Lo cierto es que a Piedra Parada solo la miramos, pero el sector es más conocido por esta hermosa mole de roca que se levanta insolente
en medio de la pampa, que por el bucólico cañadón de La Buitrera, cuya fisonomía
profunda y rocosa da origen a un fascinante paraíso rockero donde abundan
colores, texturas y rugosidades tan diversas como estilos de escalada.
De Coyhaique nos fuimos hasta Esquel y el segundo día muy
temprano estábamos en el camping de los Moncada. Carpa armada, equipo listo y
no perdimos ni un solo minuto para adentrárnos en el cañadón. El sol comenzaba a
iluminar este paraíso cuando probamos las primeras rutas. Nada de viento, nada
de preocupaciones, solo escalar y contemplar, vivir, conectarnos con nuestra energía
y nuestros miedos.
La idea era visitar un buen números de sectores y así lo
hicimos, probando rutas tranquilas y disfrutonas. Excelente calidad de roca al abrigo de un increíble spot. Muy poca gente en el cañadón, ya que era el cierre de la
temporada. Lamentablemente la luz se iba a las 18:00 pero nuestra recompensa
era la tranquilidad y el silencio sacado de otro planeta. Que grato haber
llegado hasta ahí, un lujo.
Nuestro segundo y último día de escalada me concentre en apretar
un poco más. Visitamos Jardín del Edén, Ortigas y Cañadón Angosto, donde encadene
un 6b a vista como máximo premio, lo que finalmente resulta un detalle para un
viaje tan corto. Caminamos, volamos, comimos, contemplamos, conocimos gente y
lo mejor de todo, nos quedaron muchas ganas de volver, lo que resume este breve
pero intenso periplo.
Conclusiones y recomendaciones: Vayan todo el tiempo que
puedan, visiten el máximo de sectores posibles, tengan ojo con los
metros/chapas por ruta, hay varias que tienen buenos alejes. Que no falte el agua,
la comida y las ganas de pasarlo bien. Y el próximo año, “Sexto Sentido” ¡voy
por ti!.