Llegó la expedición de verano y partimos al Cerro Marmolejo 6.109 mts. Fuimos 4 Perros de los Andes los que iniciamos el viaje con la ilusión de acceder al 6 mil mas austral del mundo. El itinerario se desarrollo casi sin complicaciones, sin embargo las lesiones para mi fueron el pan del día.
Luego del clásico viaje a Santiago y mas tarde al Cajón del Maipo, arribamos al Morro Negro, donde nos esperaban caballos que llevaron nuestro equipamiento a 30 minutos de nuestro campo base, ubicado a 3.300 mts. Todo bien, excepto por unas pequeñas molestias en mi espalda, que se solucionaron con un potente anti-flamatorio.


El cuarto día de expedición amaneció radiante, menos mi rodilla que poco había mejorado. ¿La decisión? La otra cordada subiría al C2, mientras que mi cordada, en un acto “heroico”, portearía parte de nuestras cosas al siguiente campamento, de tal manera de darme mejores opciones para subir al siguiente día. Listo el porteo, nos encerramos en la carpa para capear lo que se transformo en una intensa nevada. Por la mañana me tocaría subir al C2.


Luego de escuchar el frío relato de nuestros compañeros nos armamos de valor para afrontar nuestro intento de cumbre. Para variar aguantamos una nevada que termino a eso de las 21:00, seguida de un increible atardecer.

A eso de los 5.700 mts. decidí reanimar los dedos de mis pies masajeándolos, mi cordada me asistió en la maniobra, lo que me hizo recuperar en algo la sensibilidad. El usaba zapatos plásticos por lo que no tubo problemas, yo subía con uno de cuero de alta gama, pero nunca es lo mismo, sumado a lo bajo de mis defensas por el uso de medicamentos. Avanzamos lento, pues la altura se hacia sentir, el sol algo amenazaba con entibiar, y las horas de frío extremo iban quedando atrás. Tome la delantera decidido, lo que motivo a mi cordada a seguir mis pasos, pese a su gran agotamiento. A eso de las 12:00 nos abrazamos en la cumbre que lucia como nunca la había visto en fotos, nevada y radiante, esperando por lo mejor de nuestro esfuerzo. Lo habíamos logrado, y en lo personal alcanzaba mi 3er 6mil.
La bajada no fue trivial, a la insensibilidad de mis dedos se sumo una dolencia en un tobillo, maldición! Tuve que descender muy suavemente hasta que arribamos al campamento a eso de las 16:00. había que descansar, seria mucho decir recuperarse.

Al dia siguiente iniciamos el descenso al base. Mis dedos seguían entumecidos, por lo que asumí congelaciones de un primer grado que aun me aquejan. Lo hicimos con calma, primero el C1 y mas tarde hasta el lejano campo base, haya nos detuvimos la tarde del 8vo día de expedición, algo mas relajados, pero con las secuelas de una hermosa batalla en las alturas. Comimos y reímos hasta muy tarde los 4, disfrutando de una hermosa luna llena y de los últimos víveres guardados para la ocasión.

Pese a todos los inconvenientes de esta expedición, de las lesiones y el evidente sufrimiento que ellas dejan, estoy absolutamente convencido de que haber participado de esta salida fue lo correcto. Sentir el apoyo constante de los compañeros y la incansable lucha interna que no se detiene, es maravilloso. Son escenarios que irremediablemente nos hacen crecer y averiguar un poquito más sobre nosotros mismos. La montaña nos maltrata, pero he llegado a la conclusion de que es imposible evadir el desafío.

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