domingo, 6 de octubre de 2019

Actualidad: C° La Picada vía "La Garganta de Selknam"

Un par de días de vacaciones fue la excusa perfecta para incorporar un plan montañero en el programa. Sabiendo que viajaría hasta Temuco, pensé en algún objetivo de la zona que no haya visitado antes. Luego de barajar opciones pensé en una “pequeña gran montaña” de la región de Los Lagos. El cerro La Picada (1720 mts) seria la opción, y mi amigo Cesar “tractor” Ibáñez el compañero.


El viaje fue largo. Primero pase una noche en Futaleufú y la siguiente en Villa La Angostura. El tercer día me reuní con el “tractor” en Osorno en una jugada de sincronía perfecta, y partimos con rumbo al sur, al encuentro de nuestro objetivo. Instalados en la falda norte del volcán Osorno (que subí el año 2006), iniciamos un hermoso acercamiento por el mítico Paso Desolación.


Luego de 2 horas y 30 minutos de marcha llegamos hasta la base del cerro La Picada, lugar donde montamos nuestro vivac al atardecer. Evaluamos la ruta, disfrutamos del entorno y la compañía, siempre con el ánimo a tope. La noche nos regalo un cielo abarrotado de estrellas, sin viento y frío aceptable. Estábamos a unos 1100 mts. en el corazón de la región de Los Lagos.


A las 04:45 nuestras frontales comenzaron a iluminar el camino. Superamos los últimos renovales y conectamos con una suerte de hombro que nos llevaría a la base de la línea elegida. La nieve favorecía el avance y nosotros progresábamos motivados. Luego de 2 horas accedimos hasta un sector conocido como “La Garganta de Selknam”, un canalón angosto y sostenido de unos 100 mts. y unos 60° de pendiente. 


Superada la garganta montamos la primera reunión. Evaluamos la situación y decidimos hacer una travesía hacia la derecha, que sin tener demasiada pendiente, era muy expuesta en sus primeros metros. Al cabo de unos minutos el primer largo había quedado atrás, por lo que rápidamente fuimos por otros 60 metros, esta vez escalando hasta una terraza bajo una pared de roca que nos permitió meter algunos “cacharros”.


El tercer y último largo fue un lujo. Unos 60° de pendiente y hielo cristal en sus primeros metros le sumaron más adrenalina a la mañana  y le dieron trabajo a los tornillos. Una bella y entretenida escalada que terminó en la arista cumbrera, donde el panorama era soberbio. Cuantas sorpresas nos regalaba esta “pequeña gran montaña” en una mañana digna de las mejores jornadas montañeras.


Los metros finales hasta la cumbre transcurrieron sobre una estética arista que remataba en el punto mas alto. A las 09:15 detuvimos nuestras humanidades donde la montaña se recortaba con el cielo. Nuevamente me daba un abrazo cumbrero con mi amigo “tractor”, compañero de ya varias batallas. Disfrutamos por unos minutos de aquel escenario volcánico, esta vez lejos de las montañas de Aysén.


El descenso fue tranquilo. Algo de malabarismo en un paso denominado “El Salto” y mas tarde algunas desescaladas por la ruta normal nos dejaron muy pronto de regreso en el vivac. El clima comenzaba a cambiar, pero nosotros ya nos retirábamos. A las 15:00 hrs. estábamos en la camioneta y a las 20:00 en Temuco. La aventura comenzaba a ser parte de un maravilloso pasado digno de recordar.     

lunes, 9 de septiembre de 2019

Con actitud creadora: "Libre y salvaje pero tóxico"

Hace 10 años me vine a vivir de forma definitiva a Patagonia. Más allá de las motivaciones laborales, familiares y/o sentimentales, fue la montaña mi principal agente movilizador. Tener la oportunidad de descubrir desde lo deportivo me llenaba de ilusión, anhelo que con el paso de los años fue tomando fuerza, forma y resultados. En este sentido, el relato que describo a continuación es un ejemplo humilde y sencillo de estos “actos creadores” que se consuman en el lecho de la montaña.


Luego de abrir “El camino del guerrero” en una cordillera cercana a la laguna Pedro Aguirre Cerda, volví. El buen acceso y las atractivas posibilidades de plasmar nuevas líneas en sus flancos me reencontró con ese lugar muy pronto. Esta vez con mi amigo Pablo Cid iniciamos esta aventura con un plan bien definido, cuyo objetivo era abrir una vía que prometía en la segunda altura máxima que emana de este cordón.     

     
Salimos de Coyhaique a las 05:00 am. para a eso de las 07:30 iniciar la marcha hacia nuestro objetivo. La nieve estaba más profunda que en el pegue anterior, pero nuestras ganas pudieron más. El clima tampoco era de los mejores, pero se podía progresar e incluso a ratos intuir la presencia del sol. Recién a eso de las 11:00 estuvimos a pie de vía. Nos equipamos y comenzamos a progresar desencordados, superando un pequeño tapón de nieve dura y hielo a 50° y más tarde una pendiente sostenida de 40°.


A mitad de la vía vino un tramo de mixto más vertical (hasta 70°), lugar donde montamos la primera reunión. Lidere este largo feliz y motivado para 55 metros más tarde asegurar a Pablo desde una reunión ecualizada con un stopper y un friend. Sobre nuestras cabezas ya se intuía la salida que se dejaba ver misteriosa entre nubes y coliflores de hielo frágil. Pablo fue por los siguientes 50 metros, penetrando un vistoso canalón helado salpicado de blancos y azules.


Desde este punto solo 10 metros nos separaban de la arista de cumbre. Era un tramo muy vertical (hasta 80°) de nieve y hielo improtegible, por lo que la limpieza era la única opción, buscando alguna falla en la roca que nos permitiese poner al menos un seguro salvador. ¡Bingo! un 0.4 nos dio la garantía necesaria para seguir con nuestro objetivo intacto. Escale hasta la arista y asegure a mi compañero, reuniéndonos ambos a metros de la anhelada y diminuta cima.


Con un fuerte viento y nieve polvo azotando nuestras mejillas, nos dábamos el abrazo cumbrero siete horas después de haber dejado atrás la seguridad del vehículo. La montaña nos había mostrado el camino y más tarde los secretos que guardaba el inmaculado hongo de su cumbre. Disfrutamos durante algunos minutos de aquel prístino espectáculo a 1.600 mts. de altura, felices y agradecidos.


El descenso casi no tubo pausas. Hicimos dos rapeles, desescalamos y finalmente caminamos hasta el vehículo, donde arribamos a las 17:30, completando 10 horas de actividad non-stop. Habíamos abierto “Libre y salvaje pero tóxico” (AD/250mts/70°). "Si lloras por no haber visto el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas". 

lunes, 19 de agosto de 2019

Cumbre innominada: Inaugurando "El Camino del Guerrero"

El primer proyecto de la temporada salió más temprano que tarde. Aprovechando la ventana climática del fin de semana me trasladé hasta una pequeña y desconocida comarca montañosa al norte de Villa Mañihuales, un sector que había llamado mi atención cuando ascendí la cumbre norte del cordón Pedregoso hace casi un año. Luego de estudiar y analizar las posibilidades, finalmente estuve a sus pies y claramente no me defraudo.


En esta oportunidad fuimos cuatro los montañeros que conformamos el grupo, dividiéndonos en dos cordadas. Un fabuloso camino de acceso nos dejó muy cerca del campamento, por lo que la caminata fue corta y pudimos aprovechar la luz del día para evaluar vías, condiciones e instalar con comodidad nuestro hotel mil estrellas esperando que llegara la madrugada. ¡Que pedazo de cerros teníamos frente a nosotros!


A las 04:00 am. sonó el despertador y a las 05:30 iniciábamos la marcha. En esta oportunidad fue Javier Galilea mi cordada, compañero de varias aventuras con quien me siento muy a gusto en la montaña. Nieve dura y luna llena amenizaron nuestros pasos hasta llegar al pie de la vía elegida, aun en la oscuridad de la noche. Cuanta ansiedad y cuanta gratitud por volver impregnarme de esas frías madrugadas en el lecho de la montaña.


Luego de escalar unos 40 metros sin cuerda armamos la primera reunión sobre roca. Inicié la faena con las primeras luces del amanecer, ganando metros valiosos en la intimidad de un angosto canalón vestido de invierno. Nieve dura y unos 55° de pendiente, nada de viento y bastante frío, pero yo apenas lo percibía. Todo fue pensar, sentir y disfrutar de aquel camino lleno de incertidumbre con rumbo al cielo.


Nos alternamos los largos que resultaron ser muy “disfrutones”. Alguna estaca por aquí, algún seguro de roca por allá y la ruta iba tomando forma. Javier se dio el lujo de utilizar sus clavos en un par de oportunidades, situación que de alguna manera nos remontaba a los orígenes y al romanticismo del montañismo clásico. ¡Hay que reivindicar el uso del clavo! comentábamos entre risas y “retazos” de seriedad. 


En los últimos dos largos la pendiente llego a unos 65°. El panorama era soberbio. La ruta se estaba dejando escalar y nosotros no disimulábamos nuestra alegría. El canalón llego a su fin bajo unas enormes y amenazantes cornisas, por lo que había que salir de ahí pronto. Luego de una travesía a la derecha y una escalada corta, alcanzamos una gran meseta que conducía a la cumbre. A las 12:00 estuvimos en el punto más alto del coloso, luego de 6 horas y 30 minutos de esfuerzo ininterrumpido. El altímetro marcaba 1.640 mts.
   

El descenso nos tomó poco tiempo. Bajamos por una ladera caminable, por lo que nuestro arribo al campamento fue rápido. Allá nos reunimos con la otra cordada que también celebraba luego de abrirse paso por una ruta paralela. En conclusión, un fin de semana redondo, un doble primer ascenso invernal, dos nuevas vías - “Pepito paga doble” (D/300mts/70º/M4) y “El camino del guerrero” (D-/400mts/65º) - y ningún percance que lamentar. 


"La más pura de las experiencias de escalada existe en un ámbito que está más allá de cualquier forma de comunicación. Es una historia que jamás podrá ser contada" (Kurtyka).  


lunes, 12 de agosto de 2019

Actualidad: Resumen del apogeo invernal y otras hierbas

Con el trip a “Piedra Parada” se cerró un ciclo y se abrió otro. Pacientemente esperamos el invierno, mientras trabajaba una molestia – a estas alturas crónica - en mi rodilla derecha. Parte de esa recuperación exigía un aumento de la carga, por lo que rápidamente estuve caminando en las montañas y posteriormente disfrutando del hielo en las clásicas cascadas que se encuentran en el Portezuelo Ibáñez.


Primero visité el cerro Pico Negro, ascendiendo por los canalones de su cara sur. El siguiente pegue seria en el cerro 1920, el cual aborde por unos de los canalones de su cara sureste. La rodilla estaba respondiendo, pero lo que me tenía más feliz era la idea de estar en la montaña nuevamente, solo, en invierno, disfrutando de esa comunión con los grandes espacios en la más absoluta libertad.


Si bien no ha sido un invierno duro, la formación de algunas cascadas era inminente. Ya en el mes de julio visité por primera vez La Cortina, un WI3 hermoso que no falla, más tarde vino La Bombacha WI3+ y Bájense de ahí WI2, todas clásicas que sirven para desempolvar los tornillos, ganar confianza y aclimatarse a la hostilidad climática, de cara a los futuros proyectos de montaña, que siempre hay en carpeta.


Lo más reciente fue la escalada de "Sobre cero igual se escala", una línea mixta (WI3/M3/130 mts.) bien entretenida, la que sumado a una pequeña nevadita y poca visibilidad, deja un muy buen sabor de boca. Aquí aproveche de hacer varias fotos y transmitirle varios “tips” de escalada a mi compañero de que se estaba iniciando en este tipo de actividades.


Por ahora solo resta esperar ventanas, tanto climáticas como energéticas para acudir al llamado de la montaña. La idea siempre es la misma; explorar, conocer, descubrir y abrir. "Haz lo que tengas que hacer con integridad, y comunica lo que has vivido con honestidad, humildad, humor y entusiasmo, y terminarás influyendo sobre los escaladores novatos más que si les machacas con la perfección de tu estilo y la chapucería del suyo" (Jeff Lowe).

martes, 14 de mayo de 2019

Piedra Parada y Cañadón de la Buitrera: ¡Paraíso rockero!

Lo cierto es que a Piedra Parada solo la miramos, pero el sector es más conocido por esta hermosa mole de roca que se levanta insolente en medio de la pampa, que por el bucólico cañadón de La Buitrera, cuya fisonomía profunda y rocosa da origen a un fascinante paraíso rockero donde abundan colores, texturas y rugosidades tan diversas como estilos de escalada.


De Coyhaique nos fuimos hasta Esquel y el segundo día muy temprano estábamos en el camping de los Moncada. Carpa armada, equipo listo y no perdimos ni un solo minuto para adentrárnos en el cañadón. El sol comenzaba a iluminar este paraíso cuando probamos las primeras rutas. Nada de viento, nada de preocupaciones, solo escalar y contemplar, vivir, conectarnos con nuestra energía y nuestros miedos.

 

La idea era visitar un buen números de sectores y así lo hicimos, probando rutas tranquilas y disfrutonas. Excelente calidad de roca al abrigo de un increíble spot. Muy poca gente en el cañadón, ya que era el cierre de la temporada. Lamentablemente la luz se iba a las 18:00 pero nuestra recompensa era la tranquilidad y el silencio sacado de otro planeta. Que grato haber llegado hasta ahí, un lujo. 


Nuestro segundo y último día de escalada me concentre en apretar un poco más. Visitamos Jardín del Edén, Ortigas y Cañadón Angosto, donde encadene un 6b a vista como máximo premio, lo que finalmente resulta un detalle para un viaje tan corto. Caminamos, volamos, comimos, contemplamos, conocimos gente y lo mejor de todo, nos quedaron muchas ganas de volver, lo que resume este breve pero intenso periplo.


Conclusiones y recomendaciones: Vayan todo el tiempo que puedan, visiten el máximo de sectores posibles, tengan ojo con los metros/chapas por ruta, hay varias que tienen buenos alejes. Que no falte el agua, la comida y las ganas de pasarlo bien. Y el próximo año, “Sexto Sentido” ¡voy por ti!.