viernes, 1 de agosto de 2025

El "color" de la montaña: Cerro Rosado (remasterizado)

¿De qué se trata esta publicación? En enero del año 2009 escribí un pequeño relato respecto de la experiencia que viví en el C° Rosado cuando los ascendí por primera vez el año 2004. A la fecha lo he subido en 3 ocasiones, es por ello que recate imágenes de todas estas ascensiones, pensando en compartir una publicación más sólida y mejor documentada, ¡el Rosado se lo merece! (relato original en negrita y cursiva).

"Con la intención de que no se pierda en el tiempo, rescate la historia del Cerro Rosado, una mole de caprichoso color ubicada en las inmediaciones de Coyhaique, y cuya altura alcanza los 1.774 mts. El testimonio visual de esta salida solo existía en fotos de papel, por lo que estas imágenes son escaneadas". Además del ascenso estival del 2004, los otros 2 se remontan a junio del 2021 (con Ximena Paredes) y julio del 2025 (con a Daniela Moraga).


"Estaba comenzando en esto del montañismo cuando recibí la invitación en el verano del 2004, si la memoria no me falla. El grupo lo conformábamos 4 comensales - entre ellos Cristian Tillería - todos dispuestos a vivir una grata aventura, en lo que resulto ser algo mas que una simple caminata". Los ascensos que he realizado han transcurrido por la arista noreste, cara sur y arista sureste respectivamente.   


"Cuando accedimos a las faldas del cerro, comenzamos a remontar un maltratado camino maderero, buscando ganar el máximo de altura posible, en lo que ya se había convertido en un autentico “jeepeo”. Finalmente nos “estacionamos” y continuamos abriéndonos paso a través de un bosque bajo, para mas tarde alcanzar el limite de la vegetación, que en estas latitudes se encuentra entre los 1.000 y 1.200 mts.". 


"El clima era poco prometedor, pero nuestro ánimo ayudaba a equiparar las cosas. Remontamos la cara este del macizo, ascendiendo sobre una larga arista rocosa, de enormes lajas coloradas. Viento y frío acompañaron nuestro peregrinaje que no se detuvo hasta alcanzar la meta, habíamos accedido a la cumbre del cerro Rosado". Desde la cima se obtiene una potente vista de los valles y montañas circundantes, entre ellas la Cordillera Emperador Guillermo, que con el paso de los años me di a la tarea de explorar concienzudamente.  


"Con algunas complicaciones tomamos las fotografías de cumbre - lugar donde el viento se comportaba a su antojo - para mas tarde buscar refugio ladera abajo, en un acto que mas bien tenia fines exploratorios. Descendimos hacia el norte, con la intención de alcanzar una lejana laguna a la que nunca llegamos, pero que sin embargo nos permitió conocer la intimidad de un misterioso lugar de la Patagonia".


"Con una lluvia a ratos bastante copiosa, iniciamos el retorno rumbo al jeep. Traveseamos la ladera norte hasta conectar con la arista este, descendimos hasta el bosque y en un par de horas hasta la seguridad del transporte. Atrás quedaban intensas horas de actividad llevadas a cabo un rincón del mundo tan hermoso como hostil. Comenzaba a acercarme a las lides del montañismo". El ascenso del 2004 formó parte de mis inicios como deportista de montaña y - cosas de la vida - hoy vivo a los pies del mítico Rosado.  


Información Histórica (Aporte de Tobias Hellwig)

En noviembre de 1928 el geógrafo Max Junge realizó la 1ra ascensión al C° Rosado, bautizándolo con ese nombre por el particular color en su cumbre. Lo acompañaron Emilio Levinianko (Huilliche del archipiélago de los Desertores como ayudante de Max Junge) y Ortega, primer poblador del sector de Mano Negra (y probablemente el precursor de "Villa Ortega"). Desde su cumbre, medida en 1.950 msnm. observó incluso el lejano Monte San Valentín. Una de las tantas historias en su libro "Durch Urwald und Pampa" (A través de selva y pampa). En la foto, se observa el C° Mano Negra al fondo, el que también intenta ascender sin éxito debido un fuerte temporal.

martes, 1 de julio de 2025

Actualidad: En la cumbre del desconocido C° Colorado

Está bien, les contaré toda la historia, se lo merecen. 

Hace 6 meses me vine a vivir a Villa Ortega (32 kms. al norte de Coyhaique), una hermosa localidad rodeada de montañas, algunas de ellas icónicas. El cerro Mano Negra, Rosado y Emperador Guillermo son parte del festín, sumado a otros colosos más silenciosos y anónimos que me di a la tarea de investigar y conocer. Fue así como comencé a diseñar un plan que me permitiese aventurarme sobre las laderas del cerro Colorado 1.865 mts., una mole de altura considerable que domina el villorrio por el norte.

A principios de junio realice una salida en solitario para prospectar lo que me deparaba la zona, conocer el terreno y estimar los tiempos de desplazamiento. Fue así como luego de 3 horas y ½ alcance una cumbre de 1.580 mts., la más alta del kilométrico filo que lleva a la base del Colorado. Satisfecho – y luego de tener una vista impagable de la Cordillera Emperador Guillermo - inicie el descenso estimando las horas que me podría tomar un intento de ascensión, la luz disponible en invierno, la posibilidad de montar un campamento alto, complejidad del bosque, etc.    

Llego el invierno y se vino la primera “alta fría” de la temporada. Fue así como puse en marcha mis planes de realizar un “pegue full day”, aprovechando al máximo la escasa luz disponible. Luego de “venderle” el proyecto a mi amigo Rafael Lara, nos encontrábamos caminando el 29 de junio, a las 08:30 am. y -12 grados, rumbo a la montaña que me había propuesto alcanzar. A las 12.20 am. estábamos en la cumbre del cerro de 1.580 mts. visualizando el objetivo, mientras el frio se hacía sentir con fuerza.  

Decididos, progresamos sobre el filo casi sin detenciones, sabiendo que había que aprovechar las horas de luz al máximo para no quedar varados en la oscuridad al retorno. Paso a paso nos fuimos acercando a los dominios del cerro Colorado, hasta alcanzar los prístinos neveros que cubren su cara sur. Nos calzamos los crampones, definimos la ruta y continuamos decididos rumbo a lo alto de la montaña que ganaba en inclinación. 

Los últimos metros previos a alcanzar el filo somital fueron los más emocionantes. La pendiente en torno a los 50 grados, el frio, la envolvente sombra y la incertidumbre de lo desconocido alimentaban nuestros pasos. Transitábamos en lo más profundo y alto de una ladera que venia observando desde hace años…se comenzaba a materializar un proyecto que en su aparente sencillez, traía un sinfín de positivas sensaciones a mi vida como deportista de montaña.

El encuentro con el sol llego de forma drástica, sin transiciones, fue inmediato. Nos paramos sobre el filo felices, contemplando un hermoso panorama montañoso que se abría en todas direcciones. A esas alturas podíamos sentir el aire cumbrero, allá estaba la cima, a unos cuantos metros hacia el este, prístina y esbelta, como vestida para la ocasión. A las 14.45 pm., luego de 6 horas y 15 minutos ininterrumpidos de esfuerzo, en una tarde radiante y sin viento, con -13 grados, pisamos lo más alto del desconocido cerro Colorado.

Con los rituales de cumbre consumados, llego la hora de iniciar el largo descenso. Primero toco desescalar el tramo más vertical, luego los neveros inferiores y más tarde recorrer los 4 kms. del filo que ahora transitábamos en dirección sur, subiendo y bajando pequeños lomajes helados. A esas alturas, se había levantado algo de viento y el sol amenazaba con apagarse en el horizonte, obligándonos a movernos con rapidez a pesar del cansancio acumulado. Eran las 19.30 cuando alcanzamos la seguridad del vehículo ayudados por nuestras luces de frontal.

En conclusión, realizamos una intensa actividad de 11 horas de duración, 1.500 metros de desnivel positivo, 16 kilómetros recorridos y una temperatura promedio de -10 C. Posiblemente se trate de una primera ascensión, en invierno y en el día. Se agradece cualquier información deportiva relativa a esta montaña para ir afinando su historia. ¡Gracias totales!       

martes, 4 de febrero de 2025

Punta Mochileros: 2do ascenso absoluto 8 años después

Desde hace mucho tiempo que esperaba este reencuentro con el blog. El año 2024 no fue un año fácil, el tiempo escaseo y las posibilidades de escribir también, aun cuando las actividades de escalada y montaña continuaron. Pero bueno, la escusa agrava la falta, y lo que hoy nos convoca en el inicio de este ciclo 2025, es un nuevo relato de montaña que tiene como protagonista a un cerro denominado “Punta Mochileros”, cuya altura se estima en 1.844 mts. IGM.   

El año 2018 entré por primera y última vez al valle del rio Malito, oportunidad en la que nos adjudicamos el 1er ascenso absoluto del cerro Ferruginoso, historia que quedo plasmada en este relato Cumbre en el Ferruginoso: Explorando territorio "Cobra" Pues bien, en aquella oportunidad llamó mucho mi atención una montaña recientemente ascendida (2017) por los montañistas Ruíz, Castañeda y Hartmann, y que ellos mismos llamaron como Punta Mochileros. Un objetivo atractivo por el cual supe que volvería. 

Pasaron poco más de 6 años y nuevamente estaba caminando por las entrañas del valle del rio Malito. Mi compañero fue Gustavo Durán, con quién caminamos por 5 horas esquivando arroyos y luchando con la densa vegetación hasta salir del bosque. Buscamos un lugar adecuado para montar nuestro vivac y nos plantamos junto a un arroyo, muy cerca de los “slabs” que a la mañana siguiente nos conducirían hasta lo alto de la montaña.   

Luego de una noche particularmente reconfortante bajo las estrellas de Patagonia, a las 05.30 nos pusimos en movimiento. Ganamos altura con rapidez y el amanecer comenzó a pillarnos bien arriba, en el inicio de unos duros neveros donde se originaba nuestro primer inconveniente real: No llevábamos crampones. Por esta situación debimos “conejear” bastante, buscando siempre la seguridad de la roca por la izquierda. Trepadas por aquí, un peldaño sobre el hielo por allá, y el filo seco de la montaña que parecía estar a tiro de cañón.

Un viento persistente y helado nos recibió sobre el filo. Acá, el paisaje se abría mostrándonos un escenario particularmente bello. Agujas de roca, misteriosos glaciares y un bosque siempre verde eran parte del entorno. Nos equipamos y reanudamos la marcha sobre el filo que aumentaba en dificultad y exposición. Superamos algunos gateos, pasadas delicadas, una corta chimenea y sobre una pequeña placa tumbada encontramos vestigios abandonados por los primeros ascensionistas, eran un clavo, un nudo empotrado y un mosquetón que daban forma a un descuelgue.    


El terreno se volvió más aéreo y la roca bastante descompuesta, pero con algo de “pulso y buena letra” pudimos continuar sin asegurarnos. Los últimos metros antes de salir al plano cumbrero eran más verticales, pero los abordamos con energía y determinación. A las 07.45 nos paramos en lo alto de la Punta Mochileros, dando vida al 2do ascenso de la montaña por la misma vía que nuestros antecesores, una que yo propongo denominar “Cobra Classic”. Más tarde vino el abrazo, foto de rigor y disfrutamos durante algunos minutos de aquel particular altar azotado por el viento, que era abrazado por un contundente velo de nubes.   

Para el descenso hicimos 3 rapeles cortos, destrepamos algunas secciones, bajamos algunos acarreos y finalmente accedimos hasta el lugar de nuestro vivac alrededor de las 10.00. Luego de un Milo reponedor y con el recuerdo fresco de la cumbre, nos armamos de valor para enfrentar el descenso hasta el valle. Serian casi 4 horas de intensas peripecias hasta el vehículo, negociando con cascadas, arroyos, bosques cerrados, barro y otras exquisiteces. Había reconectado con el lado salvaje de la vida, de mi vida.