejaba cada vez más cerca de la cima de la montaña. A las 10.00 am. alcanzamos la terraza superior, desde donde tuvimos el picacho cumbrero a la vista.

Luego de reponernos durante unos minutos, retomamos la marcha. El frío allá arriba se hacia sentir, y comenzaba a soplar un viento helado con el que pretendiamos lidiar lo menos posible. Una vez en la base de la torre final, Germán tomó la punta abordando una escalada en roca de 30 mts. y 5.6 o 5.7 de dificultad, salpicada en algunos tramos con algo de hielo verglas. Más tarde fue el turno mío y posteriormente el de Albano.

Eran las 11.00 am. cuando pisamos la aérea cumbre del cerro Toqui. Entre abrazos y fuertes rachas de viento, celebramos. Nos convertíamos en la tercera cordada que visitaba la cumbre y habíamos abierto una tranquila pero bella y evidente línea. Hicimos algunas fotos “con mascara incluida” y admiramos aquel increíble paisaje montañoso. Estábamos en lo alto de una cumbre que curiosamente dividía a las naciones de Chile y Argentina, pero apenas lo notamos.

El descenso fue bastante tedioso por la ruta “normal” (sureste). Primero rapeleamos el picacho cumbrero y más tarde continuamos el descenso negociando con tramos de acarreo y neveros duros. En un par de horas arribamos a la zona del vivac bastante destruidos, pero contentos. Posteriormente vino el viaje de retorno, el cual nos dejo un buen susto luego de quedar “pegados” con la camioneta en un arroyo que amenazaba con dejarnos ahí para siempre. Con mucho ñeque y creatividad ganamos esa pelea.               

"Directa Canalón Oeste" (500mts./50°/5.7/PD+)

miércoles, 20 de octubre de 2021

Un "bonus track" necesario: Portezuelo Cofré (4.0)

Hace tan solo un mes había estado en el Portezuelo Cofré junto a mi amigo Gino Andreani. En aquella oportunidad la mala visibilidad nos obligó a conformarnos con una torre vecina al proyecto original, puesto que esta última no se veía Lee aquí ese relato. Aún cuando aquella incursión no nos defraudo, ya que pudimos “sacarle el rollo” a la ruta y disfrutar de una bella cumbre, sabía que volvería por más.  

Nuevamente partí en modalidad “full day”, esta vez con toda la experiencia que me había entregado mi primera incursión un par de semanas antes. Sabia que un atractivo filo de orientación sureste me dejaría en la base de la torre principal, lo que me mantuvo enfocado y motivado. Mi compañero en esta oportunidad fue Guillermo Arroyo, con quién debutamos exitosamente como cordada.

Dos horas de conducción, y a eso de las 09:15 nos pusimos en movimiento. A paso firme fuimos ganando altura rápidamente hasta alcanzar la línea de nieve, que estaba – como era predecible – más arriba que en mi visita anterior. Nos fuimos turnando la punta, abriéndonos paso sobre una nieve tipo helado de piña, internándonos a buen ritmo sobre estos bellos, accesibles y poco explorados valles cordilleranos. 

El clima nuevamente nos sorprendió con una densa nubosidad que no nos permitía navegar con total comodidad, pero la ausencia de viento y precipitaciones fue excusa suficiente para continuar decididos hasta la base del objetivo. El paso de las horas nos dejó al pie de la torre, lugar donde nos equipamos. Serian 100 mts. de escalada (50°/60°), de los cuales “fressoleamos” 70 mts. sobre un terreno aéreo y expuesto. Más tarde montamos una reunión para asegurar los últimos 30 desconocidos e intimidantes metros.

Armado con siete números de camalots, un set de stoppers y una estaca, me fui para arriba motivado. La niebla lo cubría todo pero la cumbre se intuía cerca. Primero puse un #2 y más tarde un #0.3 en las entrañas de un sólido granito, para luego acceder a la embrujada y esbelta cumbre desde donde aseguré a mi compañero. La solitaria estaca que con la que contaba me sirvió para montar aquella reunión. 

Tan solo 4 horas y 30 minutos después de haber dejado el vehículo, nos paramos sobre esta solitaria cima envueltos en la niebla. Sabia que la vista desde aquel lugar era increíble, pero no nos quedaba más que imaginar aquel idílico paisaje. Disfrutamos de la paz y la energía que nos regalan las cumbres y nos dimos un buen respiro antes de partir. El descenso se inició con un 1er rapel desde una sólida seta de nieve.    

Los primeros 30 mts. de rapel nos dejaron en el sitio donde montamos la reunión durante el ascenso, lugar desde donde rapeleamos confiando en una anilla de 6mm. Los 40 mts. restantes los desescalamos concentrados, hasta detenernos al pie de las dificultades. Acá reorganizamos el equipo y continuamos con las maniobras de retirada. A las 19.00 ya estábamos en Coyhaique, felices y satisfechos de una nueva experiencia en estas montañas que llevamos a fuego en el corazón. 

*La montaña que ascendimos tiene una altura aproximada de 1.700 mts. y se desconocen ascensos anteriores al nuestro. Próximamente, espero acceder a cartografía del lugar para despejar dudas respecto de la altura y/o algún nombre conocido del cerro. 

lunes, 11 de octubre de 2021

Sierra Velluda: Cerrando un ciclo ¡16 años después!

Indudablemente este relato me ha remecido. El año 2005 estuve en la Sierra Velluda por primera vez, siendo un novato Lee aquí ese relato. Los escasos metros que me separaron de la cumbre en aquella oportunidad - ascendiendo por la cara oeste - supusieron una promesa que hoy desempolve: intentar llevarme la guinda de la torta. Los años y mi vida como montañista me fueron preparando para un reencuentro que asumí con respeto y humildad, dejando a la montaña la última palabra.

Más allá del reto físico y técnico, el aspecto psicológico se convirtió en lo más preponderante. Volé desde mi querida Patagonia con destino a la región del Bío-Bío entusiasmado, esperando dar un buen “examen” que decidí enfrentar ascendiendo la cara este de la montaña, para posteriormente realizar una travesía descendiendo por el oeste. Mi compañero en esta oportunidad fue – desde luego – un gran amigo y cordada de múltiples batallas, Cesar “kikito” Ibáñez. (La fotografía del topo es referencial y pertenece a Fernando Saenger).

Luego de aterrizar en Temuco emprendimos el viaje hasta la base de la montaña. La nubosidad nos acompaño aquel primer día, dándonos una mano con el calor. Serían 6 horas de dura marcha hasta montarnos sobre el filo que conecta el volcán Antuco con la Sierra Velluda, lugar donde levantamos nuestro campamento a unos 2.200 mts. Nos alimentamos, hidratamos y disfrutamos de aquel mágico entorno y atardecer, esperando ansiosos la madrugada.

A las 03.00 am. comenzamos a movernos. El viento se había intensificado, dificultando las clásicas maniobras de organización y desayuno antes de partir. Analizando la situación decidimos desarmar la carpa para que el viento no se la llevara en nuestra ausencia, lo que retrasó en una hora nuestro ataque a cumbre. Recién a las 05.00 am. estuvimos en movimiento, progresando lo más “aplicado” posible en una carrera contra el inminente amanecer.

Nos tomó 3 horas y ½ alcanzar el pie de la vía. El sol ya estaba en lo alto y la nieve perdía consistencia. Nos equipamos e intentamos descansar un poco. La pesada jornada del día anterior estaba acusando recibo, y nuestras fuerzas distaban de estar su mejor momento. Pese a ello, nos dimos ánimo y comenzamos a enfrentar el tramo más duro del ascenso. Superamos la línea de seracs y escalamos alrededor de 100 mts., siempre desencordados, hasta montar la primera reunión.

Nuestra idea era ir lo más rápido que pudiésemos e idealmente usar lo menos posible la cuerda, sin embargo, el agotamiento hacia de este avance algo peligroso. En total escalamos 8 largos de cuerda protegiendo con estacas. La nieve estaba aceptable pero no óptima, perdiendo densidad en el tercio superior, consecuencia de un año seco. Pese a que ambos nos sentíamos bastante exhaustos, disfrutamos de la ininterrumpida escalada mientras el sol nos devoraba con fuerza desde lo alto.

Alcanzamos el filo cumbrero a medio camino entre el collao y la cumbre principal (la protección dudosa no nos permitió hacer una línea más directa). Acá monté una reunión sobre roca y dejamos todo el equipamiento, exceptuando nuestros piolets. Luego de avanzar penosamente durante unos minutos sobre el delicado y expuesto filo, nos paramos sobre la diminuta cumbre cuando el reloj marcaba las 15.00 hrs.

Alegría, jubilo y emoción. En aquel minuto sentí que estaba cerrando un virtuoso ciclo como montañista, una etapa que se había extendido por largos 16 años llenos de exitos, fracasos y mucho aprendizaje. Vinieron a mi cabeza numerosas experiencias del pasado, y fui capaz de aventurar el futuro con especial atención, asumiendo que viene en camino un pequeño retoño, hijo/a de un padre particularmente terco y obstinado.    

El descenso por la canaleta oeste era terreno conocido. Hicimos varios rapeles aprovechando los descuelgues previamente instalados, hasta acceder a la relativa seguridad del glaciar Abanico. Abrazados por una tenue nubosidad y las cálidas luces del atardecer arribamos a nuestro campamento, cerrando una dura pero gratificante jornada, llena de emociones y profundas reflexiones, miedos, amistad y sufrimiento del bueno.

Con las luces de un nuevo día comenzamos a preparar el descenso, era nuestra tercera jornada en la montaña. Tan solo 3 horas y ½ nos tomó alcanzar el vehículo, donde arribamos doloridos y magullados, pero con el recuerdo fresco de intensos días de montaña. Como alguna vez lo leí por ahí, “lo habíamos dado todo, sin pedir nada a cambio”. Gracias, gracias.