De tanto insistir, me traje la “triple corona”. Pero, ¿de qué se trata todo esto? Hace dos años visité por primera vez una olvidada cordillera al norte de Mañihuales, cercana a la laguna Pedro Aguirre Cerda. Su buen acceso fue lo primero que llamó mi atención, seguido del enorme potencial que vi en esos pequeños gigantes. Tres cumbres maravillosas sobresalían en lo alto de una comarca montañosa con forma de herradura y unos escasos 3.5 kms. de extensión.
Primero fue “El camino del guerrero”
a la cumbre oeste y principal con Javier Galilea (1.620 mts. aprox.). Simultáneamente Raimundo Olivos y José Neira abrieron "Pepito paga doble". Más tarde fue “Libre y salvaje
pero tóxico” a la cumbre norte o central con Pablo Cid (1.590 mts. aprox.), y recientemente cayó la cumbre este (1.580 mts. aprox.) vía
“Barraco arisco” con Germán Villagrán, cerrando así el primer ciclo de una cordillera que aún le
queda mucho por descubrir y entregar.
Mi compañero se encontraba intrigado, me había escuchado hablar de estos proyectos de “baja altura” pero no sabia de que se trataba. Debido a la escasa nieve caída, accedimos sin problemas hasta al final del camino interior y levantamos nuestro campamento junto al vehículo cuando la noche ya nos envolvía. Disfrutamos de una rica cena sobre el pick-up y nos fuimos a meditar al sobre.
Despertador a las 05.00 hrs. e
inicio de marcha a las 06.15 hrs. La primera hora transitamos por bosque hasta
alcanzar el límite de la vegetación con una tímida luz que anunciaba el amanecer.
Nuestro objetivo - la cumbre sur - ya estaba frente a nuestros ojos imponiendo
respeto con sus verticales laderas. A las 08.15 estuvimos al pie de la vía que
deseaba intentar, pero la escasa protección que se intuía en sus primeros
metros nos llevó a optar por el desconocido espolón sur-sureste.
Si bien el reconocimiento de la vía
original nos desgasto un poco, nuestro ánimo estaba a tope, como vaticinando la
aventura que se comenzaba a gestar. Alcanzamos un pequeño collao y descendimos
unos metros hasta empalmar con un canalón en el centro del espolón, el cual estaba
salpicado de nieve, hielo y roca. Nos fuimos para arriba con toda la fe hasta
montar la primera reunión de la mañana.
Una pala diagonal bastante expuesta nos llamó a ponernos serios. Tomé la punta y escalé los primeros 60 mts. utilizando algunos tornillos para progresar, incluida la reunión. German me alcanzó y continuó con la escalada hasta la base de una cascada de hielo donde decidimos reunirnos. Nos esperaban unos 15 mts. de WI con algún tramo a 80° y solo 4 tornillos cortos para resguardar nuestras vidas.
Sin muchas opciones tuve que abordar la escalada realizando algún descuelgue para recuperar tornillos, lo que sin ser muy estético ni purista resultó, y nos permitió superar este hermoso tramo. Una vez sobre la cascada, mi cordada prosiguió con la escalada que nos dejó en lo alto de una rampla donde cedía la pendiente, al menos por un rato. Acá descansamos y nos hidratamos durante un momento previo a lo que se nos venía.
Avanzamos desencordados hasta una
rampla diagonal que se proyectaba hacia la derecha, serpenteando en las laderas
de lo que intuíamos podría ser el torreón final que guardaba la cumbre. Nos abalanzamos sobre una fuerte pendiente en libre para ganar metros hasta que montamos la reunión. Germán escaló unos
30 mts. y nos volvimos a juntar, aferrados a una estaca que preferimos no poner
a prueba. Estábamos expuestos en lo alto de la torre superior, transitando
sobre una pendiente de 60° y mala protección. La misión, ¡salir de ahí!
Tomé la punta y lentamente fui
ganando metros. Un #0.75 me permitió respirar tranquilo por un rato, luego fue
una estaca dudosa y más tarde un #2 que reforcé con un #0.4 de “backup” para
asegurar desde ahí, muy cerca de la salida. German me alcanzó y se lanzó por los
aéreos últimos metros hasta situarse sobre la arista cumbrera, que un par de metros más arriba cedia en pendiente. Nos liberamos de la tensión de aquellos últimos instantes y reanudamos
la marcha.
Unos 15 minutos de suave caminata
nos condujo al punto más alto. A las 14:45 hrs. nos dimos el abrazo cumbrero donde la cima sur se recortaba con el cielo, agotados pero felices, disfrutando del particular panorama
invernal. La "triple corona" de este anónimo cordón andino estaba sobre la mesa. Dos
años de exploración, cinco viajes, dos rebotes, tres cumbres y tres rutas le habían
dado forma y fondo a este hermoso proyecto personal.
Luego de bautizar la vía con el
nombre de “Barraco arisco”, iniciamos el descenso. Primero bajamos por una pala
que se intuía como la ruta normal y luego desescalamos hasta muy cerca de la
cascada de hielo. El abandono de algunas estacas nos permitió hacer una
retirada segura hasta la base de la vía. Más tarde vino el pateo hasta el campamento
y luego un par de horas de conducción - que incluyó 4x4 - hasta arribar a Coyhaique,
cerrando así una potente jornada.
PD: Algunas de estas imágenes son gentileza de Germán Villagrán, a quién agradezco enormemente su participación en esta aventura y las que vendrán.
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