miércoles, 12 de septiembre de 2007

Un desconocido: Alto de la Engorda

Se acercaba el 18 de septiembre del 2006 y estaba la posibilidad de hacer alguna actividad de montaña. Recibí la invitación de un amigo Rancagüino y partí rumbo a esas tierras. El objetivo, el Alto de la Engorda.

Con 4.200 mts. de altura, de acuerdo a la poca informacion existente, esta mole de la VI region es muy poco conocida y de ascensos poco se sabe, característica que poseen además, innumerables otros cerros que se yerguen en esta region.

Partimos desde Rancagua un grupo de 6 montañistas con dirección a las callanas y en ese lugar comenzó la acción. Cruzamos el primer río y seguimos internándonos rumbo a lo desconocido.



Luego de varias horas accedimos a un valle algo mas alto y delgado, armando un primer campamento casi al final del mismo. El segundo día continuamos la marcha para doblar abruptamente hacia el este. Aca el valle se mostraba con gran cantidad de nieve, muy pesada.



Luego de un par de horas, bajo un sol radiante y un panorama de montañas fenomenal, nos detuvimos al pie del Alto de la Engorda, donde levantamos nuestro segundo campamento, esperanzados en poder superar el gran desnivel que el día siguiente nos esperaba rumbo a la cumbre.


Salimos de madrugada y comenzamos a ascender por las laderas. Llevábamos un buen ritmo, ascendiendo tranquilos y motivados. Superamos una suerte de canaleta y descansamos por un momento en una pequeña repisa, estábamos como a 3.300 mts. de altura, ascendiendo por la cara sur-oeste.



Continuamos ascendiendo, esta vez por roca, filos y más tarde nos detuvimos en la base de grandes torreones de roca. Las muchas horas de actividad se hacían notar, pero aun podíamos progresar sin problemas. Con algo de dificultad superamos algunos pasos medio complicados y nos detuvimos bajo una pequeña “chimenea”.


En este lugar la ruta cambiaba abruptamente y caía mucho material. Mas tarde dos compañeros superaron dicho obstáculo con la intención de seguir, sin embargo, la falta de equipamiento para afrontar las condiciones imperantes, donde la roca era desastrosa, nos llevo a optar por descender, mientras observábamos a lo lejos la entrada de un frente de mal tiempo.

Habíamos alcanzado los 3.700 mts. aproximadamente, desde ahí descendimos con un rapel y luego sorteando la ladera. Llegamos al campamento cansados y hambrientos. Solo faltaban un par de horas y se pondría a nevar copiosamente.


El cuarto día nos retiramos, satisfechos por la experiencia de haber vivido la montaña en un lugar magnifico, muy poco conocido, pero sabiendo que ha quedado una deuda pendiente.

1 comentario:

Héctor Millar. dijo...

que buen intento !!!

te animai de nuevo ?

Felicitaciones Sr. Periodista !!!!


necesitas un fotografo....auqnue igual le pegai al cuentito.


un abrazo gigante


Héctor