El clima prácticamente no había dado tregua durante los fines
de semana y más encima se sumaba una molestia constante en mi rodilla derecha. ¿La
opción? Esperar buen clima y rogar por que la pierna aguantara cuando llegara el
momento. Fue así como partí en compañía de Berni Manson y Duncan Mcdaniel al Cº
Ferruginoso, una desconocida montaña al interior del valle del rio El Malito,
la cual posee un atractivo glaciar en su cara sur, y lo más interesante, no
registraba ascensos.
Se trataba de un sector cuya actividad deportiva era
encarnada por el grupo conocido como “Los Cobra” de Coyhaique. Montañistas y
escaladores que en muy buen estilo han cosechado éxitos abriéndose paso a través
de la selva y terrenos poco explorados. Con este precedente nos internamos en
lo más profundo del valle, la selva y los arroyos, para montar nuestro vivac en
un “clarillo” a poco más de 900 mts., 6 horas después de haber dejado la
comodidad del vehículo.
La alarma sonó a las 03:00. Desayunamos y partimos en
medio de la noche con un clima que se auguraba estable. Danzamos unos minutos
en el bosque y rápidamente alcanzamos el nevero que nos conduciría a terreno
montañoso. Ascendíamos sin prisa pero sin pausa sobre una nieve increíble, óptima
para progresar sin mucho desgaste y con seguridad, hasta darnos un buen primer descanso
y evaluar la ruta cuando comenzaba a despuntar el sol.
En la zona media de la montaña ascendimos directo hasta
una corta canaleta que nos dio paso al hermoso glaciar sur del Ferruginoso. Una
masa de hielo prístina y salvaje que nos esperaba vestida de un reluciente
color anaranjado. En este punto había un cambio de pendiente que alcanzaba los
50º grados sobre nieve dura y hielo, por lo que nos dimos un buen respiro,
aseguramos los piolets y escalamos confiados, cada vez más cerca de la cumbre
que aun no se dejaba ver.
Ganamos altura hasta un evidente y hermoso plateau, para
luego progresar sobre una cómoda y sutíl pendiente de nieve dura. A poco andar
el torreón cumbrero que corona el cerro Ferruginoso (1.792 mts.) – altura máxima
del cordón homónimo - estaba frente a nosotros, llamándonos a un desafío que no
evadimos y que enfrentamos con decisión, todo mientras la mañana nos envolvía
con amabilidad, mostrándonos un enjambre de secretos andinos olvidados.
Abordamos el torreón por el este. Los últimos metros nos demandaron
el uso de algunos seguros sobre roca pésima, pero logramos pararnos tempranamente
sobre la desconocida cumbre. En tan solo 4 horas habíamos coronado un coloso
que nunca en su historia le había abierto la puerta a visitante alguno. Nos
sentimos privilegiados y felices, celebramos. Gozamos de una increíble vista
sobre montañas como el cerro Catedral, Punta Mochileros y Emperador Guillermo.
Unas 3 horas nos tomó alcanzar el vivac. Comimos, hidratamos
y nos dimos un buen descanso antes de enfrentarnos nuevamente con el bosque y
los arroyos. En total unas 4 horas más a buen ritmo (modo jabalí) hasta la camioneta, donde
arribamos cansados pero satisfechos. Le dijimos hasta pronto a una comarca
montañosa donde desde luego ¡volveremos!. Aprovecho de agradecer la buena onda
y el aguante de esta improvisada cordada internacional (España/USA/Chile).
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