Está bien, les contaré toda la historia, se lo merecen.
Hace 6 meses me vine a vivir a Villa Ortega (32 kms. al norte de Coyhaique), una hermosa localidad rodeada de montañas, algunas de ellas icónicas. El cerro Mano Negra, Rosado y Emperador Guillermo son parte del festín, sumado a otros colosos más silenciosos y anónimos que me di a la tarea de investigar y conocer. Fue así como comencé a diseñar un plan que me permitiese aventurarme sobre las laderas del cerro Colorado 1.865 mts., una mole de altura considerable que domina el villorrio por el norte.
A principios de junio realice una salida en solitario para prospectar lo que me deparaba la zona, conocer el terreno y estimar los tiempos de desplazamiento. Fue así como luego de 3 horas y ½ alcance una cumbre de 1.580 mts., la más alta del kilométrico filo que lleva a la base del Colorado. Satisfecho – y luego de tener una vista impagable de la Cordillera Emperador Guillermo - inicie el descenso estimando las horas que me podría tomar un intento de ascensión, la luz disponible en invierno, la posibilidad de montar un campamento alto, complejidad del bosque, etc.
Llego el invierno y se vino la primera “alta fría” de la temporada. Fue así como puse en marcha mis planes de realizar un “pegue full day”, aprovechando al máximo la escasa luz disponible. Luego de “venderle” el proyecto a mi amigo Rafael Lara, nos encontrábamos caminando el 29 de junio, a las 08:30 am. y -12 grados, rumbo a la montaña que me había propuesto alcanzar. A las 12.20 am. estábamos en la cumbre del cerro de 1.580 mts. visualizando el objetivo, mientras el frio se hacía sentir con fuerza.
Decididos, progresamos sobre el filo casi sin detenciones, sabiendo que había que aprovechar las horas de luz al máximo para no quedar varados en la oscuridad al retorno. Paso a paso nos fuimos acercando a los dominios del cerro Colorado, hasta alcanzar los prístinos neveros que cubren su cara sur. Nos calzamos los crampones, definimos la ruta y continuamos decididos rumbo a lo alto de la montaña que ganaba en inclinación.
Los últimos metros previos a alcanzar el filo somital fueron los más emocionantes. La pendiente en torno a los 50 grados, el frio, la envolvente sombra y la incertidumbre de lo desconocido alimentaban nuestros pasos. Transitábamos en lo más profundo y alto de una ladera que venia observando desde hace años…se comenzaba a materializar un proyecto que en su aparente sencillez, traía un sinfín de positivas sensaciones a mi vida como deportista de montaña.
El encuentro con el sol llego de forma drástica, sin transiciones, fue inmediato. Nos paramos sobre el filo felices, contemplando un hermoso panorama montañoso que se abría en todas direcciones. A esas alturas podíamos sentir el aire cumbrero, allá estaba la cima, a unos cuantos metros hacia el este, prístina y esbelta, como vestida para la ocasión. A las 14.45 pm., luego de 6 horas y 15 minutos ininterrumpidos de esfuerzo, en una tarde radiante y sin viento, con -13 grados, pisamos lo más alto del desconocido cerro Colorado.
Con los rituales de cumbre consumados, llego la hora de iniciar el largo descenso. Primero toco desescalar el tramo más vertical, luego los neveros inferiores y más tarde recorrer los 4 kms. del filo que ahora transitábamos en dirección sur, subiendo y bajando pequeños lomajes helados. A esas alturas, se había levantado algo de viento y el sol amenazaba con apagarse en el horizonte, obligándonos a movernos con rapidez a pesar del cansancio acumulado. Eran las 19.30 cuando alcanzamos la seguridad del vehículo ayudados por nuestras luces de frontal.
En conclusión, realizamos una intensa actividad de 11 horas de duración, 1.500 metros de desnivel positivo, 16 kilómetros recorridos y una temperatura promedio de -10 C. Posiblemente se trate de una primera ascensión, en invierno y en el día. Se agradece cualquier información deportiva relativa a esta montaña para ir afinando su historia. ¡Gracias totales!