jueves, 7 de febrero de 2008

Mt. Tronador: Más que un Hito Fronterizo

Queríamos realizar alguna actividad que marcara el verano del 2008. El año pasado habíamos ido por el volcán Yate, ascenso que confirmó lo atractivo de subir moles glaciadas durante el verano en la zona sur. Este año andaríamos cerca, viajamos a Argentina, el destino: Monte Tronador.

Con tres cumbres claramente definidas, el Tronador se alza muy cerca de Bariloche, llamando indudablemente la atención de los montañistas. Pico Chileno, Internacional y Argentino, son las cimas que llaman a subir por sus flancos glaseados.


Viajamos a Bariloche para intentar la cumbre Argentina, la mas accesible de todas, pero no menos embrujante y bella. Nos trasladamos hasta Pampa Linda, base del cerro, para desde ahí ascender hasta el sector del refugio Otto Meiling. Fueron 4 horas y media hasta que accedimos a este sector, superando un frondoso bosque.

Los glaciares del Tronador ya estaban frente a nuestros ojos, enormes, descomunales, infinitos, ruidosos y vivos. Levantamos nuestro campamento y esperamos lo que seria una larga madrugada.


Partimos en medio de la noche superando lo que se conoce como el filo de la Motte, hasta conectar con el enorme filo de la vieja. Se trata de una línea directa que nos llevaría hasta el sector conocido como la depresión. Con las luces de la frontal superamos grietas y algunos pasos algo expuestos hasta recibir los primeros rayos del sol.



Finalmente, con luz natural nos desplazamos a través de un laberinto de grietas que nos llevaría rumbo al portezuelo que separa las cumbres Internacional y Argentina. El avance no fue muy rápido, consecuencia de la nieve blanda que no encontró bajas temperaturas durante la madrugada, y que por lo demás, tampoco permitió endurecer algunos puentes de nieve.




Al cabo de unas horas alcanzamos el portezuelo que posee una vista soberbia hacia nuestro Chile querido. Remontamos una fuerte pendiente siempre agrietada y nos pusimos bajo la cumbre, separados de ella por un largo de cuerda que lucia un terreno en muy mal estado bastante expuesto.


Con un buen trabajo de equipo sorteamos los últimos metros compuestos de hielo y roca, hasta alcanzar el filo de la cumbre. Desde aquí gateamos unos torreones podridos y expuestos hasta gritar la palabra mágica, cumbre!! Había sido un lindo trabajo, en una maravillosa montaña y con excelentes amigos. Nuevamente el destino nos permitía acariciar lo más íntimo de nuestros sueños con la mano.


Descendimos rapeleando la ultima parte, para luego continuar con el descenso a través del los enormes glaciares que decoran el majestuoso Tronador. Alcanzamos el campamento agotados pero felices, recordando por mi parte la frase: “Sabemos que el dolor pasa, el sudor se seca, el cansancio se termina”.


Mas tarde vino el regreso a Bariloche, las cervezas y ,por supuesto, unas contundentes milanesas. Todo habia sincronizado de maravilla, la montaña estubo de nuestra parte, y no me cabe duda que lo seguira estando.