martes, 21 de septiembre de 2021

Las montañas humeantes del Portezuelo Cofré 3.0

El buen clima había comenzado a escasear los últimos fines de semana y el llamado de la montaña rugía con hambre y ganas. La última salida en busca de WI (Water Ice) de la temporada había cumplido con las expectativas, dando paso a una nueva etapa que dice relación con los proyectos montañeros. Aunque la ventana no era del todo evidente, necesitaba una jornada intensa que me devolviera la fe, razón por la que me embarqué en un “full day” con destino: Portezuelo Cofré.  

Como suele ocurrir en estas latitudes, la información y documentación de las montañas del Cofré es casi inexistente, y digo casi ya que existen públicamente tan solo dos relatos de actividades realizadas en el sector, ¿el autor? yo…plop! Con mi experiencia y una buena lectura de imágenes satelitales, partí con rumbo a una montaña que si bien no aparentaba ser un gran desafío, me permitiría “sanear” un nuevo acceso y evaluar las alternativas del sector. Gino Andreani fue mi compañero.

A las 06.00 am. iniciamos el viaje, aun medios dormidos, pero con la ilusión de que el transcurso del día nos devolviera a la vida. A las 08:45 comenzamos a caminar por el lecho de un estero que rápidamente nos permitió dejar el bosque atrás y comenzar a ganar altura. En dos horas estábamos transitando sobre un hermoso manto blanco con rumbo a nuestro objetivo, cuya silueta se dejaba ver fantasmalmente entre las nubes.


Con algo de viento, frío cordillerano y escasa visibilidad, continuamos la marcha sin prisa pero sin pausa. Gino avanzaba con esquíes y yo con zapatos de montaña, dejando la vida en cada zancada sobre la nieve irregular. Pese a estos inconvenientes los estábamos disfrutando, absorbiendo toda la energía que emanaba de esta desconocida comarca montañosa. Entre nubes se dejo ver una torre que parecía ser la cumbre, ofreciendo una canaleta que rápidamente llamo nuestra atención.

Luego de reponernos durante unos minutos – con jugo, pampitas y salame - nos lanzamos por el tramo final. Superamos la canaleta, fuimos dejando atrás unas increíbles coliflores de hielo, algunos lomajes menores y tuvimos la anhelada cumbre a la vista. Espere a Gino que venia un poco más abajo, con la intención de hacerle un par de fotografías y acceder juntos al punto culmine del coloso.

Luego de 4 horas y ½ de marcha, cerca de 1.000 mts. de desnivel y un buen aporreo de piernas, nos dábamos el abrazo cumbrero sobre una desconocida torre de unos 1.650 mts. Las nubes iban y venían, dejando ver a ratos el hermoso panorama que ofrecen estas latitudes. Paisajes cordilleranos olvidados y misteriosos, reservorios de magia y aventuras. Disfrutamos del momento, impávidos...

El descenso fue rápido siguiendo nuestras huellas. En dos horas alcanzamos la camioneta y en un par de horas más la seguridad de nuestros hogares. Atrás quedaba un intenso día de montaña, descubrimiento y nuevos objetivos. "Una montaña no es únicamente un juego de cuatro estaciones, un juego de luz y oscuridad, un juego de nubes que a veces engullen la montaña y crean su propio carácter... sino también una personalidad con estados de humor cambiantes, a veces inestable, a veces acogedor. Creemos en nuestro deber, hemos aceptado su precio y le hemos dedicado todas nuestras fuerzas".


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