martes, 1 de julio de 2025

Actualidad: En la cumbre del desconocido C° Colorado

Está bien, les contaré toda la historia, se lo merecen. 

Hace 6 meses me vine a vivir a Villa Ortega (32 kms. al norte de Coyhaique), una hermosa localidad rodeada de montañas, algunas de ellas icónicas. El cerro Mano Negra, Rosado y Emperador Guillermo son parte del festín, sumado a otros colosos más silenciosos y anónimos que me di a la tarea de investigar y conocer. Fue así como comencé a diseñar un plan que me permitiese aventurarme sobre las laderas del cerro Colorado 1.865 mts., una mole de altura considerable que domina el villorrio por el norte.

A principios de junio realice una salida en solitario para prospectar lo que me deparaba la zona, conocer el terreno y estimar los tiempos de desplazamiento. Fue así como luego de 3 horas y ½ alcance una cumbre de 1.580 mts., la más alta del kilométrico filo que lleva a la base del Colorado. Satisfecho – y luego de tener una vista impagable de la Cordillera Emperador Guillermo - inicie el descenso estimando las horas que me podría tomar un intento de ascensión, la luz disponible en invierno, la posibilidad de montar un campamento alto, complejidad del bosque, etc.    

Llego el invierno y se vino la primera “alta fría” de la temporada. Fue así como puse en marcha mis planes de realizar un “pegue full day”, aprovechando al máximo la escasa luz disponible. Luego de “venderle” el proyecto a mi amigo Rafael Lara, nos encontrábamos caminando el 29 de junio, a las 08:30 am. y -12 grados, rumbo a la montaña que me había propuesto alcanzar. A las 12.20 am. estábamos en la cumbre del cerro de 1.580 mts. visualizando el objetivo, mientras el frio se hacía sentir con fuerza.  

Decididos, progresamos sobre el filo casi sin detenciones, sabiendo que había que aprovechar las horas de luz al máximo para no quedar varados en la oscuridad al retorno. Paso a paso nos fuimos acercando a los dominios del cerro Colorado, hasta alcanzar los prístinos neveros que cubren su cara sur. Nos calzamos los crampones, definimos la ruta y continuamos decididos rumbo a lo alto de la montaña que ganaba en inclinación. 

Los últimos metros previos a alcanzar el filo somital fueron los más emocionantes. La pendiente en torno a los 50 grados, el frio, la envolvente sombra y la incertidumbre de lo desconocido alimentaban nuestros pasos. Transitábamos en lo más profundo y alto de una ladera que venia observando desde hace años…se comenzaba a materializar un proyecto que en su aparente sencillez, traía un sinfín de positivas sensaciones a mi vida como deportista de montaña.

El encuentro con el sol llego de forma drástica, sin transiciones, fue inmediato. Nos paramos sobre el filo felices, contemplando un hermoso panorama montañoso que se abría en todas direcciones. A esas alturas podíamos sentir el aire cumbrero, allá estaba la cima, a unos cuantos metros hacia el este, prístina y esbelta, como vestida para la ocasión. A las 14.45 pm., luego de 6 horas y 15 minutos ininterrumpidos de esfuerzo, en una tarde radiante y sin viento, con -13 grados, pisamos lo más alto del desconocido cerro Colorado.

Con los rituales de cumbre consumados, llego la hora de iniciar el largo descenso. Primero toco desescalar el tramo más vertical, luego los neveros inferiores y más tarde recorrer los 4 kms. del filo que ahora transitábamos en dirección sur, subiendo y bajando pequeños lomajes helados. A esas alturas, se había levantado algo de viento y el sol amenazaba con apagarse en el horizonte, obligándonos a movernos con rapidez a pesar del cansancio acumulado. Eran las 19.30 cuando alcanzamos la seguridad del vehículo ayudados por nuestras luces de frontal.

En conclusión, realizamos una intensa actividad de 11 horas de duración, 1.500 metros de desnivel positivo, 16 kilómetros recorridos y una temperatura promedio de -10 C. Posiblemente se trate de una primera ascensión, en invierno y en el día. Se agradece cualquier información deportiva relativa a esta montaña para ir afinando su historia. ¡Gracias totales!       

martes, 4 de febrero de 2025

Punta Mochileros: 2do ascenso absoluto 8 años después

Desde hace mucho tiempo que esperaba este reencuentro con el blog. El año 2024 no fue un año fácil, el tiempo escaseo y las posibilidades de escribir también, aun cuando las actividades de escalada y montaña continuaron. Pero bueno, la escusa agrava la falta, y lo que hoy nos convoca en el inicio de este ciclo 2025, es un nuevo relato de montaña que tiene como protagonista a un cerro denominado “Punta Mochileros”, cuya altura se estima en 1.844 mts. IGM.   

El año 2018 entré por primera y última vez al valle del rio Malito, oportunidad en la que nos adjudicamos el 1er ascenso absoluto del cerro Ferruginoso, historia que quedo plasmada en este relato Cumbre en el Ferruginoso: Explorando territorio "Cobra" Pues bien, en aquella oportunidad llamó mucho mi atención una montaña recientemente ascendida (2017) por los montañistas Ruíz, Castañeda y Hartmann, y que ellos mismos llamaron como Punta Mochileros. Un objetivo atractivo por el cual supe que volvería. 

Pasaron poco más de 6 años y nuevamente estaba caminando por las entrañas del valle del rio Malito. Mi compañero fue Gustavo Durán, con quién caminamos por 5 horas esquivando arroyos y luchando con la densa vegetación hasta salir del bosque. Buscamos un lugar adecuado para montar nuestro vivac y nos plantamos junto a un arroyo, muy cerca de los “slabs” que a la mañana siguiente nos conducirían hasta lo alto de la montaña.   

Luego de una noche particularmente reconfortante bajo las estrellas de Patagonia, a las 05.30 nos pusimos en movimiento. Ganamos altura con rapidez y el amanecer comenzó a pillarnos bien arriba, en el inicio de unos duros neveros donde se originaba nuestro primer inconveniente real: No llevábamos crampones. Por esta situación debimos “conejear” bastante, buscando siempre la seguridad de la roca por la izquierda. Trepadas por aquí, un peldaño sobre el hielo por allá, y el filo seco de la montaña que parecía estar a tiro de cañón.

Un viento persistente y helado nos recibió sobre el filo. Acá, el paisaje se abría mostrándonos un escenario particularmente bello. Agujas de roca, misteriosos glaciares y un bosque siempre verde eran parte del entorno. Nos equipamos y reanudamos la marcha sobre el filo que aumentaba en dificultad y exposición. Superamos algunos gateos, pasadas delicadas, una corta chimenea y sobre una pequeña placa tumbada encontramos vestigios abandonados por los primeros ascensionistas, eran un clavo, un nudo empotrado y un mosquetón que daban forma a un descuelgue.    


El terreno se volvió más aéreo y la roca bastante descompuesta, pero con algo de “pulso y buena letra” pudimos continuar sin asegurarnos. Los últimos metros antes de salir al plano cumbrero eran más verticales, pero los abordamos con energía y determinación. A las 07.45 nos paramos en lo alto de la Punta Mochileros, dando vida al 2do ascenso de la montaña por la misma vía que nuestros antecesores, una que yo propongo denominar “Cobra Classic”. Más tarde vino el abrazo, foto de rigor y disfrutamos durante algunos minutos de aquel particular altar azotado por el viento, que era abrazado por un contundente velo de nubes.   

Para el descenso hicimos 3 rapeles cortos, destrepamos algunas secciones, bajamos algunos acarreos y finalmente accedimos hasta el lugar de nuestro vivac alrededor de las 10.00. Luego de un Milo reponedor y con el recuerdo fresco de la cumbre, nos armamos de valor para enfrentar el descenso hasta el valle. Serian casi 4 horas de intensas peripecias hasta el vehículo, negociando con cascadas, arroyos, bosques cerrados, barro y otras exquisiteces. Había reconectado con el lado salvaje de la vida, de mi vida.                

domingo, 15 de octubre de 2023

Emperador Guillermo: Paraíso de los Andes de Aysén

Hace mucho tiempo que un proyecto de montaña no me generaba tanta ansiedad e incertidumbre. Mi objetivo principal era la cara Este de la Punta Rincón (1.896 mts. IGM), ubicada en la Cordillera Emperador Guillermo . Sin embargo, llevaba un plan B bajo la manga en caso de que la ruta no fuera practicable o quirieran dudas importantes. Como lo leí recientemente por ahí, "una ascensión comienza incluso en el instante en que su nombre nos atrae. Y antes de acometerla, ya estamos ligados a esa cima durante días y noches".

Nuevamente partí junto a Gustavo Durán a los dominios del Emperador. Solo habían pasado 24 días desde la visita anterior, por lo que la aproximación estaba muy fresca en nuestra memoria. Tan solo 3 horas y 10 minutos nos tomó alcanzar el fondo del valle - donde reposa una gran roca (boulder) - lugar ideal para montar el campamento en el corazón de estas luminosas montañas. El día estaba tranquilo y comenzaba a despejarse por completo. El augurio era bueno. 

La alarma sonó a las 02.00 ya las 03.30 estábamos en movimiento. La nieve estaba dura, el progreso era rápido y ganábamos altura con holgura, hasta que nos detuvimos en la base de la Punta Rincón. Tomamos la canaleta de la izquierda y nos fuimos para arriba, esperando conectar una pala diagonal que nos dejaría en la base de la pared Este. Cuando alcanzamos este lugar nos dimos cuenta de que aquella pala era bastante vertical - y lo más complejo - muy expuesta a una caída de cientos de metros. Recién ahí entraríamos en la vía que se intuía estricta y sostenida, con nieve de dudosa calidad en los pasajes superiores. Dicho eso, optamos por el plan B, que consistía en buscar una ruta en la cara Sur de la montaña.   

Continuamos ascendiendo, pero una enorme cornisa cerraba la canaleta, impidiendo alcanzar el collado que separa la Punta Rincón de una montaña que proponemos denominar Cerro Mirador (1.787 mts. IGM) . Escalamos unas palas que nos mantuvieron muy concentrados a la izquierda, arribando justo al amanecer a la cumbre del Mirador, la cual esta coronada por una prominente roca de unos 10 metros de altura que superamos por el Este. En aquella cima - posiblemente inescalada - disfrutamos de un increíble amanecer y analizamos la ruta que intentaríamos en la cara Sur de la Punta Rincón. 

Descendimos hasta el collado e iniciamos la escalada que zigzagueaba entre paredes y repisas de roca. A ratos la pendiente se tornaba fuerte pero las cuerdas aún descansaban en nuestras mochilas, todo hasta que nos enfrentamos al primer largo de la mañana. Se trataba de un pasillo angosto y expuesto de leve pendiente que conectaba con los neveros superiores, metros que resolvió Gustavo sin mayores complicaciones, asegurándome desde una reunión montada sobre hielo.

Más tarde fue mi turno. Pude meter un par de tornillos cortos y luego vino la reunión con estacas. Ganábamos altura en una mañana perfecta, fría pero sin viento - siempre a la sombra – solos, abriéndonos paso en una cara olvidada de los Andes Patagónicos. Paso Gustavo y escalo hasta la siguiente reunión que ecualizó con camalots muy cerca de la salida, nos sin antes tener que lidiar con un buen par de metros que rondaban los 70° grados de pendiente. “El atractivo de la alta montaña no resultaría tan grande si no tuviese el atractivo del misterio…”.

Me tocó liderar los últimos metros que nos sacaron de la cara Sur. El sol estaba ahí – omnipresente – iluminando con fuerza y ​​​​ofreciendo algo de calor a nuestra humanidad. El punto culminante de la montaña estaba cerca - a unos 60 metros - pero antes teníamos que resolver cerca de 8 metros de escalada mixta (M3) que defendían el cubo que da forma a la cumbre. Lo abordé sin mucho estilo, puse un par de camalots luego de limpiar costras de hielo y “repté” los últimos metros. Más tarde me di a la tarea de buscar desde donde asegurar, lo que me llevo unos buenos minutos de limpieza. 

A las 12.30 h. nos páramos en la diminuta cumbre de la Punta Rincón. Habíamos abierto una vía que denominamos “Dos generaciones” luego de una entretenida y diversa escalada. Abrazo de cumbre, fotos y a disfrutar por unos instantes de aquel escenario montañoso que lucía increíble. Habían pasado 11 años desde mi primera visita a ese pequeño altar, algo que ocurrió en diciembre del año 2012 con Eduardo Jara. El descenso por la ruta normal no trajo mayores sorpresas, permitiéndonos subir al vehículo a las 19.00 hrs. agotados, rotos, pero infinitamente satisfechos.  

Solo puedo decir que la Cordillera Emperador Guillermo es un tesoro de los Andes. Las 2 rutas que abrimos esta temporada fueron aventuras infinitamente satisfactorias, proyectos cercanos, rápidos, solitarios y hermosos. Particularmente en “Dos generaciones” (400mts./65°/AD+) utilizamos todo el equipo que llevamos; tornillos, estacas y camalots. “Diagonal Sur” es algo más tranquila, pero con dos largos de hielo igualmente bellos en un entorno privilegiado… "Gracias a esta ascensión, a esta nieve, a esta tempestad, acabamos de conocer en el fondo de nuestras entrañas y de nuestro corazón una gran plenitud: la de la vida desbordante en relación con los elementos, la del sentido de la camaradería y el gusto por las cosas, que una vez probados, se nos antojan insustituibles…¡La vida, ese lujo de la existencia!” (Rebuffat).