







KZ se juega la vida en una escalada que siempre soñó, superando la pared a la perfección. La historia de la montaña comenzaba a agregar una nueva página en su celosa bitácora, los tres, aunque sin poder juntarnos todos en la cumbre, pisábamos lo mas alto de Cerro Castillo, estábamos en la cúspide de una escultura gótica que en innumerables ocasiones domino nuestro horizonte, lo habíamos logrado.
El descenso se inicio como una suerte de carrera contra el tiempo para bajar el tramo más delicado con luz y no vernos expuestos a un supuesto frente de mal tiempo que nunca llego. Pasadas las 16:00 hrs. hicimos el primer rapel, para llegar a la carpa a eso de las 20:00 hrs., 16 horas después de haber iniciado el ataque a una montaña que en condiciones invernales nos obligo a entregarlo todo a cambio de un sueño compartido.
El sábado por la tarde instalamos nuestra carpa en el sector portezuelo, pensando en iniciar la jornada con las primeras luces del alba, y así fue. El domingo nos dirigimos raudos al sector del primer objetivo, para lo cual remontamos un amplio canalón que nos dejo en la base de dos “pequeñas” cascadas donde tuvimos que elegir.
Por su longitud y aparente consistencia del hielo elegimos “toñita”, nombre que acuñé cuando la ruta por fin estuvo lista. Se trata de un lindo brazo de hielo, de unos 15 metros de longitud, muy irregular e inestable, pero altamente estético. Con tramos bastante verticales es un lindo desafío, sin embargo, con la retirada del invierno posiblemente no le quede mucha vida.
Luego de equiparnos y evaluar la ruta entramos en acción. Respire profundo y comencé a ganar metros lentamente, aprovechando pequeñas repisas que hacían mas cómodo el avance a través de un hielo “muy penoso”, blando y de poco espesor, pero no imposible.
Es medio de un paisaje sobrecogedor, hielo, nieve, montañas y cielo azul, fuimos dejando nuestras huellas sobre la cascada, aprovechando entre otras cosas, algunas formaciones en el hielo para “proteger”. Entre piolets, crampones y una buena dosis de fé, la ruta se convirtió en parte de nuestra historia y experiencia.
Más tarde vino el plato fuerte. Con el calentamiento consumado nos trasladamos al que ya habíamos visualizado como el gran objetivo del dia, “La Cortina”. Se trata de una gran masa de hielo que se precipita al vacío entre roqueríos y sombras, esperando por aquellos dispuestos a maltratar su esbelta y helada figura que se prolonga a lo largo de unos 25 metros de altura.
El hielo prometía mejores condiciones que en “toñita”, así como más regularidad y espesor. Sin perder más tiempo iniciamos la escalada que resulto larga y extenuante, pero inmensamente disfrutable. Definitivamente en ese lugar nos sentimos como niños en un parque de diversiones, sin embargo, sabíamos que no se podían cometer errores.
Nos alternamos la punta con KZ trabajando cada metro de la ruta. Las protecciones se mantuvieron dudosas, pero el ánimo no decayó en ningún momento y cada vez estábamos mas cerca. Al cabo de un par de horas (subimos con 7 tornillos) y luego de los últimos golpes de piolet, el esfuerzo había sido compensado, estaba en lo más alto de “La Cortina”.
Sin muchos elementos para armar una reunión confiable apelé a lo mejor de mi imaginación. Un solo tornillo (que no entro completo) y mis piolets hieleros sirvieron de anclaje para asegurar a KZ que subió con nuestro equipo personal. Una vez arriba en la seguridad de la planicie, respiramos tranquilos y aliviados, con el sabor de la tarea cumplida.
Como en otras oportunidades esta vez nos acompaño mi buen amigo Lucho Contardo, contertulio perfecto y gran colaborador. Varias de estas fotografías se las debo a él. En la imagen los tres mosqueteros de regreso, cansados pero con el ánimo suficiente para ir pensando en una nueva aventura. ¡¡Saludos montañeros!!
PD: Los nombres con que he identificado estos lugares de escalada tienen como objetivo compartir información haciendo más grafica y reconocible la documentación. Si alguien maneja información sobre estas cascadas (nombres o rutas), por favor compartirla.
Sierra Velluda. Intento en octubre del 2005. Uno de los primeros desafíos que me demando una mayor cuota de técnica. Un lugar imponente y bello. Nos faltaron 80 metros para la cumbre que no alcanzamos por lo avanzando del día y la gran cantidad de gente que se junto en la montura que divide las cumbres norte y sur.