miércoles, 20 de octubre de 2021

Un "bonus track" necesario: Portezuelo Cofré (4.0)

Hace tan solo un mes había estado en el Portezuelo Cofré junto a mi amigo Gino Andreani. En aquella oportunidad la mala visibilidad nos obligó a conformarnos con una torre vecina al proyecto original, puesto que esta última no se veía Lee aquí ese relato. Aún cuando aquella incursión no nos defraudo, ya que pudimos “sacarle el rollo” a la ruta y disfrutar de una bella cumbre, sabía que volvería por más.  

Nuevamente partí en modalidad “full day”, esta vez con toda la experiencia que me había entregado mi primera incursión un par de semanas antes. Sabia que un atractivo filo de orientación sureste me dejaría en la base de la torre principal, lo que me mantuvo enfocado y motivado. Mi compañero en esta oportunidad fue Guillermo Arroyo, con quién debutamos exitosamente como cordada.

Dos horas de conducción, y a eso de las 09:15 nos pusimos en movimiento. A paso firme fuimos ganando altura rápidamente hasta alcanzar la línea de nieve, que estaba – como era predecible – más arriba que en mi visita anterior. Nos fuimos turnando la punta, abriéndonos paso sobre una nieve tipo helado de piña, internándonos a buen ritmo sobre estos bellos, accesibles y poco explorados valles cordilleranos. 

El clima nuevamente nos sorprendió con una densa nubosidad que no nos permitía navegar con total comodidad, pero la ausencia de viento y precipitaciones fue excusa suficiente para continuar decididos hasta la base del objetivo. El paso de las horas nos dejó al pie de la torre, lugar donde nos equipamos. Serian 100 mts. de escalada (50°/60°), de los cuales “fressoleamos” 70 mts. sobre un terreno aéreo y expuesto. Más tarde montamos una reunión para asegurar los últimos 30 desconocidos e intimidantes metros.

Armado con siete números de camalots, un set de stoppers y una estaca, me fui para arriba motivado. La niebla lo cubría todo pero la cumbre se intuía cerca. Primero puse un #2 y más tarde un #0.3 en las entrañas de un sólido granito, para luego acceder a la embrujada y esbelta cumbre desde donde aseguré a mi compañero. La solitaria estaca que con la que contaba me sirvió para montar aquella reunión. 

Tan solo 4 horas y 30 minutos después de haber dejado el vehículo, nos paramos sobre esta solitaria cima envueltos en la niebla. Sabia que la vista desde aquel lugar era increíble, pero no nos quedaba más que imaginar aquel idílico paisaje. Disfrutamos de la paz y la energía que nos regalan las cumbres y nos dimos un buen respiro antes de partir. El descenso se inició con un 1er rapel desde una sólida seta de nieve.    

Los primeros 30 mts. de rapel nos dejaron en el sitio donde montamos la reunión durante el ascenso, lugar desde donde rapeleamos confiando en una anilla de 6mm. Los 40 mts. restantes los desescalamos concentrados, hasta detenernos al pie de las dificultades. Acá reorganizamos el equipo y continuamos con las maniobras de retirada. A las 19.00 ya estábamos en Coyhaique, felices y satisfechos de una nueva experiencia en estas montañas que llevamos a fuego en el corazón. 

*La montaña que ascendimos tiene una altura aproximada de 1.700 mts. y se desconocen ascensos anteriores al nuestro. Próximamente, espero acceder a cartografía del lugar para despejar dudas respecto de la altura y/o algún nombre conocido del cerro. 

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