lunes, 21 de septiembre de 2015

Cº Chocolate: Directa Cara Este (1ra repetición, invernal)

Había llegado la hora de probarse en algún reto intenso, en una actividad de aquellas que te estrujan y jamás pasan al olvido. En el patio de la casa, específicamente en la Cordillera Castillo, unos montañistas locales habían abierto en junio pasado una línea interesante en el Cº Chocolate (2.100 aprox.), la cual reunía varios elementos que me resultaban atractivos: nieve, hielo, mucho ambiente y una montaña que no había ascendido. Así empezaba mi  fin de semana patrio (imágen referencial).


Con una molestia en mi pantorrilla partí bajo un manto de dudas rumbo al CB. No quería fallarle a Guido  - mi cordada - por lo que debía ser cuidadoso y prudente, evitando esfuerzos innecesarios. Vivaqueamos sobre la nieve y al resguardo de una roca sin inconvenientes, hasta que sonó el despertador. A las 05:30 estábamos caminando inmersos en la oscuridad de la noche rumbo a la base de nuestro objetivo, arribando cerca de las 08:00, con las primeras luces.


Superamos los metros iniciales desencordados sobre nieve regular, hasta que decidimos meter la primera estaca, y de paso alivianar el peso de nuestras mochilas. Los primeros largos fueron tranquilos hasta el tercero, donde debimos lidiar con pésima nieve polvo y una fuerte pendiente, nada agradable para asegurar, todo mientras la montaña se cubría de nubes y la vía adquiría más carácter.


La zona media del canalón se presentó con buenas condiciones de nieve/hielo. Pendiente sostenida de unos 50º con secciones de máximo 60º nos mantenían concentrados y entretenidos, soportando un frio tan silencioso como incómodo. El agotamiento no tardó en llegar, producto de lo extensa que nos resultó la ruta para nuestra sorpresa (400 mts. aprox.). A pesar de ello, este escenario nos mantenía muy a gusto por dentro, con la sensación de estar pasando de la existencia, a la vida.


Pasadas las 14:00hrs. divisamos la ansiada salida. Poco a poco fuimos dejando bajo nuestros pies aquel panorama impresionante para montarnos sobre el filo cumbrero. Satisfechos, comimos algo e hidratamos con lo poco que quedaba, inyectándonos algo de energía para cubrir los últimos metros de expuesta travesía. El cielo se había abierto parcialmente y la cima brillaba al fondo como un auténtico y reservado tesoro.


Entre risas y abrazos estuvimos en la cumbre a las 15:30, 10 horas después de haber dejado nuestro vivac. Disfrutamos del inmaculado panorama andino durante unos minutos e iniciamos el descenso. Retrocedimos sobre el filo y nos abrimos paso cuesta abajo intuyendo la ruta normal de la montaña. Alcanzamos el CB a las 18:30, donde luego de “engullir” unos ravioles, retomamos la marcha hasta la seguridad del jeep, lugar donde a eso de las 22:00hrs. recién pudimos saborear tranquilos el esfuerzo de este gran día.    


PD: El nombre de la montaña aun permanece incierto y sin validación. Hay quienes le llaman "Chocolate", mientras que otros lo identifican como "Sahne-Nuss". Lo cierto es que esta ambigüedad responde a la escasa comunicación y cultura de montaña local. 

domingo, 13 de septiembre de 2015

Actualidad: Un buen día en el Cerro Sombrero (2.100 mts.)

Hace tiempo que no cubría 1.700 mts. de desnivel en el día, hasta que llegó el reto del “sombrero”. Ubicada al sur del lago Elizalde, esta atractiva y poco visitada montaña posee una vista impresionante desde su diminuta y estilizada cumbre, donde además, resaltan algunas cimas menores que durante el invierno se visten de una celestial capa de hielo y nieve, dándole un carácter un tanto irreal a este paisaje.


Es lo que me “excita” de Patagonia, encontrar un escenario montañoso digno de nuestros sueños más ambiciosos, a solo un par de horas de caminata. Eran las 08:20 cuando estuvimos en movimiento, iniciando la aproximación a tan solo 400 mts. de altitud. Superamos algo de bosque, acarreo y finalmente estuvimos en un evidente canalón cubierto de nieve, el cual asciende directo hasta el filo superior de la montaña.


En tan solo 4 horas de marcha alcanzamos la puerta de entrada a este paraíso. El sol iluminaba con fuerza desde lo alto, irrumpiendo en la intimidad invernal de la montaña. El frío e irregulares rachas de viento también nos acompañaban, hablándonos de un terreno donde la soledad se funde permanentemente con la hostilidad de los ambientes montañosos de Patagonia.


Nos repusimos con algo de jugo isotónico y pampitas para continuar en dirección a la cumbre. Siempre sobre nieve aceptable nos montamos en un gran filo salpicado de torres y protuberancias cubiertas de hielo frágil. Avanzamos constantes, luchando por ganar metros y evitar que la sensación térmica – bajísima- nos pasara la cuenta. En poco tiempo divisamos la cumbre principal, envuelta en los misterios propios de estas moles andinas.


Pablo - mi cordada - seguía las pisadas con que fui decorando la ruta hasta la ventosa cima, lugar donde me detuve 5 horas y 10 minutos después de haber iniciado la actividad, estaba en lo más alto del Sombrero, a unos 2.100 mts. de altura. El abrazo cumbrero llegó más temprano que tarde, dejándonos con una grata sensación de satisfacción, de pasajera saciedad.


Regresamos sobre nuestros pasos con cautela, sintiendo el viento en la cara y el crujido de la nieve dura bajo nuestros pies. Nos alimentamos de pensamientos y sueños, de la libertad sin precedentes que emana de la inmensidad. A las 16:30 estábamos en el jeep, agotados pero felices, con el recuerdo fresco de un generoso día de montaña.     


"Quizá sea verdad que ningún amor deja tanta huella como el primero, pero estoy seguro de que no hay montaña tan hermosa en tu memoria como aquella que te hizo ver que el mundo no es redondo como te enseñaban en la escuela, sino infinito y eterno y hay que salir a cubrirlo de besos y abrazarlo" (Iñaki Ochoa).