jueves, 18 de agosto de 2011

Hielo 2011: Competencia/camaraderia/pasión

Un rebelde resfrío me tuvo gran parte de julio “fuera de las pistas”, un calvario al que oficialmente le puse fin para la realización del 2do Ice Fest Patagónico. Me traslade hasta el sector del Portezuelo Ibáñez con la intención de disfrutar de la actividad a “concho”, tal como lo habíamos hecho un año atrás.

Sin proponérmelo fui invitado nuevamente a participar en la categoría avanzado, un reto que asumí gustoso, aun sabiendo que los estragos que había dejado el resfrío y la falta de escalada no me harían muy competitivo. Fuimos 14 los contertulios que nos jugamos nuestra opción en la ruta, compartida con “honorables” tales como Felipe Gonzáles Donoso, Armando Moraga y Darío Arancibia.

Luego de pernoctar en solitario en el sector, el día siguiente fui a presenciar la competencia de las damas, actividad que resulto ser todo un espectáculo, siempre inmerso en un grato ambiente rebosante de sonrisas y camaradería. Una vez más vayan mis elogios para el Club Andino Patagónico, que está a la cabeza de este gran evento invernal.


De regreso a "La Bombacha"

Con sus 30 metros de hielo natural la cascada “La Bombacha” fue escenario de una nueva visita al sector. Esta vez nos trasladamos hasta el lugar KZ, Niko y quien escribe, todos con la intención de aprovechar el hielo que va quedando en este maravilloso paraje. Con la ilusión de puntear toda la ruta, KZ comenzó con la escalada.

Luego de soportar el frío y la caída de material (refrigeradores, radios y lavadoras de hielo) fue mi turno. El hielo lucia bastante aceptable y los tornillos ofrecían una aparente seguridad. Emplazamiento tras emplazamiento alcance la zona del tubo, donde la pendiente y la morfología del hielo cambiaba drásticamente, aquí me di cuenta que era imposible continuar punteando por la fragilidad que presentaba el milenario elemento.


La siguiente maniobra fue montar un “top” en lo alto de la cascada, reunión que armamos con estacas. Más tarde vino el rapel y las correspondientes escaladas que disfrutamos a “mango”. Recién cuando nuestras pantorrillas y antebrazos comenzaban a suplicar y el sol ya nos había abandonado, detuvimos nuestra frenética labor de pica hielos.


Es pleno invierno en Patagonia, un reino blanco que pronto dará paso a los encantos primaverales, posiblemente la época más noble de nuestras queridas montañas. Quiero terminar este relato con una inspiradora frase de Anatoli Boukreev. "Las montañas no son estadios donde satisfacer nuestra ambición deportiva, sino catedrales donde practicar nuestra religión".

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