miércoles, 9 de julio de 2008

Los “hipocondríacos” del Cerro Rubilla

Fueron 4 días en la zona central, acabábamos de subir el Mirador del Morado por la Canaleta del Rincón y aun nos quedaban 2 días más en la Quebrada de Morales. El plan era claro, iríamos por el Cerro Rubilla, ubicado al inicio del cajón, y cuya altura promedia los 3.500 mts.


El tercer día descendimos desde nuestro campamento a los pies del mirador, retornando por el valle hasta alcanzar la ladera del macizo Rubilla. Aca comenzó nuevamente el ascenso a través de una ladera inclinada sin nieve.


Fueron un par de horas hasta montarnos en una especie de pequeño plateau nevado, donde era posible tallar una plataforma lo suficientemente grande como para montar 2 carpas.



Estábamos a unos 2.550 mts., la bencina escaseaba y no había agua liquida, por lo que tuvimos que racionar las operaciones con el anafre, destinándolo solo para hacer algo de te y un plato fuerte de comida caliente.


Si bien el ascenso al Mirador nos había dejado algo maltratados físicamente, nunca pensamos en el resurgimiento de viejas lesiones. Mi cordada se resintió la rodilla, el otro integrante de esta salida venia arrastrando una dolencia al tobillo que se complico y yo, para ponerle la guinda a la torta, sufría de una gripe que me permitió con las últimas fuerzas, coronar la cumbre del mirador…….plop!

Pese a los problemas físicos, el ánimo siempre fue bueno, quizá por el hecho de tener la primera y más importante tarea cumplida. Acordamos evaluar nuestro intento de ataque durante la madrugada, evaluación que nunca llego.


Pero como toda salida siempre deja su ganancia, aun recuerdo los hermosos colores de aquella tarde de primavera del 2006, las siluetas delicadas de los cerros que se yerguen en el Cajón de los Valdés, y el color rojizo con que se teñían los hielos eternos que se descuelgan en la cara sur del San Francisco, el mejor premio de consuelo para los 3 hipocondríacos del Cerro Rubilla.

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