martes, 4 de noviembre de 2014

Actualidad: Secretos del Cofré 2.0 "La Torre Sin Nombre"

“Ciertamente no era la más alta, ni la más técnica, ni la más popular, pero era la montaña que yo quería subir. Cuando la contemple a lo lejos hace poco más de tres años su emplazamiento solitario, belleza y desconocimiento me cautivo. Hoy pudimos conocer de que estaba hecha”. Fueron mis primeras letras para referirme a la actividad que realizamos en el sector del portezuelo Cofré, en una particular “Torre Sin Nombre” cuya altura alcanza los 2.170 mts.


Después de estudiar la zona a través de imágenes y fotos satelitales me embarque en esta aventura junto a Pedro Sepulveda, con quien iniciamos la marcha a eso del medio día con la intención de atravesar el bosque y alcanzar el límite de la vegetación. Este tramo no fue tan penoso, e incluso tuvimos la suerte de encontrarnos cara a cara con una hermosa pareja de huemules, lo que auguraba una buena jornada.


En poco más de cuatro hora nos detuvimos frente a un impresionante anfiteatro montañoso donde decidimos pasar la noche (1.100 mts). El resto del día evaluamos la ruta a seguir, comimos, hidratamos y nos fuimos al sobre poco antes de que se esconda el sol. Desde la “comodidad” de mi vivac pude apreciar un espectáculo de luces y colores que invadió las nieves eternas.


Iniciamos la marcha a las 04:30. La madrugada estaba fría y sin viento, agradable para caminar. Nos desplazamos a buen  ritmo y constantes, ganando altura con rapidez. Luego de calzarnos los crampones abordamos una canaleta y más tarde un nevero que nos depositó sobre una gran repisa rodeada de formaciones heladas. El amanecer se había desatado en todo su esplendor, hablándonos de montañas y cumbres infinitas.



Intuyendo la ubicación de nuestro objetivo fuimos por un pequeño collao donde comenzaba a pegar el sol, punto de la ruta que nos permitió ver por primera vez la torre que andábamos buscando. Se trataba de la máxima altura del cordón, en cuya cumbre se lucían impresionantes  y escarpadas coliflores de hielo. Continuamos al marcha hasta su base atravesando un desierto helado hacia el sureste.


La torre final nos demandó una fuerte pendiente inicial, más tarde un gran nevero y finalmente los aéreos picachos cumbreros, compuestos por dos protuberancias de idéntica altura. A las 09:30am. gritamos cumbre, parados sobre una diminuta cima desde donde era posible extender la vista cientos de kilómetros a la redonda en una mañana radiante. A nuestros pies de mostraba el amplio valle del río Sin Nombre.


El descenso lo realizamos sin complicaciones, absorbiendo la enorme paz y energía que nos entregan están montañas del fin del mundo, agradeciendo cada paso y cada bocanada de aire emanado de estos rincones misteriosos y desconocidos que nos extienden una invitación permanente. Para conocer los detalles de la primera exploracion en el Cofré, pinchar en el siguiente link: http://alturasur.blogspot.com/2011/09/exploracion-dieciochera-los-secretos.html

jueves, 9 de octubre de 2014

Cordillera coyhaiquina non-stop: ¿Cuál es su nombre?

En una tarde de escalada en Ensenada divisamos junto con Guido aquella montaña que tantas veces habíamos visto hacia el oeste, pero esta vez con otros ojos. Planificamos un ascenso rápido, por el día, utilizando como acercamiento el gran filo que da acceso a los cerro Punta Vera y Sapo (o Romo), para más tarde descender y continuar con la travesía.


Después de la actividad en los andes centrales y un tranquilo ascenso a la cumbre del cerro Cordillerano hace unos días - el cual disfrute junto a Marcela y unos amigos – me sentía en forma para afrontar una jornada larga, por lo que echamos a andar nuestro plan con la idea de salir apenas el clima nos diera luz verde. (Abajo en la cumbre del Cº Cordillerano).


A la 06:00am. y a 330mts. de altura iniciamos la marcha en el valle del Rio Claro. Un par de horas por un camino maderero, bosque y finalmente en el hermoso filo que se interna hacia el oeste. El clima pintaba para bueno, mientras los restos helados de unas cornisas comenzaban a hablarnos de la montaña y su ambiente hostil.


El trayecto sobre el filo estuvo calmo, teniendo siempre a la vista algunas montañas que había visitado en ocasiones anteriores (Punta Vera y Sapo). Fueron un par de horas hasta alcanzar el filo que nos daría paso a la sección montañosa donde se emplazaba nuestro objetivo. Fue necesario descender 300 mts.


Con más de 6 horas de actividad el cuerpo acusaba, pero ya estábamos cerca. Recorrimos hermosas laderas de nieve muy aceptable para caminar, dirigiéndonos hasta la base de una gran rampla de nieve que comunicaba con la anhelada cumbre de este desconocido. A las 12:45 comenzábamos la escalada del último tramo.


Los primeros metros la pendiente promediaba los 45º grados, declinando suavemente hacia el final, sobre la ladera de un gran domo blanco que terminaba en la cima. Ascendimos lento pero seguros, disfrutando la calidez del día y el paisaje. A las 13.30 detuvimos nuestros pasos, no había más que subir.         


¡¡Cumbre!! Fueron 7 horas y media hasta aquel lugar. Abrazos, fotos, algo de chocolate caliente y hasta algunas llamadas pudimos hacer. Que gusto estar ahí, de pie sobre tus planes, sobre tus deseos como montañista y aventurero. La cordillera coyhaiquina en todo su esplendor frente a nuestros ojos. Estábamos a 1.700 mts.


Iniciamos el descenso sabiendo que sería extenuante, largo, pero la montaña nos había adelantado la recompensa. Recién a eso de las 19:30 alcanzábamos el vehículo, “rotos” como dicen los argentinos, pero infinitamente satisfechos y agradecidos de la vida, por lo que es capaz de brindarnos en tan solo un día de existencia.


Aún no he confirmado datos sobre la historia deportiva de esta montaña. Al parecer contaría con un ascenso por parte de la Escuela de Guías de la Patagonia. Su nombre también lo desconozco (pertenece al cordon de los conos negros), imagino que con el tiempo comenzará a resucitar más información. Nuestro recorrido se extendió por 13 horas y 30 minutos, ascendimos 1.900 mts. de desnivel positivo y la ruta ida y regreso promedio 25 kms.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Especial Fiestas Patrias: Patagones en el Yamakawa

En un año  donde las actividades de montaña no habían sido las protagonistas, había llegado el momento de probar suerte en algún proyecto duro, intenso, una actividad de aquellas donde confluyen y conviven elementos que constantemente te ponen a prueba. Quería viajar, y los andes centrales se convertían en un buen escenario, el Cerro Yamakawa (4.950) en la opción.
 

Con solo un ascenso invernal por su cara sur, esta montaña comenzaba a quitarnos el sueño. Junto a Javier Galilea nos internamos en la cordillera el 15 de septiembre, iniciando la caminata en el Choribulder a eso de las 15:30 hrs. Serian 3 horas de caminata (con raquetas) hasta los 3.000 mts., en la base del cerro Unión, donde levantamos nuestro primer campamento.   

El día 16 nuestra marcha continuo rumbo al cajón del Cortaderas. Muy pesados fuimos ganando altura, internándonos en un lugar frio y solitario, custodiado por grandes montañas salpicadas de roca y hielo. Tras 5 horas de marcha nos detuvimos a los 3.750 mts., al amparo de una gran roca donde montamos nuestro campamento alto, seria nuestro solitario hogar por un par de días.

Para optimizar nuestra aclimatación decidimos subir el día 17 hasta la base de la ruta (4.000 mts.), marcar la huella y conocer el estado de la montaña. Este trayecto nos tomó 1 hora y 30 minutos desde el campamento. Aprovechamos de portear algo de equipo y evaluar las condiciones que se apreciaban bastante bien. Disfrutamos del lugar y descendimos.

Mientras la mayoría de los chilenos celebraba entre zapateos, chicha y empanadas, nosotros preparábamos nuestro ataque a cumbre. Salimos a las 03:30 am. del 18 de septiembre, noche oscura y fría (-10) pero estable y sin viento. A las 04:45 alcanzábamos nuestro depósito, lugar donde nos equipamos e hidratamos con té caliente previo a la escalada.     
Nos pusimos nuevamente en movimiento a las 05:30 am. La temperatura había descendido a 14 grados bajo cero y la nieve se presentaba en regulares condiciones. Superamos la primera rimaya que custodiaba la ruta sin problemas y ascendimos haciendo una línea diagonal hasta la segunda que superamos por la derecha. La pendiente se tornó más fuerte y el frio casi insoportable, por lo que la opción era mantenerse en movimiento.


Con las primeras luces del día pusimos la primera estaca y retomamos el ascenso asegurados. Fueron solo 2 largos hasta una canaleta que nos tendría una mala noticia. Cubierta con solo 20 cm. de nieve inconsistente nos fue imposible protegerla con estacas y menos con tornillos, posiblemente un par de clavos habrían sido la mejor opción.

Estábamos a la sombra de la montaña a unos 4.500 mts., eran las 09:30 y la temperatura se mantenía en -14, el invierno de los andes centrales nos mostraba parte de su dureza. Agotados y fríos pero con ganas de continuar, supimos que hasta ahí llegaba nuestro intento, primando los márgenes de seguridad. Nos dimos un tiempo para contemplar aquel idílico entorno  montañoso y descendimos.
 
 
Aquel mismo día bajamos hasta el Choribulder, completando así 2.000 mts. de descenso. En este lugar pasamos nuestra última noche en la montaña, para continuar nuestro retorno hasta Baños Morales y posteriormente a Santiago el día 19. Atrás quedaban intensos días de montaña, cargados de satisfacción, esfuerzo y una gran experiencia que compartir.   

lunes, 8 de septiembre de 2014

Actualidad: La montaña como aliciente para el alma

Que año este, con mas bajos que altos pero en fin, la montaña me ha enseñado a ser paciente y debo aferrarme a esas lecciones. Todo comenzó bien con el Picacho, mas tarde algo de escalada deportiva, cumbre en el Cº Cordillerano (1750), mucho running y por fin el invierno. ¡¡¡Mentira!!! el invierno apenas llegó a Patagonia, el hielo escaseo y el animo decayó...aunque no para siempre.


Luego de un par de picotazos sobre el bendito elemento volví al cerro. Luego de 5 años retorne al Cerro 1920, ubicado en el corazón del portezuelo Ibáñez. En compañía de Marcela repetimos el canalón Sureste a fines del mes de agosto, el  que nos regalo una bonita actividad invernal que termino en la cumbre.





 
Las motivación y la energía comienzan a retornar poco a poco. Ahora solo resta esperar que el año finalice bien, y ojala con buenas actividades. Un abrazo y ¡buenas cumbres!

lunes, 13 de enero de 2014

Actualidad: Los enigmas del C° Picacho (1954 mts.)

Posiblemente se trate de uno de los cerros más emblemáticos y fotografiados del norte de la región de Aysén. Su figura estilizada no pasa desapercibida, atrayendo miradas de turistas, curiosos, y claro, de los montañistas también. Hace un par de años le hice un “cuasi” intento, pero su espeso bosque nos mando para la casa. Ahora, la cosa seria diferente.


En compañía de Javier Galilea (21) me embarqué en este tentador proyecto. Primero el viaje desde Coyhaique y más tarde el famoso bosque patagónico. Como era de esperarse nos dimos con todo, “combos iban, combos venían”, hasta que finalmente logramos superarlo y montarnos sobre un lecho de rio que nos sacó de la línea de vegetación.


Luego de 6 horas y 30 minutos de arduo caminar montamos el vivac sobre una pequeña explanada a 1.230 mts. (cerca de unos diminutos manchones de nieve), lugar donde disfrutamos de la tarde y una rica comida para recuperarnos. El olvido de una cuchara nos obligó a darle un nuevo propósito al extractor de nuts. 


Iniciamos la marcha a las 04:20 am. Primero alcanzamos el portezuelo que da acceso a la cara oeste de la montaña e iniciamos una suerte de traverse ascendente, ganando altura rápidamente sobre acarreos, rocas y restos de granito. El amanecer ya comenzaba a pintar el horizonte y la escurridiza torre del Picacho comenzaba a mostrarnos el camino.


El ascenso continuó sobre un canalón de nieve dura que nos llevaría hasta un collao en la arista suroeste. Lo abordamos concentrados, ya que no consideramos piolets ni crampones para la ascensión. Al cabo de unas horas estuvimos en el lugar donde estimamos, debería comenzar nuestra escalada. Nos equipamos y planificamos los últimos metros.


Fueron alrededor de 170 metros de escalada sobre granito, en total 4 largos hermosos inmersos en un escenario típicamente patagónico, condimentado con frío, vértigo y soledad. Posiblemente el paso más duro alcanzo el 5.9, demandando la pericia del primero de cuerda y estrujando las fuerzas del segundo, que subía con la mochila.      


Luego de 7 horas de esfuerzo alcanzamos la arista cimera y más tarde la solitaria cumbre del cerro Picacho, el día era espectacular y la felicidad total, celebramos. Aprovechamos la oportunidad para subir un libro de cumbre en el cual nos anotamos, posteriormente lo dejamos protegido bajo unas rocas. Eventualmente se podría tratar del 6to ascenso absoluto. 


El descenso lo realizamos por la misma línea de ascenso, sin encontrar vestigios de otras cordadas. Hicimos 4 rapeles (no quisimos alargarlos mucho para evitar que se atascara la cuerda) y alcanzamos el collao. Posteriormente vino el descenso hasta el vivac y luego hasta el vehículo, donde arribamos pasado las 20:00 hrs. hastiados con el bosque, pero infinitamente satisfechos.

 

PD: Quiero agradecer la participación de Javier en esta actividad, un joven y fuerte montañero con muchas condiciones. Seguramente el destino le tiene preparadas potentes cumbres para los años venideros.