Un par de días de vacaciones fue la excusa perfecta para incorporar un plan montañero en el programa. Sabiendo que viajaría hasta Temuco, pensé en algún objetivo de la zona que no haya visitado antes. Luego de barajar opciones pensé en una “pequeña gran montaña” de la región de Los Lagos. El cerro La Picada (1720 mts) seria la opción, y mi amigo Cesar “tractor” Ibáñez el compañero.
El viaje fue largo. Primero pase una
noche en Futaleufú y la siguiente en Villa La Angostura. El tercer día me reuní
con el “tractor” en Osorno en una jugada de sincronía perfecta, y partimos con rumbo al sur, al encuentro de nuestro objetivo. Instalados en la falda norte del volcán Osorno
(que subí el año 2006), iniciamos un hermoso acercamiento por el mítico Paso
Desolación.
Luego de 2 horas y 30 minutos de
marcha llegamos hasta la base del cerro La Picada, lugar donde montamos nuestro vivac
al atardecer. Evaluamos la ruta, disfrutamos del entorno y la compañía, siempre
con el ánimo a tope. La noche nos regalo un cielo abarrotado de estrellas, sin
viento y frío aceptable. Estábamos a unos 1100 mts. en el corazón de la región de Los Lagos.
A las 04:45 nuestras frontales
comenzaron a iluminar el camino. Superamos los últimos renovales y conectamos
con una suerte de hombro que nos llevaría a la base de la línea elegida. La
nieve favorecía el avance y nosotros progresábamos motivados. Luego de 2 horas
accedimos hasta un sector conocido como “La Garganta de Selknam”, un canalón angosto
y sostenido de unos 100 mts. y unos 60° de pendiente.
Superada la garganta montamos la
primera reunión. Evaluamos la situación y decidimos hacer una travesía hacia la
derecha, que sin tener demasiada pendiente, era muy expuesta en sus primeros metros.
Al cabo de unos minutos el primer largo había quedado atrás, por lo que rápidamente
fuimos por otros 60 metros, esta vez escalando hasta una terraza bajo una pared
de roca que nos permitió meter algunos “cacharros”.
El tercer y último largo fue un
lujo. Unos 60° de pendiente y hielo cristal en sus primeros metros le sumaron más adrenalina
a la mañana y le dieron trabajo a los tornillos. Una bella y entretenida
escalada que terminó en la arista cumbrera, donde el panorama era soberbio.
Cuantas sorpresas nos regalaba esta “pequeña gran montaña” en una mañana digna de las mejores jornadas montañeras.
Los metros finales hasta la
cumbre transcurrieron sobre una estética arista que remataba en el punto mas
alto. A las 09:15 detuvimos nuestras humanidades donde la
montaña se recortaba con el cielo. Nuevamente me daba un abrazo cumbrero con mi
amigo “tractor”, compañero de ya varias batallas. Disfrutamos por unos minutos
de aquel escenario volcánico, esta vez lejos de las montañas de Aysén.
El descenso fue tranquilo. Algo
de malabarismo en un paso denominado “El Salto” y mas tarde algunas
desescaladas por la ruta normal nos dejaron muy pronto de regreso en el vivac.
El clima comenzaba a cambiar, pero nosotros ya nos retirábamos. A las 15:00
hrs. estábamos en la camioneta y a las 20:00 en Temuco. La aventura comenzaba a
ser parte de un maravilloso pasado digno de recordar.
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