viernes, 26 de junio de 2009

Exploración Invernal: Secretos del Bosque

De tanto esperar, por fin el invierno hizo su arribo a la Región de La Araucania, trayendo con el las frías consecuencias de un panorama altamente adictivo, montañas y bosques que se visten de blanco y alimentan de un frío entumecedor.

Nuestro objetivo fue la exploración de la vertiente este de Sierra Nevada, un sector muy poco conocido que ofrece vaga o nula información. Para ello viajamos en bus hasta el sector del túnel Las Raíces, lugar donde comenzamos la caminata.

El primer escollo de la ruta fue el cruce de dos ríos con agua hasta la rodilla, un verdadero calvario que se transformo en la llave de una entrada que nos condujo a un hermoso lugar deportivamente muy poco explorado, mas aun en invierno.

Luego del río atravesamos una amplia pradera nevada para más tarde acometer el bosque que lucia completamente nevado. Nos internamos por un camino siempre ascendente que al parecer correspondería a una huella maderera. Fueron algunas horas de un hermoso trayecto desplazándonos sobre raquetas en lo más íntimo del bosque invernal, hasta detenernos en medio de un gran claro que nos permitió divisar con holgura esta inmaculada cara de la sierra.


Hasta el momento no habíamos ganado mucha altura, y en vista de la hora, decidimos montar nuestro campamento sobre una explanada en medio del bosque, todo con la intención de encontrar algún filo al día siguiente, que nos permitiera seguir ascendiendo.

Una noche extremadamente húmeda y fría "abrigo" nuestro sueño. Dormimos placidamente a causa del cansancio esperando una nueva jornada.

La partida fue en horario ejecutivo. Cerca de las 12 nos comenzamos a desplazar por un terreno irregular, todo para mas tarde conectar con un nuevo sendero que nos invitaba a ir más alto.

Ascendimos por él disfrutando de una suerte de realismo magico que envolvia al bosque, para luego de unas horas detener nuestros pasos nuevamente frente a la gran Sierra Nevada, esta vez desde un mirador ubicado a unos 1.400 mts.


Comer, hidratar, un par de fotos y comenzamos a bajar en dirección al campamento. La temperatura comenzaba a descender tan rápido como nosotros, que pretendíamos llegar a la carpa con las últimas luces, y así lo hicimos.

Pure con tuco, mate y galletas fue el menú de aquella tarde. Luego de eso nos dispusimos a esperar la fría noche en la seguridad de nuestros sacos y al abrigo de una buena conversación. La temperatura descendió a unos 15 grados bajo cero durante la madrugada en un ambiente saturado de humedad.

Llego el día del retorno. Ponerse las botas congeladas, desarmar el campamento y emprender el regreso. A eso del medio día volvimos a detenernos sin opción, el río nuevamente era causa y testigo de nuestros más vergonzosos lamentos, pero la aventura ya había sido consumada.