miércoles, 12 de septiembre de 2012

"Canalón de los Coyhaiquinos": ¡1ra absoluta!

No saben cuánto extrañaba esto. Una lesión que duro más de 2 meses me tuvo alejado de las pistas, pero siempre hay una oportunidad para retomar. A fines de agosto comencé el rodaje en el cerro Pico Negro (1.630), solitario, invernal y con mal tiempo, experiencia donde todo anduvo bien, y que a su vez me motivo a intentar un nuevo objetivo en la cordillera Emperador Guillermo. 


Esta vez partí junto a mi amigo Hugo Espinoza a explorar esta cordillera olvidada, donde había estado solo una vez antes, conociendo los secretos del cerro Balcón, oportunidad en la que realizamos el primer ascenso. Como es la tónica en esta época, para acercarnos transitamos por acarreo, bosque y nieve, lo que nos tuvo al final de la tarde montando nuestro campamento en el limite del bosque. 


Iniciamos el ataque a cumbre en horario ejecutivo, a las 07:00 hrs. salimos “los perlas”, con intenciones de definir con claridad el objetivo sobre la marcha. Llevábamos 1 hora de camino y nos pillo el amanecer encendiendo todo a su paso, iluminando un día prometedor. A esas alturas un desconocido cerro enclavado al final de un pequeño valle de altura ya nos comenzaba a quitar el sueño. 


Fuimos por una desconocida e innominada mole de 1.900 mts. Un canalón que habíamos visualizado en una imagen satelital seria nuestro pasaporte hacia lo más alto de la montaña, atractiva vía de ascenso que no nos defraudo. Ahí estaba, esperando por lo mejor de nuestro esfuerzo y determinación.


Dejando atrás el cansancio producto de la nieve honda iniciamos el 1er largo del canalón. Nieve bastante cómoda y algunos pasajes de hielo formaban parte del terreno de juego. Pendiente sostenida de unos 50º con algunos resaltes más inclinados opusieron resistencia, pero nada que detuviese nuestro avance. 


Así fueron transcurriendo los metros, asegurándonos principalmente con estacas, ganando altura progresivamente a través de un soberbio paisaje, muy alpino y estimulante, “justo lo que me había recetado el doctor”. Estábamos felices de estar en aquel lugar donde posiblemente ningún otro aventurero había dirigido sus pasos. 


El último largo nos ofreció un paso de terreno mixto – posiblemente lo más complejo – y más tarde una nieve profunda e inestable a mas de 60º, hasta que finalmente pude acceder al filo superior de la montaña, desde donde pude asegurar a Hugo de una reunión montada en roca con un par de empotradores. Los 240 mts. de canalón ¿canalón de los coyhaiquinos? habían quedado atrás.


En esos momentos solo restaba caminar unos 15 min. hasta la cumbre de la montaña superando rocas y lajas resbaladizas, pero abordables sin protección. El frio y el agotamiento de Hugo impidieron que me acompañase a la cumbre - por lo que en solitario - y luego de 7 horas de ascenso, me instale en la cima de esta virgen y bella montaña.


El descenso se inicio más temprano que tarde. Me reuní con mi cordada nuevamente e iniciamos el descenso por medio de rapeles, todos hechos desde hongos de nieve a través de la misma ruta de ascenso. Maniobra tras maniobra alcanzamos la base y más tarde continuamos nuestro camino rumbo al campamento, donde arribamos a eso de las 18:00 hrs.



Con el sabor de la tarea cumplida, la experiencia de un nuevo  1er  ascenso absoluto en la cordillera de Emperador Guillermo, y esta vez en invierno, desarmamos nuestro campamento rápidamente para retornar a Coyhaique. A las 10:30 hrs. estábamos en nuestro hogares, ¡rotos!, pero felices. "El dolor es temporal, el orgullo para siempre".

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