Entre “pegues” de deportiva y
algo de bicicleta, sentía que la hora de retornar a la montaña había llegado.
Desde hace algún tiempo venia amasando la idea de hacer un ataque rápido, en el
día, un “car to car” que significara un aporreo digno, y cuyo objetivo nos
dejara plenos y satisfechos, al menos por un tiempo. Pero ¿qué montaña –
atractiva y/o desconocida - me podría ofrecer un desafío con estas
características?
Hace dos meses subimos el cerro
Cuatro Puntas Relato del ascenso al Cuatro Puntas, constatando la presencia de una atractiva vecina. Se trataba de una montaña que
superaba los 2000 mts., en cuya cara sur se intuía algún tramo de escalada y
unas empinadas ramplas nevadas en su tercio superior. Esto, sumado a la nula
información deportiva con la que contábamos fue escusa suficiente para poner
nuestra motivación en modo ON, y darle con todo.
Con Tobias Hellwig – mi cordada
en esta ocasión y autor de algunas de las fotografías de este relato - pasamos la noche en las cercanías de Villa Cerro Castillo y
partimos rumbo al cerro en plena madrugada. Eran las 04:45 am. cuando
abandonamos el vehículo, nos aventuramos en el bosque y alcanzamos el canalón
de acceso. Acompañados de un hermoso amanecer ganamos altura rápidamente, alcanzando
los 1.700 mts. del plateau que separa ambas cumbres (Cuatro Puntas y esta desconocida) a las 09:15 am.
Hicimos una buena parada en el
corazón de este hermoso escenario montañoso, evaluamos las condiciones de
nuestro objetivo y continuamos rumbo a su base motivados. La nieve estaba en muy
buen estado, el día era prometedor y el entorno hablaba por si solo, un
lujo a escasas horas de la “civilización”. Nos detuvimos en una pequeña repisa
para definir la ruta que intentaríamos y nos equipamos.
Resolvimos ir por un canalón de
40 mts. de mixto donde predominaba el hielo. Para variar nuestro rack era
“Polaco Style”, solo 3 tornillos de hielo, 5 friends de la vieja escuela y un
set de stoppers. Escalé los primeros metros protegiendo en roca, hasta que me
tocó superar unos 5 mts. de hielo a 80º donde amé los tornillos. Un poco más
arriba - cuando llevábamos unos 25 mts.- monté una reunión para recuperar el equipo. El
segundo “micro largo” fue de 15 mts., en los cuales coloque un tornillo y un friend antes de
armar la reunión con una estaca al inicio del nevero. ¡Habíamos salido!
El nevero que fue necesario abordar
debía andar por los 45º, pero era bastante expuesto y sostenido. Aprovechamos
las dos estacas con las que contábamos para hacer dos largos de 60 mts. c/u, lo
que nos dio paso al aéreo filo cumbrero. Unos metros hacia el Este se levantaba
la menuda cumbre, nos observaba desde su enigmática soledad, vaticinando las
intenciones de aquellos dos intrusos que emergían desde lo más profundo del
valle.
Habían pasado 8 horas y ½ desde
aquel primer paso con rumbo al cielo, con rumbo a la celosa intimidad de una cumbre que ahora nos sonreía.
Fuimos testigos del despertar del valle, de la radiante luminosidad que
envuelve la montaña por la mañana y de la impagable vista sobre un territorio
que conmueve por su belleza. Felices, nos dimos un breve descanso para más
tarde comenzar el largo descenso.
Arribamos al vehículo con 12 horas de actividad en el cuerpo, cansados y doloridos, pero
infinitamente satisfechos.
PD: La cartografía de este sector es difusa, tanto en lo referido a alturas como a nombres de estas montañas. En cuanto a la historia deportiva del cerro que protagoniza el relato, se desconocen ascensos anteriores al nuestro. Se agradece cualquier información.