lunes, 26 de octubre de 2009

Cerro Mackay: Trekking Místico ¿Invernal?

A diferencia del mes de septiembre, en octubre el clima ha estado malísimo en la región de Aysén, tanto que en los últimos días ha caído nieve en Coyhaique. Como en tantas otras ocasiones estaba revisando el pronóstico y me percate de que el domingo venia “decente”, lo que constituía una buena oportunidad para ir a estirar las piernas a algún lugar y así lo hicimos.

No había tenido la oportunidad de subir el guardián de Coyhaique, el Mackay 1.200 mts., un cerro que aparte de servir como escenario para la práctica de la escalada en roca, ofrece un vista impresionante desde su cumbre. No habían pasado más de 2 horas desde que había salido de la casa y ya estaba caminando en medio de un maravilloso bosque nevado.

El ascenso transcurrió tranquilo, luchando a ratos con nieve onda y uno que otro arbustillo rebelde, pero nada que el paisaje no pudiera compensar. Mañana helada, una brisa fresca, cielo nuboso, silencio y tranquilidad, la dosis perfecta para no olvidar que estamos en Patagonia.

En un par de horas alcanzamos el hombro de la montaña, sector donde el bosque se vuelve más denso y la nieve cada vez más abundante, un paisaje de aquellos que generalmente nos regala el mes julio. Instintivamente fuimos avanzando en medio de laberinto helado que nos ofrecía la montaña, disfrutando cada metro de la ascensión.

En tan solo 3 horas nos instalamos en lo más alto de este increíble mirador, un sector despejado y rocoso que regala – posiblemente – la mejor vista de Coyhaique y sus alrededores. Jugo, galletas, pan y chocolate para celebrar, unos minutos más de descansó y estábamos listos para continuar, hacia bastante frío.

Sabíamos de una laguna que se ubicaba cerca de la cumbre hacia el sur y no queríamos perder la oportunidad de visitarla. Continuamos con nuestra marcha en medio del bosque sin muchas referencias pero si esperanzados en encontrarla. Un par de minutos mas deambulando por el sector y allí estaba, congelada, hermosa y calma, tal como la había imaginado.


Estuvimos durante un rato en su orilla tomando el pulso a este idílico paisaje, absorbiendo lo mejor de esa paz que solo habita en las montañas. Tomamos un par de fotografías y le dijimos adiós a este místico lugar, contentos de habernos podido convertir en cómplices de su existencia.


Nuevamente en el bosque comenzamos la retirada que se inicio con la cacería de nuestras huellas que no demoramos en encontrar. Sin grandes complicaciones abandonamos lo más denso del bosque e iniciamos el descenso a través de ramplas nevadas hasta conectar con el sendero original. Una vez en la base de la montaña solo nos quedaría poner a prueba nuestro equilibrio en un par de cercos de esos que dicen “Prohibido el paso”.

3 comentarios:

Alejandro dijo...

Un trekking de lujo, hermosas fotos.
Coyhaique, de lux.

Alejandro

Ricardo dijo...

¡Felicitaciones! ¿Sigues haciendo estos paseos por la Región?

Unknown dijo...

por donde está la subida al mastil amigos podrían guiarme?