En una tarde de escalada en
Ensenada divisamos junto con Guido aquella montaña que tantas veces habíamos visto
hacia el oeste, pero esta vez con otros ojos. Planificamos un ascenso rápido,
por el día, utilizando como acercamiento el gran filo que da acceso a los cerro
Punta Vera y Sapo (o Romo), para más tarde descender y continuar con la travesía.
Después de la actividad en los andes
centrales y un tranquilo ascenso a la cumbre del cerro Cordillerano hace unos días
- el cual disfrute junto a Marcela y unos amigos – me sentía en
forma para afrontar una jornada larga, por lo que echamos a andar nuestro plan
con la idea de salir apenas el clima nos diera luz verde. (Abajo en la cumbre
del Cº Cordillerano).
A la 06:00am. y a 330mts. de
altura iniciamos la marcha en el valle del Rio Claro. Un par de horas por un
camino maderero, bosque y finalmente en el hermoso filo que se interna hacia el
oeste. El clima pintaba para bueno, mientras los restos helados de unas
cornisas comenzaban a hablarnos de la montaña y su ambiente hostil.
El trayecto sobre el filo estuvo calmo,
teniendo siempre a la vista algunas montañas que había visitado en ocasiones
anteriores (Punta Vera y Sapo). Fueron un par de horas hasta alcanzar el filo
que nos daría paso a la sección montañosa donde se emplazaba nuestro objetivo.
Fue necesario descender 300 mts.
Con más de 6 horas de actividad el
cuerpo acusaba, pero ya estábamos cerca. Recorrimos hermosas laderas de nieve
muy aceptable para caminar, dirigiéndonos hasta la base de una gran rampla de
nieve que comunicaba con la anhelada cumbre de este desconocido. A las 12:45 comenzábamos
la escalada del último tramo.
Los primeros metros la pendiente
promediaba los 45º grados, declinando suavemente hacia el final, sobre la
ladera de un gran domo blanco que terminaba en la cima. Ascendimos lento pero
seguros, disfrutando la calidez del día y el paisaje. A las 13.30 detuvimos
nuestros pasos, no había más que subir.
¡¡Cumbre!! Fueron 7 horas y media hasta aquel
lugar. Abrazos, fotos, algo de chocolate caliente y hasta algunas llamadas
pudimos hacer. Que gusto estar ahí, de pie sobre tus planes, sobre tus deseos
como montañista y aventurero. La cordillera coyhaiquina en todo su esplendor
frente a nuestros ojos. Estábamos a 1.700 mts.
Iniciamos el descenso sabiendo
que sería extenuante, largo, pero la montaña nos había adelantado la
recompensa. Recién a eso de las 19:30 alcanzábamos el vehículo, “rotos” como
dicen los argentinos, pero infinitamente satisfechos y agradecidos de la vida,
por lo que es capaz de brindarnos en tan solo un día de existencia.
Aún no he confirmado datos sobre
la historia deportiva de esta montaña. Al parecer contaría con un ascenso por parte de la Escuela de Guías de la Patagonia. Su nombre también lo desconozco (pertenece al cordon de los conos negros),
imagino que con el tiempo comenzará a resucitar más información. Nuestro
recorrido se extendió por 13 horas y 30 minutos, ascendimos 1.900 mts. de
desnivel positivo y la ruta ida y regreso promedio 25 kms.
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