domingo, 5 de marzo de 2017

Escalando en el patio de la casa: "Euforia" (315mts. 5.10c)

Si bien es cierto, la escalada deportiva no es una de mis actividades predilectas, es imposible estar ajeno a los encantos que emanan de la roca, sumado a las enormes posibilidades que ofrece la región para practicarla, destacando el esfuerzo y trabajo desinteresado de escaladores/equipadores que movilizados por la pasión, han convertido al taladro en su mejor compañero, encadenando numerosos proyectos y desafíos.


El cerro Mackay se ha transformado en uno de los centros neurálgicos de esta disciplina. Su roca bondadosa y celestiales paredes han llamado la atención de muchos, entre ellos la del español Pere Vilarasau, quien ha equipado atractivas rutas multilargo. Una de ellas es “Euforia” (315mts. 5.10c), la protagonista de este humilde y honesto relato de un día de escalada en el patio de la casa.


Con mi desempeño roquero algo más aceptable de lo normal, me dirigí junto a mi amigo Javier Galilea a “Euforia” (no es una bebida energética ni un night club), una ruta que debería estar a mi alcance. Dejamos el vehículo y en unos 40 minutos estuvimos a pie de vía, a la sombra de un gran árbol que da la bienvenida. Ordenamos el equipo, nos preparamos e iniciamos este hermoso camino al cielo.


Javier lideró el primer largo que nos pareció un 5.10b, con algunos pasos de adherencia al inicio. El segundo corrió por cuenta mía, un 5.10a que transita por una suerte de diedro y algo de placa, bastante cómodo. Por fin, el esperado sol nos comenzó a acariciar en el tercer largo, metros sin grandes dificultades, buenos hoyos y pies para regalar, un 5.9 de puro disfrute y 50mts. de longitud.


En el cuarto largo la cosa se pone un poco más seria. Se trata de un 5.10a que parte con una travesía ascendente,  terminando con un buen par de metros bien verticales, pero muy lindos (ver la primera imagen). La reunión es un tanto incómoda y te deja colgando sobre un aéreo y profundo patio, pero qué más da ¡a eso vinimos! y lo estábamos pasando increíble.


El quinto largo es una travesía con aires alpinos, donde Javier tomó la punta. Tiene algunos pasos bastante delicados y aéreos, sumado a que la cuerda no corre muy bien, pero son solo detalles. Por fin fue mi turno y pude llegar a la reunión, se había levantado un viento muy helado y necesitaba abrigarme y reponer fuerzas con algunas barras de cereal y chocolate. Descansamos un rato.   
  

Sabía que el sexto largo era el más duro y expuesto, por lo que le cedí mi turno a Javier, quién con más experiencia roquera, alcanzó la reunión sin contratiempos, moviéndose con soltura y determinación…un crack. Inicié mi turno con algo de nervios, no quería que el grado me dejara botado y felizmente no fue así. Me colgué en un par de ocasiones para descansar y leer los pasos a resolver, terminando el largo sin mayores inconvenientes. Lo graduamos como 5.10c.


Los últimos 40mts. fueron harto más cómodos, un 5.9 muy entretenido en el que fui de primero disfrutando a concho. Si bien hay “un par de cosillas sueltas”, los riesgos son fáciles de identificar. Feliz, aseguré a Javier para reunirnos en lo más alto de la ruta y celebrar. Una gran jornada de escalada que finalizó con 5 lindos rapeles…como dicen por ahí “un manjar”.


PD: Dos cosas. Lo primero, agradezco infinitamente a quienes trabajan por el desarrollo de la escalada en la región, incluyendo estas vías que son un lujo. Y segundo, el topo y la descripción expuesta en este relato son altamente subjetivos, ya que solo reúnen la impresión de la cordada. Espero les sirva.