jueves, 30 de abril de 2009

Literatura bajo cero: Esperando el Invierno

Estamos en la víspera del invierno, en la víspera de un reino blanco que todo lo cubre y lo llena. Su belleza traicionera nos hace una invitación permanente, nos llama a un intenso desafío que aceptamos con humildad y decisión. Emprendemos nuestro camino hacia un escenario duro, a las entrañas de un paisaje que solo nos permitirá regresar cuando hayamos aprendido la lección.


Publíco este tema para que comencemos poco a poco a soñar con la magia el invierno, y para ello me permití seleccionar una parte del reportaje “Los Guerreros del Hielo”, un texto intenso que recoge la fría pasión de los montañistas polacos, los 8 miles invernales. Como siempre, he contextualizado estas letras con imágenes y videos de mi archivo personal.


“Frío entumecedor, ventarrones, avalanchas, quemaduras por congelación. ¿por qué arriesgar el cuello en Nanga Parbat, en Pakistán, a mitad del invierno? pregúnteselo a los alpinistas polacos. Hace un frío indescriptible, un frío tan espantoso, que incluso en el estado de embotamiento en el que se encuentran, los dos montañistas polacos lo reconocen como lo que es: el ángel de la muerte. Ha envuelto sus agotados cuerpos en sus heladas alas y se alimenta de ellos mientras sigan con vida, royendo sus dedos entumecidos y las puntas congeladas de sus pies, carcomiendo sus pálidas mejillas y sus narices endurecidas.

Es el 12 de enero de 2007, pleno invierno en la cordillera de Karakoram en Pakistán. Darek Zaluski y Jacek Jawien se acurrucan dentro de su tienda a 6 750 metros en la cuesta suroeste de Nanga Parbat, la novena montaña más alta del mundo. Todo está totalmente congelado –botas, calcetines, protector solar, botellas de agua–, como si fueran los restos de una espantosa era glacial. Sacan unas baterías de su ropa interior, se las ponen a tientas al radio y llaman al Campamento Base. El viento ruge, la nieve azota su tienda de nailon. Sólo pueden entenderse unas cuantas palabras desesperadas”.


¡El viento, el viento!, como si fueran sus últimas palabras. Pero Zaluski y Jawien no se están muriendo. Por increíble que parezca, están tratando de decidir si siguen subiendo o si bajan. Llevan dos días sin dormir. El día anterior llegaron al Campamento 3, ubicado en la cresta, y pasaron la noche acurrucados en el interior de su tienda, agarrados a los postes para impedir que el viento los rompiera. La temperatura es de 40 °C bajo cero, con ráfagas de viento de 95 kilómetros por hora.


Se han puesto toda la ropa que tienen: capas de tela polar, ropa interior, guantes dentro de los mitones, capuchas y pasamontañas. La piel expuesta se quema rápidamente. Se han envuelto como capullos en sus gruesas bolsas de dormir, pero aun así siguen temblando sin control, arrastran las palabras al hablar y su cuerpo se sacude. En medio de esta escena de desgracia, entienden y aceptan la situación. Después de todo, son polacos y esta es una ocupación típicamente polaca: montañistas de altura invernales.


Si bajan, saben que no tendrán la fuerza para volver a subir. Si bajan, quizá ningún otro miembro del equipo tenga la determinación de subir hasta esta altura. Podría ser el fin de la expedición. Pero seguir subiendo es imposible. Seguir subiendo es una sentencia de muerte. Incluso si bajan, quizá no sobrevivan. Toman una decisión.


Vestidos con trajes rojos de astronauta, salen arrastrándose de la ondeante tienda hacia el torbellino. Cegados por la nieve que golpea sus goggles como balas, tirados de rodillas por el viento, alcanzan una cuerda que está dando latigazos en el aire, y empiezan el descenso”.

sábado, 18 de abril de 2009

Literatura: ¡Manual para subir montañas!

Escoge la montaña que tu deseas subir: y no te dejes llevar por los comentarios de los demás, que dicen "esa es más bonita", o "aquella es más fácil". Vas a gastar mucha energía y entusiasmo en alcanzar tu objetivo, y por lo tanto eres tú el único responsable y debes estar seguro de lo que estás haciendo.


Sabe como llegar frente a ella: muchas veces vemos la montaña de lejos, hermosa, interesante, llena de desafíos. Pero cuando intentamos acercarnos, ¿qué ocurre? Que esta rodeada de carreteras, que entre tú y tu meta se interponen bosques, que lo que parece claro en el mapa es difícil en la vida real. Por ello, intenta todos los caminos, todas las sendas, hasta que por fin un día te encuentres frente a la cima que pretendes alcanzar.


Aprende de quien ya caminó por allí: por más que te consideres único, siempre habrá alguien que tuvo el mismo sueño antes que tú, y dejó marcas que te pueden facilitar el recorrido; lugares donde colocar la cuerda, picadas, ramas quebradas para facilitar la marcha. La caminata es tuya, la responsabilidad también, perno olvides que la experiencia ajena ayuda mucho.


Los peligros, vistos de cerca, se pueden controlar: cuando empieces a subir la montaña de tus sueños, presta atención a lo que te rodea. Hay despeñaderos, claro. Hay hendiduras casi imperceptibles. Hay piedras tan pulidas por las tormentas que se vuelven resbaladizas como el hielo. Pero si sabes dónde pones el pie, te darás cuenta de los peligros y sabrás evitarlos.


El paisaje cambia, así que aprovéchalo: claro que hay que tener un objetivo en mente: llegar a lo alto. Pero a medida que se va subiendo, se pueden ver más cosas, y no cuesta nada detenerse de vez en cuando y disfrutar un poco del panorama de alrededor. A cada metro conquistado, puedes ver un poco más lejos; aprovecha eso para descubrir cosas de las que hasta ahora no te habías dado cuenta.

Respeta tu cuerpo: sólo consigue subir una montaña aquél que presta a su cuerpo la atención que merece. Tú tienes todo el tiempo que te da la vida, así que, al caminar, no te exijas más de lo que puedas dar. Si vas demasiado deprisa, te cansarás y abandonarás a la mitad. Si lo haces demasiado despacio, caerá la noche y estarás perdido. Aprovecha el paisaje, disfruta del agua fresca de los manantiales y de los frutos que la naturaleza generosamente te ofrece, pero sigue caminando.

Respeta tu alma: no te repitas todo el rato "voy a conseguirlo". Tu alma ya lo sabe. Lo que ella necesita es usar la larga caminata para poder crecer, extenderse por el horizonte, alcanzar el cielo. De nada sirve una obsesión para la búsqueda de un objetivo, y además termina por echar a perder la escalada. Pero atención, tampoco te repitas "es más difícil de lo que pensaba", pues eso te hará perder la fuerza interior.


Prepárate para caminar un kilómetro más: el recorrido hasta la cima de la montaña es siempre mayor de lo que pensabas. No te engañes, ha de llegar el momento en que aquello que parecía cercano está aún muy lejos. Pero como estás dispuesto a llegar hasta allí, eso no ha de ser un problema.

Alégrate cuando llegues a la cumbre: llora, bate palmas, grita a los cuatro vientos que lo has conseguido, deja que el viento allá en lo alto (porque allá en la cima siempre hace viento) purifique tu mente, refresca tus pies sudados y cansados, abre los ojos, limpia el polvo de tu corazón. Piensa que lo que antes era apenas un sueño, una visión lejana, es ahora parte de tu vida. Lo conseguiste.


Haz una promesa: aprovechas que has descubierto una fuerza que ni siquiera conocías, y dite a ti mismo que a partir de ahora, y durante el resto de tus días, la vas utilizar. Y, si es posible, promete también descubrir otra montaña, y parte en una nueva aventura.

Cuenta tu historia: sí, cuenta tu historia. Ofrece tu ejemplo. Di a todos que es posible, y así otras personas sentirán el valor para enfrentarse a sus propias montañas.

Texto: Paulo Coelho
Archivo Fotografico: Alturasur

lunes, 13 de abril de 2009

Actualidad: Curso de Escalada en Hielo I

Luego de haber realizado algunas practicas de escalada en hielo, tanto el 2008 como el 2009, había llegado la hora de validar y formalizar ese conocimiento a través de un curso impartido por el instructor Eduardo Mondragón, en el marco de una actividad organizada por mi club de montaña, Perros de los Andes.

El feriado de Semana Santa realizamos la primera parte de este curso que consta de 5 días distribuidos en dos fines de semana. Con tres días disponibles partimos a lo que seria nuestra sala de clases, el glaciar sur de nuestro conocido volcán Villarrica, lugar donde dirigimos nuestros pasos 14 personas, compuestas por el instructor, 12 alumnos y un encargado de registro (“acompañante”).

Luego de una marcha que se prolongo de manera exagerada producto del no despreciable peso de las mochilas, sumado a la falta de “training” de algunos de los asistentes, levantamos nuestro campamento a unos 40 minutos del glaciar, aprovechando lo que quedaba de la tarde para ver algunas de las características del equipamiento utilizado para la escalada en hielo.

El segundo día accedimos muy temprano al hielo con la intención de recuperar el tiempo perdido y ver los temas que indicaba la pauta. La práctica se inicio revisando el uso de crampones y sus puntas frontales, seguido de la misma operación para el uso del piolet, pegada y extracción, detalles técnicos y correcciones.

Más tarde nos trasladamos a una pared de unos 10 metros de altura donde comenzamos la escalada mediante el sistema de top-rope. Se instalaron 4 líneas que nos permitieron practicar durante toda la tarde las diversas modalidades de escalda en hielo, uso de técnicas, ahorro de energía, control, etc.

La presencia de una sección extraplomada en la parte final e incluso un pequeño techo en una de las rutas, nos mantuvieron entretenidos y bien ocupados durante la jornada que concluimos poco antes del atardecer, para regresar al campamento con los últimos rayos del sol, agotados.


La levantada del tercer día fue más madrugadora que la del día anterior, todo para aprovechar a concho las horas de nuestra ultima jornada en la montaña. Nos dirigimos al mismo lugar del glaciar donde ya veníamos trabajando e iniciamos la práctica. Vimos principalmente el uso de tornillos, la variedad que ofrece el mercado, su colocación, resistencia, y al mismo tiempo continuamos escalando.


Finalmente revisamos algunas técnicas de rapel, tales como la construcción de "avalakovs" y el uso del backup, repitiendo las maniobras de manera reiterada bajo la atenta supervisión de nuestro instructor, en medio de un paraje tan hostil como hermoso.

Más tarde llego la retirada y con ello el largo camino hasta los vehículos, cerrando así el primer capitulo de un curso que por ahora espera su segunda etapa y final.