jueves, 27 de noviembre de 2008

Magazine: objetos y momentos notables!

“Los ojos de la noche”

Posiblemente se trate de la noche más idílica que me haya regalado la montaña. Habíamos levantado nuestro campamento al centro del glaciar. La luna llena se ocupaba de mantener una luminosidad total, el frío era moderado y solo una pequeña brisa que apenas se percibía al interior de la carpa se encargaba de recordarnos donde estábamos, increíble. Nevados de Sollipulli, Mayo de 2007.

“Más allá de la cumbre”

El viaje había sido largo, pero la ilusión se ocupaba de mantenernos con energía y motivados. Estábamos en un país hermoso, de una riqueza cultural envidiable y montañas asombrosas. Luego de un arduo esfuerzo alcanzamos la esbelta cima que nos ofreció mucho mas que una cumbre, nos regalo una visión privilegiada de estas latitudes. Bajo una fina capa de nieve se escondía esta sencilla pero simbólica llama de totora, constituyendo un regalo perfecto para traer conmigo un pedacito de aquellas mágicas tierras. Bolivia, Junio de 2008.

¡Saco a la vista!

Finalmente alcanzamos el campo alto. Estábamos a unos 4 mil metros rodeados de un soberbio panorama de montañas y glaciares. Cuando sacaba mi saco de la mochila este rodó por las abruptas laderas, desapareciendo pendiente abajo, con la probabilidad muy cierta de detenerse al pie de la montaña. Pase una noche increíblemente fría deseando el amanecer. Al regresar de la cumbre divise mi saco muy abajo sobre un resalte rocoso. El había sobrevivido a la caída, yo a aquella inolvidable noche. Cº Morado, Noviembre de 2007.

“Ahora somos perros”

Hace más de 4 años que ingrese a las filas del glorioso club de montaña “Perros de los Andes de Temuco”. La experiencia de vivir el montañismo a través de un club es inigualable, y no solo por el valor deportivo, sino más bien por el capital humano que es posible encontrar en ellos. Amigos, compañeros, cordadas, todos soñamos juntos siendo cómplices de nuestras experiencias y anhelos. Temuco, 2004 – 2008.

“El sentimiento de la montaña”

Unas 9 horas de marcha con rumbo al cielo se detenían en aquel lugar. El desierto finalmente estaba frente a nuestros ojos, inmenso, casi irreal. Era nuestro momento cumbre, la instancia para las felicitaciones y los abrazos merecidos. Haya estábamos, a casi 6 mil metros de altura, viviendo la montaña y todas las satisfacciones que en ella subyacen. Definitivamente, una imagen muy representativa de nuestro deporte. Volcán Licancabur, Octubre de 2007.

“Utilidad y simbolismo”

Lo cierto es que su estilizada figura se ha convertido en la herramienta símbolo del montañismo. Con numerosas posibilidades en el mercado, el piolet es una parte esencial del equipamiento cuando pensamos en las altas cumbres. Su enorme funcionalidad y la personalidad que proyecta genera que de el se hagan numerosas lecturas, la mayoría de ellas orientadas a la acción y el desafío. Aca les presento un piolet bien especial, ¡Not for climbing!

¡Un primer lugar!

Como buen aficionado a la fotografía de montaña me decidí a participar en el concurso latinoamericano de fotografía Tatoo 2008, obteniendo con esta imagen el 1er lugar en la categoría de escalada. En la accion, mi amigo Pablo escala una ruta escuela entre las grietas de la cara sur del volcán. Con mucha fortuna y una cuota de talento, el encuadre resulto ser un gran momento para una bella fotografía. Volcán Villarrica, Mayo de 2008.

“Recuerdo para lo inolvidable”

En una teja de alerce recogida desde algún rincón del bosque, mi amigo Geyson decidió inmortalizar lo vivido. Habíamos pasado unas fiestas patrias inigualables, cuatro días viviendo a la sombra del volcán, disfrutando de sus laderas y por un breve pero mágico instante de su celosa cumbre. Todo se había alineado a nuestro favor, permitiéndonos volver a casa con un bello recuerdo materializado en este pequeño trozo de madera. Volcán Puntiagudo, Septiembre de 2008.

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