sábado, 3 de noviembre de 2018

Cumbre en el Ferruginoso: Explorando territorio "Cobra"

El clima prácticamente no había dado tregua durante los fines de semana y más encima se sumaba una molestia constante en mi rodilla derecha. ¿La opción? Esperar buen clima y rogar por que la pierna aguantara cuando llegara el momento. Fue así como partí en compañía de Berni Manson y Duncan Mcdaniel al Cº Ferruginoso, una desconocida montaña al interior del valle del rio El Malito, la cual posee un atractivo glaciar en su cara sur, y lo más interesante, no registraba ascensos.


Se trataba de un sector cuya actividad deportiva era encarnada por el grupo conocido como “Los Cobra” de Coyhaique. Montañistas y escaladores que en muy buen estilo han cosechado éxitos abriéndose paso a través de la selva y terrenos poco explorados. Con este precedente nos internamos en lo más profundo del valle, la selva y los arroyos, para montar nuestro vivac en un “clarillo” a poco más de 900 mts., 6 horas después de haber dejado la comodidad del vehículo.


La alarma sonó a las 03:00. Desayunamos y partimos en medio de la noche con un clima que se auguraba estable. Danzamos unos minutos en el bosque y rápidamente alcanzamos el nevero que nos conduciría a terreno montañoso. Ascendíamos sin prisa pero sin pausa sobre una nieve increíble, óptima para progresar sin mucho desgaste y con seguridad, hasta darnos un buen primer descanso y evaluar la ruta cuando comenzaba a despuntar el sol.


En la zona media de la montaña ascendimos directo hasta una corta canaleta que nos dio paso al hermoso glaciar sur del Ferruginoso. Una masa de hielo prístina y salvaje que nos esperaba vestida de un reluciente color anaranjado. En este punto había un cambio de pendiente que alcanzaba los 50º grados sobre nieve dura y hielo, por lo que nos dimos un buen respiro, aseguramos los piolets y escalamos confiados, cada vez más cerca de la cumbre que aun no se dejaba ver.


Ganamos altura hasta un evidente y hermoso plateau, para luego progresar sobre una cómoda y sutíl pendiente de nieve dura. A poco andar el torreón cumbrero que corona el cerro Ferruginoso (1.792 mts.) – altura máxima del cordón homónimo - estaba frente a nosotros, llamándonos a un desafío que no evadimos y que enfrentamos con decisión, todo mientras la mañana nos envolvía con amabilidad, mostrándonos un enjambre de secretos andinos olvidados.


Abordamos el torreón por el este. Los últimos metros nos demandaron el uso de algunos seguros sobre roca pésima, pero logramos pararnos tempranamente sobre la desconocida cumbre. En tan solo 4 horas habíamos coronado un coloso que nunca en su historia le había abierto la puerta a visitante alguno. Nos sentimos privilegiados y felices, celebramos. Gozamos de una increíble vista sobre montañas como el cerro Catedral, Punta Mochileros y Emperador Guillermo.     


Unas 3 horas nos tomó alcanzar el vivac. Comimos, hidratamos y nos dimos un buen descanso antes de enfrentarnos nuevamente con el bosque y los arroyos. En total unas 4 horas más a buen ritmo (modo jabalí) hasta la camioneta, donde arribamos cansados pero satisfechos. Le dijimos hasta pronto a una comarca montañosa donde desde luego ¡volveremos!. Aprovecho de agradecer la buena onda y el aguante de esta improvisada cordada internacional (España/USA/Chile).

lunes, 10 de septiembre de 2018

Cordón Pedregoso: Los secretos de su cumbre Norte

Han pasado varias cosas. Sin ir más lejos estoy en deuda con el especial de escalada en hielo correspondiente a esta temporada invernal, pero bueno, ya vendrá. También hubo un segundo intento frustrado a un cerro cercano al lago Las Torres y un trekking en las inmediaciones de Coyhaique, pero les juro que ya escribiré sobre ello. Por ahora, quiero remitirme a lo que fue nuestro ascenso a la cumbre norte (1.621 mts.) del Cordón Pedregoso.


Ubicado al norte de Mañihuales, muy cerca de la laguna Pedro Aguirre Cerda, el Cordón Pedregoso es un antiguo conocido mío, ya que estuve en su cumbre sur (1.580 mts.) hace ya 5 años, en aquella oportunidad junto al “loco” Harry Relato: Cumbre Sur del Cordón Pedregoso. El nombre se lo dimos en honor a su ubicación, ya que no figura con denominación alguna en las cartas de la zona (si alguien quiere aportar información al respecto, bienvenido).


Definitivamente es el invierno la estación para visitarlo. El cordón posee numerosos canalones y nosotros fuimos por uno de ellos en su cara norte (hacia el oeste se intuyen más técnicos y requerirán de más tiempo), el cual a pesar de su simpleza, nos demandó 1.300 mts. de desnivel a superar desde el vehículo. Primero algo de “chala” por un camino interior, luego su respectivo modo “jabalí” en el bosque, y por fin el canalón en toda su magnitud.


Inicialmente la nieve se presentó blanda, pero a medida que ascendimos fue mejorando en su consistencia, al punto de demandarnos el uso de crampones y piolet. Nos movimos a paso regular, cómodos, disfrutando del entorno y el paisaje en un día radiante y de cielos azules. ¿Invierno? La verdad es que gran parte del ascenso lo hice en primera capa y sin guantes, un lujo si no fuese por la caída de material.


La pendiente muy tranquila, algunos pasos de 45° y sería. En algún minuto parecía imposible pero sucedió, ¡el canalón llegó a su fin! alcanzamos el filo cumbrero donde la vista era soberbia. La cumbre estaba cerca, unos 200 mts. hacia el suroeste. El terreno comenzaba a ablandarse pero nosotros no, queríamos ser – posiblemente – los primeros en aquella cima que en su aparente modestia, era capaz de satisfacer nuestros anhelos de andinista.


¡Cumbre! 5 horas y 30 minutos de actividad continua nos dejaron en lo más alto. Ahí estábamos, en ese contacto íntimo con la naturaleza, comprendiendo con más claridad que nunca, el porqué de nuestro esfuerzo. Agradecí íntimamente tener la salud, la energía y la motivación necesaria para estar nuevamente de pie sobre uno de estos simbólicos altares en compañía de buenos amigos.


Aprovecho de agradecer la excelente compañía de “Berni” y “Lalo”, compañeros en esta aventura “full day” que terminó alrededor de las 18:30 hrs. cuando alcanzamos el punto cero, maltratados pero felices, con 10 horas de actividad en el cuerpo. Como dicen por ahí, ¡que no pare la motivación!      

jueves, 5 de julio de 2018

Actualidad: Resumen fotográfico del primer semestre

“Una de las cosas más gratificantes que podemos hacer es enseñar o transmitir lo que sabemos, pero no eso que se aprende en los libros o en las clases de pedagogía. Me refiero a ese conocimiento que hemos construido durante años, aquello que hemos visto que sí resulta, actividades que a veces no son convencionales, pero que logran transmitir justo lo que queremos”. Rescaté este texto de Paula Gálvez (Revista Escalando 49), porque forma parte del propósito de este blog.


Es verdad, ha pasado bastante tiempo desde el último relato, desde el último secreto, pero lo cierto es que la actividad no se ha detenido, al menos por completo. Como es habitual, durante los meses de verano e inicios del otoño nos avocamos a disfrutar de la roca - principalmente de la escalada deportiva - visitando las diversas y privilegiadas zonas que existen en la región. Naturaleza, deporte y amigos, un exclusivo menú para el alma. 


El otoño traería días fríos y bosques pintados, dando paso a las primeras nevadas del año. Con ese escenario invadiendo el paisaje, rápidamente estuve en las montañas. Era necesario reencontrarme con el frío, el viento helado, la soledad, el agotamiento y con la sublime recompensa que entregan los caminos que llevan a una cumbre, por muy modesta que esta sea. 


En compañía de mi pareja (Claudia) visitamos el Pico Negro y Cinchao, cerros ideales para comenzar a preparar la temporada. Asimismo, una nueva escapada me llevó en solitario a la cumbre del cerro Custodio, una mole ubicada en el Parque Nacional Cerro Castillo, y cuyos 2000 mts. no visitaba desde el invierno del año 2011, cuando abrimos una ruta en su cara sur. Acá el link: http://alturasur.blogspot.com/2011/07/actualidad-retomando-la-montana.html


Y bueno, entre tanta espera por fin llegó. El invierno ya está aquí y con él los placeres del hielo. Pica aquí, pica allá, pica flor... Hasta ahora he disfrutado de las bondades de "La Cortina" (WI3) y "Bájense de ahí" (WI2), pero solo es cosa de tiempo para hurguetear en los demás rincones que ofrece nuestro consagrado parque de diversiones, el Portezuelo Ibáñez, uno que cada vez reúne a más deportistas de montaña.


Ha sido un semestre diverso en el ámbito de la montaña y la escalada en nuestra región. Se desarrollaron eventos tales como el “Roc'Fest” en Cerro Castillo y Chile Chico, además de la “Cumbre de la Escalada” en Coyhaique. No puedo olvidar una polémica de resonancia importante, como lo es el uso de chapas en rutas de montaña. Se trata de temas relevantes sobre los cuales pretendo ahondar en futuros relatos. 


Por ahora, solo resta enfocarse en los objetivos que depara el segundo semestre. Como dijo Herman Hess en alguna oportunidad. “Mientras existan objetivos en la vida se vive, sino solo se sobrevive”. Aprovecho de agradecer a los autores de algunas de estas imágenes: Claudia Millahual, Tobias Hellwig, Patricio Díaz y Javier Galilea. ¡Vamos por más!

miércoles, 24 de enero de 2018

¡Bienvenido 2018! Escalada tradicional en "El Águila"

“Contra la poesía de las nubes nosotros oponemos la poesía de la tierra firme, cabeza fría, corazón caliente”. Breves pero sabias palabras para rendir un homenaje a Nicanor Parra, el antipoeta que hoy vuela alto. Y si de volar alto se trata, los invito a disfrutar a través de este relato de “El Águila”, un entretenido y completo sector de escalada - cercano a Puerto Ibáñez - donde hemos estado apretando recientemente.


Junto a Pablito “Chuk-Norris” Cid (quien me aportó con algunas de estas fotografías) optamos por meter fierros en este sector que cuenta con numerosas vías de escalada tradicional y deportiva. Mono y multilargos se dejan ver en estas paredes donde los visitantes son escasos. Si bien hemos probado varias rutas, me enfocare en las tres últimas líneas, para entender un poco más de que se tratan. La primera de ellas “Entre flores y espinas”.


Unos 110 mts. divididos en 3 largos le dan vida a esta ruta cuya dificultad ronda el 5.9. Los primeros metros parten con una escalada deportiva de 7 chapas, para dar paso a un diedro tranquilo y protegible que culmina en una reunión compuesta por 2 chapas. El segundo largo es un poco más duro y vertical, pero protegible, ascendiendo de manera más directa para detenerse en una cómoda reunión aterrazada.


El tercer largo suelta un poco, sin embargo, hay que luchar contra la fuerza del viento que se incrementa a medida que la altura es mayor, ¡ojo con eso!. La reunión es cómoda para comenzar a preparar los rapeles, en los cuales se debe tener extremo cuidado con las cuerdas para evitar que se atasquen. Es una aventura recomendable. 


Otra de las líneas que probamos fue “Tierra sucia”, un rutón de unos 75 metros y 3 largos bastante sostenidos, con una dificultad aproximada de 5.9. El primero de ellos posee una fisura bastante lógica y continua que “triza” la pared a lo largo de 30 metros. Es característico un pequeño árbol en el primer tercio, buena roca, empotres y agarres para todos los gustos.


Los siguientes largos son más zigzagueantes, particularmente el tercero, cuya protección no es tan evidente. El paredón es muy atractivo, pero al tener orientación sur puede ser bastante fresco. La ruta termina en la cumbre, y demanda 3 rapeles si se escala con una sola cuerda. Es una alternativa muy recomendable. 


La tercera ruta se denomina “Sube y baja conmigo”. El primer largo de unos 35 metros es un cómodo 5.7. Parte  con 3 chapas y tiene muchas opciones de protección, ideal para hacer escuela. El segundo es cosa seria, posiblemente un 10.b que más allá de su dificultad técnica, tiene muchos agarres y bloques sueltos. Aún está muy sucia. El tercer largo no lo escalamos ya que nos pilló la hora.


Como conclusión, se trata de un excelente lugar para trepar. Llevar idealmente un rack doble y pedir permiso. No dejar basura, escalar mucho y disfrutar del paisaje. Tener presente que esta descripción es solo una apreciación personal de este autor. La soledad de estas paredes llena de energía y satisfacción. ¡Bienvenido 2018!