domingo, 15 de octubre de 2023

Emperador Guillermo: Paraíso de los Andes de Aysén

Hace mucho tiempo que un proyecto de montaña no me generaba tanta ansiedad e incertidumbre. Mi objetivo principal era la cara Este de la Punta Rincón, ubicada en la Cordillera Emperador Guillermo . Sin embargo, llevaba un plan B bajo la manga en caso de que la ruta no fuese practicable o surgieran dudas importantes. Como lo leí recientemente por ahí, “una ascensión comienza incluso en el instante en que su nombre nos atrae. Y antes de acometerla, ya estamos ligados a esa cima durante días y noches”.

Nuevamente partí junto a Gustavo Durán a los dominios del Emperador. Solo habían pasado 24 días desde la visita anterior, por lo que la aproximación estaba muy fresca en nuestra memoria. Tan solo 3 horas y 10 minutos nos tomó alcanzar el fondo del valle - donde reposa una gran roca (boulder) - lugar ideal para montar el campamento en el corazón de estas luminosas montañas. El día estaba tranquilo y comenzaba a despejarse por completo. El augurio era bueno. 

La alarma sonó a las 02.00 ya las 03.30 estábamos en movimiento. La nieve estaba dura, el progreso era rápido y ganábamos altura con holgura, hasta que nos detuvimos en la base de la Punta Rincón. Tomamos la canaleta de la izquierda y nos fuimos para arriba, esperando conectar una pala diagonal que nos dejaría en la base de la pared Este. Cuando alcanzamos este lugar nos dimos cuenta de que aquella pala era bastante vertical - y lo más complejo - muy expuesta a una caída de cientos de metros. Recién ahí entraríamos en la vía que se intuía estricta y sostenida, con nieve de dudosa calidad en los pasajes superiores. Dicho eso, optamos por el plan B, que consistía en buscar una ruta en la cara Sur de la montaña.   

Continuamos ascendiendo, pero una enorme cornisa cerraba la canaleta, impidiendo alcanzar el collado que separa la Punta Rincón de una montaña que proponemos denominar Cerro Mirador (1.700 mts. aprox.) . Escalamos unas palas que nos mantuvieron muy concentrados a la izquierda, arribando justo al amanecer a la cumbre del Mirador, la cual esta coronada por una prominente roca de unos 10 metros de altura que superamos por el Este. En aquella cima - posiblemente inescalada - disfrutamos de un increíble amanecer y analizamos la ruta que intentaríamos en la cara Sur de la Punta Rincón. 

Descendimos hasta el collado e iniciamos la escalada que zigzagueaba entre paredes y repisas de roca. A ratos la pendiente se tornaba fuerte pero las cuerdas aún descansaban en nuestras mochilas, todo hasta que nos enfrentamos al primer largo de la mañana. Se trataba de un pasillo angosto y expuesto de leve pendiente que conectaba con los neveros superiores, metros que resolvió Gustavo sin mayores complicaciones, asegurándome desde una reunión montada sobre hielo.

Más tarde fue mi turno. Pude meter un par de tornillos cortos y luego vino la reunión con estacas. Ganábamos altura en una mañana perfecta, fría pero sin viento - siempre a la sombra – solos, abriéndonos paso en una escalera olvidada de los Andes Patagónicos. Paso Gustavo y escalo hasta la siguiente reunión que ecualizó con camalots muy cerca de la salida, nos sin antes tener que lidiar con un buen par de metros que rondaban los 70° grados de pendiente. “El atractivo de la alta montaña no resultaría tan grande si no tuviese el atractivo del misterio…”.

Me tocó liderar los últimos metros que nos sacaron de la cara Sur. El sol estaba ahí – omnipresente – iluminando con fuerza y ​​​​ofreciendo algo de calor a nuestra humanidad. El punto culminante de la montaña estaba cerca - a unos 60 metros - pero antes teníamos que resolver cerca de 8 metros de escalada mixta (M3) que defendían el cubo que da forma a la cumbre. Lo abordé sin mucho estilo, puse un par de camalots luego de limpiar costras de hielo y “repté” los últimos metros. Más tarde me di a la tarea de buscar desde donde asegurar, lo que me llevo unos buenos minutos de limpieza. 

A las 12.30 h. nos páramos en la diminuta cumbre de la Punta Rincón. Habíamos abierto una vía que denominamos “Dos generaciones” luego de una entretenida y diversa escalada. Abrazo de cumbre, fotos ya disfrutar por unos instantes de aquel escenario montañoso que lucía increíble. Habían pasado 11 años desde mi primera visita a ese pequeño altar, algo que ocurrió en diciembre del año 2012 con Eduardo Jara. El descenso por la ruta normal no trajo mayores sorpresas, permitiéndonos subir al vehículo a las 19.00 hrs. agotados, rotos, pero infinitamente satisfechos.  

Solo puedo decir que la Cordillera Emperador Guillermo es un tesoro de los Andes. Las 2 rutas que abrimos esta temporada fueron aventuras infinitamente satisfactorias, proyectos cercanos, rápidos, solitarios y hermosos. Particularmente en “Dos generaciones” (400mts./65°/AD+) utilizamos todo el equipo que llevamos; tornillos, estacas y camalots. “Diagonal Sur” es algo más tranquilo, pero con dos largos de hielo igualmente bellos en un entorno privilegiado… "Gracias a esta ascensión, a esta nieve, a esta tempestad, acabamos de conocer en el fondo de nuestras entrañas y de nuestro corazón una gran plenitud: la de la vida desbordante en relación con los elementos, la del sentido de la camaradería y el gusto por las cosas, que una vez probados, se nos antojan insustituibles…¡La vida, ese lujo de la existencia!” (Rebuffat).  

miércoles, 20 de septiembre de 2023

Actualidad: Inaugurando “Diagonal Sur” en el Cerro Mesa

¿Qué dónde queda el Cerro Mesa (1.941 mts.)? En la Cordillera Emperador Guillermo. Se trata de un viejo conocido el cual tuve la oportunidad de ascender hace 13 años, el 2010. ¿No se acuerdan? Acá les dejo el link Ascenso al C° Mesa el 2010. Pero bueno, las montañas de este lugar son hermosas, es por ello que las he visitado en un buen par de ocasiones, las que resumo en esta imagen. En esta oportunidad fuimos con la intención de abrir una vía en la cara sur del Mesa, algo que resultó a la perfección. 

Junto a Gustavo Durán nos estrenamos como cordada montañera. Con sus 21 años y las 41 pepas mías, logramos una buena sinergia basada en la vitalidad y la experiencia. Dicho eso nos cargamos las mochilas y comenzamos la marcha de aproximación que nos tomó 3 horas y 15 minutos a buen ritmo hasta el lugar de campamento. Luego de 7 años de ausencia, volvía a estar a los pies de estas montañas maravillosas, que aún estando muy cerca de Coyhaique, emanan una gran cuota de misterio y soledad. 

Aquella tarde caminamos - luego de montar el campamento - hasta un punto que nos permitió visualizar bien la ruta planeada y evaluar sus condiciones. Las montañas estaban muy cargadas de nieve y no queríamos correr riesgos innecesarios. Más tarde retornamos a comer, hidratarnos y guarecernos de una suave nevada que caía copiosa e intermitente, un capricho más del Emperador que acusaba recibo de nuestra presencia en sus dominios.

A las 05:00 nos pusimos en marcha. Progresamos con raquetas en medio de la oscuridad que era interrumpida por nuestras luces de frontal. Alrededor de las 07:30 estábamos a pie de vía, equipándonos y preparando el primer largo de la rampla. Partí yo y luego continuo Gustavo, dejando atrás dos largos hermosos en nieve/hielo con pasadas de hasta 75°. Luego avanzamos unos 120 mts. más en simultáneo, hasta alcanzar la rampla superior donde cedía la pendiente y la exposición. 

El tramo sobre la rampla nos exigió bastante. Acusamos algo de cansancio y el frío era intenso (nunca me saque la chaqueta de pluma). Si embargo, el maravilloso entorno donde estabamos inmersos constituía un motivo suficiente para creer en lo que hacíamos. El Cerro Azul y la Punta Rincón hacia el sur hacían alarde de sus prístinas laderas decoradas con carámbanos de nieve y hermosas coliflores dignas del más crudo de los inviernos. 

A las 11:45 se acabó la rampla y alcanzamos el filo que nos daría acceso a la cumbre. El cielo estaba amenazante y a ratos se cubría de nubes, pero sabíamos que era parte del juego del Emperador. Progresamos rodeando gendarmes tapizados de hielo y otras formaciones caprichosas vestidas de tonalidades azules y blancas. Cuando el reloj marcaba las 12:15 nos paramos en la cumbre del Mesa, nuestro esfuerzo invernal obtenía su merecida recompensa, estábamos felices.     

Las más de 7 horas de actividad en un ambiente meteorológicamente complejo nos hizo pensar rápidamente en el descenso, el cual aún teníamos que evaluar. Propuse ver una alternativa de descenso buscando conectar una línea con el fondo del valle, y de esa menara evitar los rapeles en la zona de escalada. ¡Bingo! luego de “ratonear” algunas pasadas y destrepes - sumado a un rapel corto - dimos con la cabecera de la gran pala de nieve que da origen a un pequeño valle de altura.

A las 15:30 estuvimos en la carpa nuevamente, lugar donde decidimos descansar un poco antes de continuar con los preparativos y el descenso hasta el vehículo. A esas alturas se había desatado una persistente nevada, pero ya nada importaba. En las entrañas de la cara sur del Cerro Mesa habíamos dejado nuestra humilde impronta en el corazón del invierno, “Diagonal Sur” dejaba de ser un lindo proyecto para convertirse en realidad.      

miércoles, 2 de noviembre de 2022

El fin de un ciclo en el Cordón La Llave: ¡Nueva Ruta!

Finalmente, mi relación con el Cordón La Llave llegó a su epílogo de manera natural. Es un circulo que en mi foro más interno se ha cerrado en la paz más absoluta, de forma caballerosa y honorable. Han sido tres años de aventuras, rebotes, obstinación, pero por sobre todo de enormes satisfacciones. Solo espero que el vértigo de sus rutas, la posibilidad de nuevas aperturas y el embrujo de su belleza, abrace a las nuevas generaciones.    

En este último viaje nos enfocamos en su cumbre norte (central) y el hermoso nevero superior que se descuelga en su cara sur, queríamos abrir algo ahí, pero sabíamos que la clave estaría en superar la zona inferior. Con un clima prometedor accedimos a sus blancas laderas, para instalarnos en un vivac que siempre tuve en mente, “la bóveda”. Se trata de un gran techo decorado con estalactitas, desde cuya altura y posición se tiene una vista impagable, alcanzando su máxima expresión al atardecer.

El primer día exploramos algunas opciones de ingreso a la via, pero las pocas posibilidades de protección (hielo delgado y roca sellada) no nos dejaron muy contentos. Sin embargo, revisando una fotografía, había una alternativa que podría ser viable en el flanco izquierdo, por lo que deberíamos probar suerte ahí. Con Duncan McDaniel, mi compañero en esta oportunidad, preparamos todo y salimos a dar la pelea al amanecer, esperanzados.

Un canalón diagonal de fuerte pendiente nos comenzaba a dar luces. Al parecer era por ahí. Aseguramos el primer largo y rápidamente vino el segundo, siempre escalando en una especie de travesía ascendente. Estaba ansioso por que mi compañero me confirmara que tenia el nevero a la vista, hasta que lo hizo. Desde una reunión montada sobre la roca pudimos - por fin - contemplar tranquilos el nevero superior, ahí estaba, en todo su esplendor, inyectando energía y motivación a nuestras humanidades.  

Fui por el tercer largo progresando decididamente hacia la derecha. La pendiente no era excesivamente fuerte, pero la exposición era alta y la nieve muy irregular. Nuevamente cambiamos la punta y paso Duncan, que solía moverse muy cerca de las rocas para ver la posibilidad de meter algún cacharro, usualmente sin mucho éxito. Nuevamente fue mi turno, esta vez la escalada era fuerte y derecho sobre una pendiente que iba en aumento. Para mi suerte pude meter algunos bichos, hasta aferrarme a la seguridad de los anclajes.  

Lo estábamos disfrutando. El terreno se dejaba escalar, la caída de material no era excesiva y el sol comenzaba a calentarnos con sutileza. Sobre nuestras cabezas se intuía la salida que se estrechaba en un canalón muy evidente y algo más vertical. Me tocó liderar los últimos metros hasta una suerte de pequeño collao donde nos dimos un buen descanso, la cara sur había quedado atrás y la tensión bajaba. A nuestras espaldas se divisaba la piramidal cumbre este, mientras que para la cima norte quedaba poco.

Tras 6 horas de escalada, y luego de remontar algunos neveros y un par de gateos en roca lo conseguimos. ¡Cumbre! Por segunda vez me paraba en lo alto de esta cima, habían pasado tres años desde aquella visita que había quedado testimoniada con un cordín, el cual tuve la suerte de encontrar. Disfrutamos la vista maravillosa, hidratamos, comimos algo y comenzamos a preparar el descenso que haríamos por la vía “Libre y Salvaje pero Toxico”, una ruta que yo mismo había abierto junto a Pablo Cid, y que sabia, solo requería dos rapeles de 60 metros.

Quiero agradecer a todas las cordadas que se han sumado en el desafío de visitar y explorar esta comarca montañosa: Javier Galilea, Raimundo Olivos, José Neira, Pablo Cid, Germán Villagrán, Francisco Niedmann, Tobías Hellwig y Duncan McDaniel. Desde el año 2019, la energía y la pasión de todos ellos ha sido fundamental para dar forma y fondo a un cordón montañoso que nunca más volverá a ser el mismo, ¡gracias totales!     


Detalle de la nueva vía: "El que busca encuentra" (60°/AD+/500mts.). "No es una línea lo que deseo pintar allá arriba. Es el retrato de un alma humana colmada".