El buen clima había comenzado a
escasear los últimos fines de semana y el llamado de la montaña rugía con hambre
y ganas. La última salida en busca de WI (Water Ice) de la temporada había cumplido
con las expectativas, dando paso a una nueva etapa que dice relación con los
proyectos montañeros. Aunque la ventana no era del todo evidente, necesitaba
una jornada intensa que me devolviera la fe, razón por la que me embarqué en un
“full day” con destino: Portezuelo Cofré.
Como suele ocurrir en estas latitudes,
la información y documentación de las montañas del Cofré es casi inexistente, y
digo casi ya que existen públicamente tan solo dos relatos de actividades
realizadas en el sector, ¿el autor? yo…plop! Con mi experiencia y una buena
lectura de imágenes satelitales, partí con rumbo a una montaña que si bien no aparentaba ser un gran desafío, me permitiría “sanear” un nuevo acceso y evaluar
las alternativas del sector. Gino Andreani fue mi compañero.
A las 06.00 am. iniciamos el viaje,
aun medios dormidos, pero con la ilusión de que el transcurso del día nos
devolviera a la vida. A las 08:45 comenzamos a caminar por el lecho de un estero
que rápidamente nos permitió dejar el bosque atrás y comenzar a ganar altura.
En dos horas estábamos transitando sobre un hermoso manto blanco con rumbo a
nuestro objetivo, cuya silueta se dejaba ver fantasmalmente entre las nubes.
Luego de reponernos durante unos minutos
– con jugo, pampitas y salame - nos lanzamos por el tramo final. Superamos la
canaleta, fuimos dejando atrás unas increíbles coliflores de hielo, algunos lomajes menores y tuvimos la anhelada cumbre a la vista. Espere a Gino que venia un poco más abajo, con la intención de
hacerle un par de fotografías y acceder juntos al punto culmine del coloso.
Luego de 4 horas y ½ de marcha,
cerca de 1.000 mts. de desnivel y un buen aporreo de piernas, nos dábamos el
abrazo cumbrero sobre una desconocida torre de unos 1.650 mts. Las nubes iban y
venían, dejando ver a ratos el hermoso panorama que ofrecen estas latitudes.
Paisajes cordilleranos olvidados y misteriosos, reservorios de magia y aventuras.
Disfrutamos del momento, impávidos...
El descenso fue rápido siguiendo nuestras
huellas. En dos horas alcanzamos la camioneta y en un par de horas más la
seguridad de nuestros hogares. Atrás quedaba un intenso día de montaña, descubrimiento
y nuevos objetivos. "Una montaña no es únicamente un juego de cuatro
estaciones, un juego de luz y oscuridad, un juego de nubes que a veces engullen
la montaña y crean su propio carácter... sino también una personalidad con
estados de humor cambiantes, a veces inestable, a veces acogedor. Creemos en
nuestro deber, hemos aceptado su precio y le hemos dedicado todas nuestras
fuerzas".
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