Estábamos en el corazón de Ecuador (Quito) con la idea de pasear, descansar
y relajarnos, de disfrutar de la montaña solo como espectadores pasivos de la
soberbia presencia que ofrecen los colosos de esta zona. Sin embargo, luego de
visitar la tienda “Andes 6000”
todo eso cambio, nos habían instado a visitar las alturas del Rucu Pichincha. No
lo pensamos mucho y partimos.
Luego de pasar tres noches a 2.500 mts. llegamos al teleférico de Quito
(3.000 mts.), el cual rápidamente permite alcanzar los 4.000 mts. con una vista
fabulosa de la ciudad. Eran las 09:00 am. y el día prometía, sin embargo, sabíamos
que las nubes comenzarían a hacer de las suyas en cualquier momento.
Los primeros minutos no fueron fáciles, había que adaptarse a las
condiciones y encontrar el ritmo. Con respecto a nuestra dieta esta era simple,
2 litros
de jugo isotónico para cada uno, snickers y galletas. Progresamos lento pero
constantes, animados por el panorama del cual estábamos formando parte.
La ruta estaba marcada y durante los primeros kilómetros no ganaba mucha
altura. El “Rucu” nos observaba al fondo, todavía distante, mientras se divertía
con el ir y venir de nubes que se paseaban por su cumbre. Ya advertíamos que no
tendríamos visibilidad allá arriba, pero el esfuerzo valdría la pena igual.
Luego de 2 horas de marcha habíamos dejado la vegetación atrás y ganábamos
altura con rapidez. Las nubes lo cubrían todo, pero eso no constituía un
problema. En algún momento llegamos a una bifurcación del sendero y tomamos el
de la derecha ¡error!, luego de algunos gateos sobre la roca alcanzamos una
cumbre menor del macizo.
Descendimos y fuimos por la cumbre principal. En medio de la bruma
retomamos la ruta correcta que nos dejo en la base de un torreón que gateamos
concentrados, la altura se sentía y no queríamos cometer un error. Luego de
tres horas de marcha nos instalamos en la cumbre del Rucu Pichincha felices, ¡Marce
coronaba su primer cerro de altura!
Fotos de rigor, jugo y comenzó el descenso. La temperatura había
descendido considerablemente, nos abrigamos. Sin problemas estuvimos en la base
de la montaña y más tarde de regreso en el teleférico. Estábamos satisfechos,
agradecidos de la experiencia vivida en un lugar tan distante y distinto de
nuestra Patagonia.