lunes, 2 de noviembre de 2009

Made in Patagonia: Cimas en P1428 y P1630

¡¡Lejos!! la mejor actividad que he realizado hasta el momento en la dulce y siniestra Patagonia, y no hablo de rutas complicadas, sino mas bien de objetivos poco usuales, bosques nevados come piernas, ventiscas a la orden del día, exigencia física, voluntad y perseverancia. Todo se inicio con una tranquila caminata de 2 horas hasta el final de un estropeado camino en desuso. Mas tarde levantaríamos nuestro CB.

Iniciamos la jornada de ataque pasado las 05 am. La idea era simple y clara, encomendarnos al “dios” del buen tiempo, movernos rápido y subir un par de cumbres que habíamos divisado en un anterior ascenso al cerro Panguilemu, sus nombres P1630 y P1428. En 1 hora y 45 minutos accedimos al enorme filo que nos separaba de los objetivos. La ventisca estaba desatada pero le teníamos fe a nuestra plagarías, avanzamos.

Durante la primera hora sobre el filo el avance fue penoso, sin embargo, las condiciones fueron mejorando lentamente, hasta permitirnos progresar más cómodos y tranquilos. Nuestras montañas se fueron mostrando lentamente, lo que era un buen augurio y un aliciente para nuestras voluntades.

En casi 4 horas de marcha a buen ritmo estuvimos en la base del primer objetivo, el P1428, coloso que decidimos abordar directo por su ladera oeste, ascendiendo a la derecha del gran torreón que corona su cumbre. El sol comenzaba a iluminar con fuerza en un día permanentemente amenazante.

En la base de la ladera nos equipamos para no encontrarnos con sorpresas e iniciamos la progresión. Para nuestro asombro el último tramo no nos ofreció mayores dificultades, rampas con nieve “digna” y algunos pasos sobre terreno mixto fácil nos tenían muy cerca de la cima.

Cuando el reloj marcaba las 5 horas de actividad pisamos lo más alto del anhelado objetivo, era nuestra merecida recompensa. Como pocas veces en una cumbre de estas características el viento no era un invitado, solo las nubes nos llamaban a no bajar la guardia. Una pequeña pirca nos daba indicios de visitas anteriores, ¿por quien y por donde?

Aprovechando las condiciones continuamos nuestro camino rápido, sin perder mucho tiempo. Descendimos e iniciamos la marcha a través de un portezuelo que comunicaba con la montaña vecina. A nuestras espaldas fue quedando al descubierto la cara nor-oeste de una hermosa montaña que ya nos había permitido indagar en los secretos de su cumbre.

No pasó mucho tiempo y ya estábamos ascendiendo el tramo final del P1630. Progresamos en medio de hermosos torreones que ofrecían atractivas y delicadas líneas de terreno mixto, un bello escenario. Luego de un par de minutos estábamos en la base del torreón que coronaba la cima.

Me abalance sobre unos 4 metros de mixto intentando acceder a una pequeñísima montura que conectaba con el aéreo filo cumbrero, sin embargo un pequeño y expuesto tramo de hielo verglas le ponía fin a mis pretensiones. Buscamos una alternativa rodeando un pequeño torreón.

Nos pasamos de la cara sur a la oeste en un par de metros de recorrido. Trepamos un par de secciones cortas de roca “helada” y nos fuimos en demanda del ultimo y expuesto paso que comunicaba con la cumbre. El cielo comenzaba a cerrarse nuevamente y el ascenso adquiría mucho ambiente.

Poco antes del medio día “izábamos” nuestras humanidades en la cima del P1630, la segunda cumbre de nuestro periplo. Descansamos y nos deleitamos con el inigualable panorama que se abría ante nuestros ojos, la montaña patagónica nos había permitido ir un poco mas haya, hasta las fauces de su reino. Abrazos, comida, agua, fotos y a descender, no sin antes desplegarme una cinematográfica caída que gracias a dios no pasó a mayores y que de seguro será parte de otra historia.


Descendimos rápido y directo, el clima se ponía cada vez más irregular y había que salir de allí. Paso tras paso nos fuimos alejando del distante circo de cumbres, prometiendo algún día volver por más de sus secretos. Aquel día regresamos a Coyhaique con más de 11 horas de actividad non-stop en el cuerpo, y paradójicamente, con más objetivos.

PD: Quiero agradecer la participación de mi cordada patagonica en esta salida, Daniel Zapata (autor de algunas de estas fotografias), y al mismo tiempo el importante apoyo animico y logistico de Cristian Urra, gran amigo y montañero de estas tierras.

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