Desde el comienzo de su ciclo eruptivo el 1 de enero de este año había tenido que conformarme con observar el volcán Llaima desde la lejanía, básicamente a consecuencia de la inestabilidad que presentaba el cono de fuego. Sin embargo, una disminución de su actividad los últimos meses nos permitió programar una nueva aventura en sus laderas.
Partí junto a un numeroso grupo de mi club de montaña "Perros de los Andes" rumbo al volcán, todo con la intención de apoyar una clínica de nivelación enfocada en algunos trabajos de cuerda, anclajes y progresión en nieve. También vimos aspectos básicos para la construcción de una cueva de nieve, aprovechando la enorme “caverna” que construimos para pasar la noche con los demás miembros de mi cordada.
El día sábado 18 estuvo de lujo, nada de viento y mucho sol, aunque lamentablemente la nieve pago las consecuencias de ello. Pese a todo, desarrollamos la instrucción propuesta con una activa participación, sobretodo por parte de las mujeres de nuestro glorioso club.
Vimos importantes temas tales como material, anclajes, rapel, dispositivos de ascenso y descenso, aseguramiento, usos del piolet, auto detención y progresión en pendientes fuertes. Todo ello hasta que se dejo caer el sol y con él, las primeras señales del mal tiempo para el día domingo.
Luego de pasar un rato agradable de risas y esparcimiento en la “casa cueva”, todos se fueron a dormir. Acto seguido acomodamos nuestros sacos para descansar en lo más íntimo de la montaña, acurrucados en las entrañas de las heladas y blancas paredes que ofrece la espesa nieve del Llaima, dando una prueba más prueba de la nobleza que habita en la montaña.
El domingo amaneció cubierto y con lluvia como estaba pronosticado. Tomamos un reponedor desayuno, arreglamos nuestras mochilas, y comenzamos el descenso en medio de ráfagas de viento heladas envueltos en medio de la niebla. Atrás quedaba nuestro refugio, escondido entre blancas siluetas, como único testigo de nuestros pasos de montañeros itinerantes.
PD: Dos fotos aquí publicadas (3ra y 6ta de arriba hacia abajo) pertenecen al archivo personal de Mariana Jimenez y Hugo Contreras respectivamente.
