jueves, 4 de abril de 2013

Actualidad: ¡Disfrutar de un paraíso milenario!

Hace 1 año habíamos hecho nuestra primera visita, pero quedamos con gusto a poco. El glaciar Exploradores es un lugar paradisiaco y único, un escenario potente donde la convivencia con la montaña y los hielos eternos permite alcanzar grandes dosis de energía y satisfacción. Sin analizarlo mucho partimos con la intención de pasar una noche sobre el manto helado y disfrutar de la escalada.


Iniciamos la marcha a las 10 am. desde el estacionamiento. Primero alcanzamos el mirador y más tarde la enorme morrena que defiende el glaciar por el norte. Fueron unas 3 horas de avance hasta que decidimos montar nuestro campamento en una zona relativamente plana - en el corazón del hielo – rodeado de estímulos naturales.   


Con nuestro hotel  de mil estrellas ya instalado, recogimos todo el equipo técnico necesario y fuimos por la primera escalada de la tarde. Sin bien en el sector no había grandes paredes, algunas ramplas de fuerte pendiente servirían para que marce conociera las técnicas básicas de la escalada en hielo. Muy pronto estuvimos jugando…   


Con el paso de la tarde nos fuimos movilizando por diversos sectores, inspeccionando las caprichosas formas que adquiere el glaciar, tomando fotografías y retratando las increíbles esculturas de roca y hielo que vigilan el sector, incluyendo la descomunal figura del monte San Valentín, altura máxima de estas latitudes (3.910 mts.).


Finalizamos la jornada en el fondo de una grieta que nos ofreció una corta (8 mts.) pero “apretona” escalada, de hielo muy duro en su primera mitad (bastaron 3 tornillos para superarla). Marce sufriría un poco más para volver a ver nuevamente la luz de sol, y abandonar las fauces heladas del glaciar.  



Pasamos una buena noche sin viento y frio moderado, seguido de un amanecer luminoso y estético amasado por una niebla sutil. Nos sentimos afortunados de estar ahí, de convivir en total libertad con la faceta más íntima de la montaña, solos, distantes, protagonistas de una historia que nosotros mismos habíamos decidido construir.    


Desarmamos el campamento e iniciamos la retirada, no sin antes detenernos en una fabulosa grieta, profunda y vertical, elaborada en un exquisito hielo ideal para escalar. Unos 15 o 20 solidos metros custodiaban su base, dando paso a una entretenida escalada que disfrute a concho. El calentamiento para la temporada invernal había quedado listo. 


Finalmente vino el retorno hasta el jeep, el cual nos tomaría unas tres horas de marcha bajo un sol intenso y cálido para la fecha. Posteriormente vendrían 5 horas de viaje hasta Coyhaique, lugar donde arribamos cansados pero infinitamente satisfechos. El glaciar Exploradores había pasado a ser parte importante de nuestra memoria.