lunes, 19 de agosto de 2019

Cumbre innominada: Inaugurando "El Camino del Guerrero"

El primer proyecto de la temporada salió más temprano que tarde. Aprovechando la ventana climática del fin de semana me trasladé hasta una pequeña y desconocida comarca montañosa al norte de Villa Mañihuales, un sector que había llamado mi atención cuando ascendí la cumbre norte del cordón Pedregoso hace casi un año. Luego de estudiar y analizar las posibilidades, finalmente estuve a sus pies y claramente no me defraudo.


En esta oportunidad fuimos cuatro los montañeros que conformamos el grupo, dividiéndonos en dos cordadas. Un fabuloso camino de acceso nos dejó muy cerca del campamento, por lo que la caminata fue corta y pudimos aprovechar la luz del día para evaluar vías, condiciones e instalar con comodidad nuestro hotel mil estrellas esperando que llegara la madrugada. ¡Que pedazo de cerros teníamos frente a nosotros!


A las 04:00 am. sonó el despertador y a las 05:30 iniciábamos la marcha. En esta oportunidad fue Javier Galilea mi cordada, compañero de varias aventuras con quien me siento muy a gusto en la montaña. Nieve dura y luna llena amenizaron nuestros pasos hasta llegar al pie de la vía elegida, aun en la oscuridad de la noche. Cuanta ansiedad y cuanta gratitud por volver impregnarme de esas frías madrugadas en el lecho de la montaña.


Luego de escalar unos 40 metros sin cuerda armamos la primera reunión sobre roca. Inicié la faena con las primeras luces del amanecer, ganando metros valiosos en la intimidad de un angosto canalón vestido de invierno. Nieve dura y unos 55° de pendiente, nada de viento y bastante frío, pero yo apenas lo percibía. Todo fue pensar, sentir y disfrutar de aquel camino lleno de incertidumbre con rumbo al cielo.


Nos alternamos los largos que resultaron ser muy “disfrutones”. Alguna estaca por aquí, algún seguro de roca por allá y la ruta iba tomando forma. Javier se dio el lujo de utilizar sus clavos en un par de oportunidades, situación que de alguna manera nos remontaba a los orígenes y al romanticismo del montañismo clásico. ¡Hay que reivindicar el uso del clavo! comentábamos entre risas y “retazos” de seriedad. 


En los últimos dos largos la pendiente llego a unos 65°. El panorama era soberbio. La ruta se estaba dejando escalar y nosotros no disimulábamos nuestra alegría. El canalón llego a su fin bajo unas enormes y amenazantes cornisas, por lo que había que salir de ahí pronto. Luego de una travesía a la derecha y una escalada corta, alcanzamos una gran meseta que conducía a la cumbre. A las 12:00 estuvimos en el punto más alto del coloso, luego de 6 horas y 30 minutos de esfuerzo ininterrumpido. El altímetro marcaba 1.640 mts.
   

El descenso nos tomó poco tiempo. Bajamos por una ladera caminable, por lo que nuestro arribo al campamento fue rápido. Allá nos reunimos con la otra cordada que también celebraba luego de abrirse paso por una ruta paralela. En conclusión, un fin de semana redondo, un doble primer ascenso invernal, dos nuevas vías - “Pepito paga doble” (D/300mts/70º/M4) y “El camino del guerrero” (D-/400mts/65º) - y ningún percance que lamentar. 


"La más pura de las experiencias de escalada existe en un ámbito que está más allá de cualquier forma de comunicación. Es una historia que jamás podrá ser contada" (Kurtyka).  


No hay comentarios: