martes, 25 de junio de 2013

Actualidad: Una mirada gráfica al Cerro Monreal

Con sus 1516 mts. y las primeras nevadas cubriendo sus laderas hasta los 1000 mts., decidimos que sería un lindo objetivo ir por el día al cerro Monreal, una pequeña mole que custodia desde el norte los prístinos lagos Paloma y el homónimo Monreal. El grupo lo integrábamos cuatro animados montañeros.


Con todo listo y dispuesto iniciamos el ascenso superando gran parte del bosque a través de una huella maderera. En poco tiempo lo dejamos atrás y comenzamos a abordar los primeros neveros rumbo a lo más alto. En el camino aprovechamos de inspeccionar la existencia de posibles nuevas rutas, llevándonos algunas sorpresas.


Con la temperatura mantenida en 0°C grados, casi 900 mts. de desnivel, y 3 horas y ½ de marcha, alcanzamos la amplia meseta cumbrera, un lugar muy reconfortante cuya vista panorámica era increíble. Gran parte de la cordillera estaba frente a nuestros ojos en un perfecto día invernal, desde el Castillo por el sur hasta la cordillera Emperador Guillermo por el norte. Disfrutamos.


El descenso fue tranquilo, sin apuros (en lo personal cuidando una lesión al tobillo de la que estoy saliendo), hasta retornar nuevamente a la seguridad del jeep. Atrás quedaba un excelente inicio de temporada invernal, el rodaje preciso de cara a los desafíos que están por venir. 100% recomendable.

domingo, 2 de junio de 2013

A la caza del invierno: Cerro Pico Triangular Sur

Con mi cordada (Camilo Hornahuer) volando rumbo a Coyhaique había llegado la hora de decidir. Llovía intensamente en la región, pero había un lugar que escapaba aparentemente a las odiosas precipitaciones. Subimos todo lo necesario al jeep y caprichosamente iniciamos el viaje con rumbo sur, la zona de Zeballos y Jeinimeni formaban parte de un nuevo proyecto personal por primera vez.


Viajamos hasta Los Antiguos (Argentina) donde pasamos la noche, para continuar al día siguiente por la ruta 41 hasta nuestro objetivo, el cerro Pico Triangular Sur (PTS), una desconocida mole que supera los 2.500 mts., salpicada de aristas, glaciares y paredes que por años han escapado a la mirada de los deportistas de montaña. Aquel hito fronterizo comenzaba a quitarnos el sueño.


Abandonamos el jeep en medio de la desolada pampa patagónica e iniciamos la marcha sobre el coironal del olvido. Águilas, liebres, pumas, guanacos, ñandues ¡santo cielo! qué lugar más espectacular. Nuestra ruta serpenteaba junto a un estero que en poco tiempo nos condujo al valle donde el PTS es el amo y señor. Levantamos nuestro campamento en la morrena luego de tres  horas de marcha.


El primer percance llego a la hora de prender la cocinilla ¡no funciono!, estábamos hambrientos y helados, pero solo podríamos conformarnos con queso, salame, galletas y la “fresca” agua del deshielo. A eso se sumaba que solo tendríamos un solo intento de cumbre, por la imposibilidad de preparar nuestros alimentos y, desde luego, tomar algo caliente. El ánimo no decayó.


Salimos a las 06.00 am. apenas se detuvo una breve nevada. Primero alcanzamos el fondo de valle y más tarde ascendimos por una pequeña canaleta que nos ofreció 50° sobre buena nieve. Arriba el manto blanco comenzaba a hacer de las suyas obligándonos a hundirnos hasta la rodilla, y la opción de atacar por el glaciar se esfumaba debido a la inestabilidad de la nieve. ¿El plan?, subir por una ladera muy accidentada y de fuerte pendiente hasta alcanzar el enorme filo cumbrero.


Escalamos desencordados superando canalones y resaltes de roca ganando altura lentamente. Amanecida y el frio decía presente inyectándonos su medicina hasta los huesos, por lo que había que mantenerse en movimiento. Las ráfagas de viento también daban que hablar, azotándonos cada cierto tiempo al punto de congelarnos las pestañas. Con todos estos ingredientes sobre la mesa comprendimos que estábamos en el lugar indicado.


A las 10.15 alcanzamos un balcón que nos ofreció una vista impagable, teníamos la fortuna de estar en medio de un hermoso paisaje invernal, místico, desolado, frio y escasamente visitado. Nieve, montañas y nubes fundiéndose en un solo abrazo, dando condimento a una zona de implacable belleza donde la vida adquiere un desmedido sentido.      


Nos turnamos la punta abriendo paso sobre la nieve honda, pero la tasa de avance estaba lejos de ser la que esperábamos, aun así continuamos. Atravesamos una especie de plateau y ascendimos en dirección a una banda rocosa que sería nuestro pasaporte al esperanzador filo, sin embargo, la pendiente de unos 55° bañada por un metro de nieve polvo improtegible nos diría, no.


Estábamos a 2.200 mts., pero sabíamos que aquel dato constituía solo una mínima referencia. Nuestro intento llegaba a su fin cuando promediábamos 6 horas de actividad, 6 horas de un blanco, intenso e inolvidable peregrinaje hacia nosotros mismos. La cumbre quedaría pendiente para una próxima visita.
 

Descendimos en silencio, concentrados, obedeciendo nuestras propias decisiones, disfrutando del particular manjar que emana de estas celosas montañas. A eso de las 14.30 arribamos al campamento para desarmar y continuar rumbo al jeep bajo una suave nevada, satisfechos. Aquella noche pudimos dormir plácidamente en Los Antiguos, y claro, disfrutar de un contundente plato caliente. Volveremos.


PD: Quiero agradecer muy especialmente a los Argentinos Oscar Biott y Federico Djeordjian por la valiosa y desinteresada información que nos proporcionaron para acceder a este maravilloso lugar, dándonos con ello una clara señal de que la camaradería en montaña no tiene fronteras.