jueves, 22 de enero de 2009

El "color" de la montaña: Cerro Rosado

Con la intención de que no se pierda en el tiempo, rescate la historia del Cerro Rosado, una mole de caprichoso color ubicada en las inmediaciones de Coyhaique, y cuya altura alcanza los 1.774 mts. El testimonio visual de esta salida solo existia en fotos de papel, por lo que estas imagenes son scaneadas.

Estaba comenzando en esto del montañismo cuando recibí la invitación en el verano del 2004, si la memoria no me falla. El grupo lo conformabamos 4 comensales, todos dispuestos a vivir una grata aventura, en lo que resulto ser algo mas que una simple caminata.

Cuando accedimos a las faldas del cerro, comenzamos a remontar un maltratado camino maderero, buscando ganar el máximo de altura posible, en lo que ya se había convertido en un autentico “jeepeo”. Finalmente nos “estacionamos” y continuamos abriéndonos paso a través de un bosque bajo, para mas tarde alcanzar el limite de la vegetación, que en estas latitudes se encuentra entre los 1.000 y 1.200 mts.

El clima era poco prometedor, pero nuestro ánimo ayudaba a equiparar las cosas. Remontamos la cara este del macizo, ascendiendo sobre una larga arista rocosa, de enormes lajas coloradas. Viento y frío acompañaron nuestro peregrinaje que no se detuvo hasta alcanzar la meta, habíamos accedido a la cumbre del cerro Rosado.


Con algunas complicaciones tomamos las fotografías de cumbre - lugar donde el viento se comportaba a su antojo - para mas tarde buscar refugio ladera abajo, en un acto que mas bien tenia fines exploratorios. Descendimos hacia el norte, con la intención de alcanzar una lejana laguna a la que nunca llegamos, pero que sin embargo nos permitió conocer la intimidad de un misterioso lugar de la Patagonia.

Con una lluvia a ratos bastante copiosa, iniciamos el retorno rumbo al jeep. Traveseamos la ladera norte hasta conectar con la arista este, descendimos hasta el bosque y en un par de horas hasta la seguridad del transporte. Atrás quedaban intensas horas de actividad llevadas a cabo un rincón del mundo tan hermoso como hostil. Comenzaba a acercarme a las lides del montañismo.

martes, 13 de enero de 2009

Expedición Marmolejo 2009: ¿Mi vía crucis?

Llegó la expedición de verano y partimos al Cerro Marmolejo 6.109 mts. Fuimos 4 Perros de los Andes los que iniciamos el viaje con la ilusión de acceder al 6 mil mas austral del mundo. El itinerario se desarrollo casi sin complicaciones, sin embargo las lesiones para mi fueron el pan del día.

Luego del clásico viaje a Santiago y mas tarde al Cajón del Maipo, arribamos al Morro Negro, donde nos esperaban caballos que llevaron nuestro equipamiento a 30 minutos de nuestro campo base, ubicado a 3.300 mts. Todo bien, excepto por unas pequeñas molestias en mi espalda, que se solucionaron con un potente anti-flamatorio.

El segundo día nos trasladamos al campo alto, a 4.300 mts. La jornada fue dura, la mas dura de la montaña. Remontamos 1 mil metros de desnivel a traves de un canalon que se hizo interminable, sumado al exagerado peso de las mochilas. Para mi mala suerte en este trayecto comencé a sentir molestias en la parte posterior de mi rodilla izquierda, posiblemente a consecuencia de la inflamación de algún ligamento. Arribamos al C1 muertos, pero dando gracias por estar vivos.

El tercer día aclimatamos como corresponde, harta comida y buenas dosis de te, sin embargo mi rodilla había empeorado y mis posibilidades se volvieron inciertas. Fotos, más fotos y buena conversa. El día llegaba a su fin. El plan del día siguiente seria el de portear o trasladarse definitivamente al C2, ubicado a 4.900 mts. La decisión quedaría en nuestras manos.

El cuarto día de expedición amaneció radiante, menos mi rodilla que poco había mejorado. ¿La decisión? La otra cordada subiría al C2, mientras que mi cordada, en un acto “heroico”, portearía parte de nuestras cosas al siguiente campamento, de tal manera de darme mejores opciones para subir al siguiente día. Listo el porteo, nos encerramos en la carpa para capear lo que se transformo en una intensa nevada. Por la mañana me tocaría subir al C2.

El quinto día subimos al campamento de ataque, donde nos reencontramos con nuestros 2 compañeros de expedición. Llegamos temprano y mi rodilla daba atisbos de mejora, lo que me motivo a seguir su tratamiento a base de ibuprofeno y crema, junto con no descuidar en ningún momento mi hidratación. Aquella tarde también nevó intensamente.


El 6to día nuestros compañeros iniciaron su ataque a cumbre muy temprano, en lo que seria para ellos una larga y fría jornada sobre nieve recién caída. Nos comunicamos por radio hasta que al medio día del 8 de enero nos dieron la primera alegría, estaban en la cumbre, luego de un arduo esfuerzo de casi 10 horas. La madrugada del dia siguiente nos jugaríamos nuestra opción.

Luego de escuchar el frío relato de nuestros compañeros nos armamos de valor para afrontar nuestro intento de cumbre. Para variar aguantamos una nevada que termino a eso de las 21:00, seguida de un increible atardecer.

A las 02:00 nos pusimos en movimiento, de mi rodilla solo sentia un cosquilleo pero sabia que estaba delicada y había que cuidarla. Ascendimos rápido sobre la nieve dura, en una mañana que nos ofreció un intenso frío, el más intenso que recuerde. Todo iba bien, hasta que el frío se apodero de mis pies.

A eso de los 5.700 mts. decidí reanimar los dedos de mis pies masajeándolos, mi cordada me asistió en la maniobra, lo que me hizo recuperar en algo la sensibilidad. El usaba zapatos plásticos por lo que no tubo problemas, yo subía con uno de cuero de alta gama, pero nunca es lo mismo, sumado a lo bajo de mis defensas por el uso de medicamentos. Avanzamos lento, pues la altura se hacia sentir, el sol algo amenazaba con entibiar, y las horas de frío extremo iban quedando atrás. Tome la delantera decidido, lo que motivo a mi cordada a seguir mis pasos, pese a su gran agotamiento. A eso de las 12:00 nos abrazamos en la cumbre que lucia como nunca la había visto en fotos, nevada y radiante, esperando por lo mejor de nuestro esfuerzo. Lo habíamos logrado, y en lo personal alcanzaba mi 3er 6mil.

La bajada no fue trivial, a la insensibilidad de mis dedos se sumo una dolencia en un tobillo, maldición! Tuve que descender muy suavemente hasta que arribamos al campamento a eso de las 16:00. había que descansar, seria mucho decir recuperarse.

El cansancio nos hizo dormir profundamente, ello pese a mis dolores y mi cordada a una gélida tos que acarreaba lo mas intimo de su ser a la superficie. Nuestros compañeros bajaron al campo base aquella tarde.

Al dia siguiente iniciamos el descenso al base. Mis dedos seguían entumecidos, por lo que asumí congelaciones de un primer grado que aun me aquejan. Lo hicimos con calma, primero el C1 y mas tarde hasta el lejano campo base, haya nos detuvimos la tarde del 8vo día de expedición, algo mas relajados, pero con las secuelas de una hermosa batalla en las alturas. Comimos y reímos hasta muy tarde los 4, disfrutando de una hermosa luna llena y de los últimos víveres guardados para la ocasión.

El 9no día bajamos al Morro Negro. Para resumir mis lesiones aquella mañana bajé arrastrando congelaciones en mis dedos, dolencias en un tobillo y un repugnante dolor en mis labios partidos, que se habían flagelado con el pasar de los días en la montaña. Finalmente el transfer, Santiago y mas tarde Temuco, la historia llegaba a su fin.

Pese a todos los inconvenientes de esta expedición, de las lesiones y el evidente sufrimiento que ellas dejan, estoy absolutamente convencido de que haber participado de esta salida fue lo correcto. Sentir el apoyo constante de los compañeros y la incansable lucha interna que no se detiene, es maravilloso. Son escenarios que irremediablemente nos hacen crecer y averiguar un poquito más sobre nosotros mismos. La montaña nos maltrata, pero he llegado a la conclusion de que es imposible evadir el desafío.