viernes, 1 de agosto de 2025
El "color" de la montaña: Cerro Rosado (remasterizado)
martes, 1 de julio de 2025
Actualidad: En la cumbre del desconocido C° Colorado
Está bien, les contaré toda la historia, se lo merecen.
Hace 6 meses me vine a vivir a Villa Ortega (32 kms. al norte de Coyhaique), una hermosa localidad rodeada de montañas, algunas de ellas icónicas. El cerro Mano Negra, Rosado y Emperador Guillermo son parte del festín, sumado a otros colosos más silenciosos y anónimos que me di a la tarea de investigar y conocer. Fue así como comencé a diseñar un plan que me permitiese aventurarme sobre las laderas del cerro Colorado 1.865 mts., una mole de altura considerable que domina el villorrio por el norte.
A principios de junio realice una salida en solitario para prospectar lo que me deparaba la zona, conocer el terreno y estimar los tiempos de desplazamiento. Fue así como luego de 3 horas y ½ alcance una cumbre de 1.580 mts., la más alta del kilométrico filo que lleva a la base del Colorado. Satisfecho – y luego de tener una vista impagable de la Cordillera Emperador Guillermo - inicie el descenso estimando las horas que me podría tomar un intento de ascensión, la luz disponible en invierno, la posibilidad de montar un campamento alto, complejidad del bosque, etc.
Llego el invierno y se vino la primera “alta fría” de la temporada. Fue así como puse en marcha mis planes de realizar un “pegue full day”, aprovechando al máximo la escasa luz disponible. Luego de “venderle” el proyecto a mi amigo Rafael Lara, nos encontrábamos caminando el 29 de junio, a las 08:30 am. y -12 grados, rumbo a la montaña que me había propuesto alcanzar. A las 12.20 am. estábamos en la cumbre del cerro de 1.580 mts. visualizando el objetivo, mientras el frio se hacía sentir con fuerza.
Decididos, progresamos sobre el filo casi sin detenciones, sabiendo que había que aprovechar las horas de luz al máximo para no quedar varados en la oscuridad al retorno. Paso a paso nos fuimos acercando a los dominios del cerro Colorado, hasta alcanzar los prístinos neveros que cubren su cara sur. Nos calzamos los crampones, definimos la ruta y continuamos decididos rumbo a lo alto de la montaña que ganaba en inclinación.
Los últimos metros previos a alcanzar el filo somital fueron los más emocionantes. La pendiente en torno a los 50 grados, el frio, la envolvente sombra y la incertidumbre de lo desconocido alimentaban nuestros pasos. Transitábamos en lo más profundo y alto de una ladera que venia observando desde hace años…se comenzaba a materializar un proyecto que en su aparente sencillez, traía un sinfín de positivas sensaciones a mi vida como deportista de montaña.
El encuentro con el sol llego de forma drástica, sin transiciones, fue inmediato. Nos paramos sobre el filo felices, contemplando un hermoso panorama montañoso que se abría en todas direcciones. A esas alturas podíamos sentir el aire cumbrero, allá estaba la cima, a unos cuantos metros hacia el este, prístina y esbelta, como vestida para la ocasión. A las 14.45 pm., luego de 6 horas y 15 minutos ininterrumpidos de esfuerzo, en una tarde radiante y sin viento, con -13 grados, pisamos lo más alto del desconocido cerro Colorado.
Con los rituales de cumbre consumados, llego la hora de iniciar el largo descenso. Primero toco desescalar el tramo más vertical, luego los neveros inferiores y más tarde recorrer los 4 kms. del filo que ahora transitábamos en dirección sur, subiendo y bajando pequeños lomajes helados. A esas alturas, se había levantado algo de viento y el sol amenazaba con apagarse en el horizonte, obligándonos a movernos con rapidez a pesar del cansancio acumulado. Eran las 19.30 cuando alcanzamos la seguridad del vehículo ayudados por nuestras luces de frontal.
En conclusión, realizamos una intensa actividad de 11 horas de duración, 1.500 metros de desnivel positivo, 16 kilómetros recorridos y una temperatura promedio de -10 C. Posiblemente se trate de una primera ascensión, en invierno y en el día. Se agradece cualquier información deportiva relativa a esta montaña para ir afinando su historia. ¡Gracias totales!
martes, 4 de febrero de 2025
Punta Mochileros: 2do ascenso absoluto 8 años después
Desde hace mucho tiempo que esperaba este reencuentro con el blog. El año 2024 no fue un año fácil, el tiempo escaseo y las posibilidades de escribir también, aun cuando las actividades de escalada y montaña continuaron. Pero bueno, la escusa agrava la falta, y lo que hoy nos convoca en el inicio de este ciclo 2025, es un nuevo relato de montaña que tiene como protagonista a un cerro denominado “Punta Mochileros”, cuya altura se estima en 1.844 mts. IGM.
El año 2018 entré por primera y última vez al valle del rio Malito, oportunidad en la que nos adjudicamos el 1er ascenso absoluto del cerro Ferruginoso, historia que quedo plasmada en este relato Cumbre en el Ferruginoso: Explorando territorio "Cobra" Pues bien, en aquella oportunidad llamó mucho mi atención una montaña recientemente ascendida (2017) por los montañistas Ruíz, Castañeda y Hartmann, y que ellos mismos llamaron como Punta Mochileros. Un objetivo atractivo por el cual supe que volvería.
Pasaron poco más de 6 años y nuevamente estaba caminando por las entrañas del valle del rio Malito. Mi compañero fue Gustavo Durán, con quién caminamos por 5 horas esquivando arroyos y luchando con la densa vegetación hasta salir del bosque. Buscamos un lugar adecuado para montar nuestro vivac y nos plantamos junto a un arroyo, muy cerca de los “slabs” que a la mañana siguiente nos conducirían hasta lo alto de la montaña.
Luego de una noche particularmente reconfortante bajo las estrellas de Patagonia, a las 05.30 nos pusimos en movimiento. Ganamos altura con rapidez y el amanecer comenzó a pillarnos bien arriba, en el inicio de unos duros neveros donde se originaba nuestro primer inconveniente real: No llevábamos crampones. Por esta situación debimos “conejear” bastante, buscando siempre la seguridad de la roca por la izquierda. Trepadas por aquí, un peldaño sobre el hielo por allá, y el filo seco de la montaña que parecía estar a tiro de cañón.
Un viento persistente y helado nos recibió sobre el filo. Acá, el paisaje se abría mostrándonos un escenario particularmente bello. Agujas de roca, misteriosos glaciares y un bosque siempre verde eran parte del entorno. Nos equipamos y reanudamos la marcha sobre el filo que aumentaba en dificultad y exposición. Superamos algunos gateos, pasadas delicadas, una corta chimenea y sobre una pequeña placa tumbada encontramos vestigios abandonados por los primeros ascensionistas, eran un clavo, un nudo empotrado y un mosquetón que daban forma a un descuelgue.
Para el descenso hicimos 3 rapeles cortos, destrepamos algunas secciones, bajamos algunos acarreos y finalmente accedimos hasta el lugar de nuestro vivac alrededor de las 10.00. Luego de un Milo reponedor y con el recuerdo fresco de la cumbre, nos armamos de valor para enfrentar el descenso hasta el valle. Serian casi 4 horas de intensas peripecias hasta el vehículo, negociando con cascadas, arroyos, bosques cerrados, barro y otras exquisiteces. Había reconectado con el lado salvaje de la vida, de mi vida.