En un año donde las actividades de montaña no habían
sido las protagonistas, había llegado el momento de probar suerte en algún
proyecto duro, intenso, una actividad de aquellas donde confluyen y conviven
elementos que constantemente te ponen a prueba. Quería viajar, y los andes
centrales se convertían en un buen escenario, el Cerro Yamakawa (4.950) en la
opción.
Con solo un ascenso invernal por
su cara sur, esta montaña comenzaba a quitarnos el sueño. Junto a Javier
Galilea nos internamos en la cordillera el 15 de septiembre, iniciando la
caminata en el Choribulder a eso de las 15:30 hrs. Serian 3 horas de caminata
(con raquetas) hasta los 3.000 mts., en la base del cerro Unión, donde
levantamos nuestro primer campamento.
El día 16 nuestra marcha continuo
rumbo al cajón del Cortaderas. Muy pesados fuimos ganando altura, internándonos
en un lugar frio y solitario, custodiado por grandes montañas salpicadas de
roca y hielo. Tras 5 horas de marcha nos detuvimos a los 3.750 mts., al amparo
de una gran roca donde montamos nuestro campamento alto, seria nuestro
solitario hogar por un par de días.
Para optimizar nuestra
aclimatación decidimos subir el día 17 hasta la base de la ruta (4.000 mts.),
marcar la huella y conocer el estado de la montaña. Este trayecto nos tomó 1
hora y 30 minutos desde el campamento. Aprovechamos de portear algo de equipo y
evaluar las condiciones que se apreciaban bastante bien. Disfrutamos del lugar
y descendimos.
Mientras la mayoría de los
chilenos celebraba entre zapateos, chicha y empanadas, nosotros preparábamos
nuestro ataque a cumbre. Salimos a las 03:30 am. del 18 de septiembre, noche
oscura y fría (-10) pero estable y sin viento. A las 04:45 alcanzábamos nuestro
depósito, lugar donde nos equipamos e hidratamos con té caliente previo a la
escalada.
Nos pusimos nuevamente en
movimiento a las 05:30 am. La temperatura había descendido a 14 grados bajo
cero y la nieve se presentaba en regulares condiciones. Superamos la primera
rimaya que custodiaba la ruta sin problemas y ascendimos haciendo una línea
diagonal hasta la segunda que superamos por la derecha. La pendiente se tornó más
fuerte y el frio casi insoportable, por lo que la opción era mantenerse en
movimiento.
Con las primeras luces del día
pusimos la primera estaca y retomamos el ascenso asegurados. Fueron solo 2
largos hasta una canaleta que nos tendría una mala noticia. Cubierta con solo
20 cm. de nieve inconsistente nos fue imposible protegerla con estacas y menos
con tornillos, posiblemente un par de clavos habrían sido la mejor opción.
Estábamos a la sombra de la
montaña a unos 4.500 mts., eran las 09:30 y la temperatura se mantenía en -14,
el invierno de los andes centrales nos mostraba parte de su dureza. Agotados y fríos
pero con ganas de continuar, supimos que hasta ahí llegaba nuestro intento,
primando los márgenes de seguridad. Nos dimos un tiempo para contemplar aquel
idílico entorno montañoso y descendimos.
Aquel mismo día bajamos hasta el
Choribulder, completando así 2.000 mts. de descenso. En este lugar pasamos
nuestra última noche en la montaña, para continuar nuestro retorno hasta Baños
Morales y posteriormente a Santiago el día 19. Atrás quedaban intensos días de
montaña, cargados de satisfacción, esfuerzo y una gran experiencia que
compartir.
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