Había que cerrar el círculo. En
diciembre de 2013 intenté por primera vez el cerro Emperador Guillermo, sin
embargo, revotamos un par de metros antes del collao. Acá está el relato de esa
aventura "Un hueso duro de roer": Cerro Emperador Guillermo. Desde luego, había que volver, el proyecto estaba abierto, y
como ya lo sabemos, la montaña siempre nos da nuevas oportunidades. Esta es la
historia del segundo ascenso absoluto a la torre norte.
Seba “incombustible” Jans, Pablo
“Chuck Norris” Cid” y quien escribe, formábamos el grupo. Era mi quinto viaje a
la cordillera Emperador Guillermo. Primero nos trasladamos hasta el campo que
da acceso a un deteriorado camino para 4x4, y proseguimos con tan solo 2 horas
de marcha que nos permitieron el arribo hasta la base de la montaña, a unos 1.100 mts.
sobre una evidente olla de origen glacial.
A las 05:00 am. nos pusimos en
movimiento. En la zona baja la nieve estaba pésima, pero mejoró a medida que
fuimos ganando altura. Ascendimos en dirección a una suerte de “glaciar
empotrado”, todo mientras la mañana comenzaba a desatarse cálida y radiante,
permitiéndonos ser testigos de un escenario único, el preludio de una tremenda
jornada de montaña.
Poco antes de alcanzar la base
del glaciar nos desviamos a la izquierda, “freesoleando” algunos metros sobre
excelente hielo, para continuar rumbo a un pequeño canalón que nos sacaría de
la rampla principal. En este lugar iniciamos un traverse a la derecha y más
tarde un corto rapel, para alcanzar el
expuesto y frágil collao donde se inicia el primer largo de escalada en roca.
El primer largo no fue regalado.
Seba se motivó y escaló con gran efectividad hasta la reunión. Más tarde fuimos
Pablo y yo, siempre con crampones. La ruta continuó rodeando por el oeste un
enorme gendarme hasta la siguiente sección de escalada. Nuevamente un inspirado
Seba nos pidió ir de primero, liderando una expuesta y aérea escalada, tramo
donde me cayó una roca de tamaño significativo que me golpeo el brazo a la
altura del tríceps y parte de las costillas. Gracias a dios no paso a mayores,
salvo algunos moretones.
Alrededor de las 13:00 hrs.
estuvimos todos en la cumbre, en lo más alto del torreón norte del Emperador
Guillermo. Nos convertimos en la segunda cordada en visitarlo, un lujo y un
privilegio que nos llenó de satisfacción. Se trata de un aéreo mirador desde donde es
posible distinguir con claridad las cumbres sur y oeste de la montaña, todas cimas
que rondan los 2000 mts. de altura.
En el descenso hicimos 5 rapeles
de 30 mts. c/u, 4 en roca y 1 en hielo desde un “avalakov” en la parte baja de
la ruta. Alcanzamos el campamento a las 17:00 hrs., justo cuando comenzaba a
llover. Más tarde retornamos hasta la camioneta y posteriormente a Coyhaique,
cerrando así una intensa jornada llena de esfuerzo, compromiso, compañerismo,
camaradería y claro, como lo he dicho en otras ocasiones, sufrimiento del
bueno.
PD: Poco antes del último rapel,
a la altura del glaciar, Pablo “Chuck Norris” Cid” se salvó de una violenta
liquidación de “línea blanca”, la cual pudo resolver con cinematográficos
movimientos al más puro estilo de Matrix, ¡grande chuuuck!
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